4 DÍAS PARA DECLARAR UNA GUERRA FRÍA

La semana pasada fue extraordinariamente rica en acontecimientos. Pero ningún medio de difusión fue capaz de reportarlos porque todos escondieron deliberadamente ciertos hechos para proteger la narración que su gobierno hacía de ellos. Londres trató de provocar un conflicto de gran envergadura. Pero perdió ante Rusia, Trump y Siria.

Aunque su ejército es el cuarto del mundo, el Reino Unido no puede darse el lujo de desafiar a Rusia sin tener aliados. Londres está por lo tanto obligado a inventar un casus belli y a provocar una reacción de sus aliados para llevarlos a exponerse junto al Reino Unido.

El gobierno británico y algunos de sus aliados, como el secretario de Estado Rex Tillerson, trataron de desatar una guerra fría contra Rusia.

El plan era, por una parte, montar un atentado contra un ex-agente doble en Salisbury y, por otro lado, orquestar un ataque químico contra los «rebeldes moderados» en Guta. Los conspiradores pretendían aprovecharse del esfuerzo de Siria por liberar los alrededores de su capital y la desorganización que la elección presidencial provocaría en Rusia. Como resultado de esas manipulaciones, el Reino Unido empujaría a Estados Unidos a bombardear Damasco, incluyendo el palacio presidencial, y exigiría a la Asamblea General de la ONU que excluyera a Rusia del Consejo de Seguridad.

Pero los servicios de inteligencia de Siria y Rusia recibieron información de lo que se tramaba. Y adquirieron la certeza de que los agentes estadounidenses que estaban preparando, en Guta, un ataque químico contra la propia Guta no dependían del Pentágono sino de otra agencia estadounidense.

En Damasco, el viceministro sirio de Exteriores, Faisal Mekdad, convocó con carácter urgente, el 10 de marzo de 2018, una conferencia de prensa para alertar a sus conciudadanos. Por su parte, Moscú trató primeramente de dirigirse a Washington por vía diplomática. Pero, consciente de que el embajador estadounidense en Rusia, Jon Huntsman Jr., es miembro del consejo de administración de Caterpillar, firma estadounidense que proporcionó a los yijadistas el equipamiento especial para la construcción de los túneles necesarios para sus fortificaciones, optó después por evitar los canales diplomáticos normales.

Veamos cómo fueron encadenándose los acontecimientos:

12 de marzo de 2018
El Ejército Árabe Sirio ocupa en Guta dos laboratorios de armas químicas —el primero, el 12 de marzo, en la localidad de Aftris y el segundo, al día siguiente, en Chifonya. Mientras tanto, la diplomacia rusa trata de que la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) se implique en la investigación criminalística sobre el incidente de Salisbury.

En Londres, ante la Cámara de los Comunes, la primera ministra británica, Theresa May, acusa violentamente a Rusia de haber ordenado el atentado de Salisbury. La señora May afirma que el ex-doble agente Serguei Skripal y su hija Yulia fueron envenenados con una sustancia militar neurotóxica «desarrollada por Rusia» bajo el nombre de «novichok». Dando por sentado que el Kremlin ve a los rusos desertores como blancos legítimos, la señora May declara que es altamente probable que la orden para cometer el crimen haya salido de allí.

El novichok se conoce a través de lo que han revelado dos personalidades soviéticas, Lev Fiodorov y Vil Mirzayanov. En julio de 1992, el sabio Fiodorov publicó en el semanario ruso Top Secret (Совершенно секретно) un artículo donde alertaba contra el uso —por parte de los occidentales— de armas concebidas en la Unión Soviética. Fiodorov estimaba que los occidentales podían sentirse tentados a utilizar esas armas para destruir el medio ambiente en Rusia y convertir ese país en un lugar donde fuese imposible vivir. En octubre de 1992, Lev Fiodorov publicó en Novedades de Moscú (Московские новости) un segundo artículo, teniendo como coautor a Vil Mirzayanov, un responsable del contraespionaje, para denunciar la corrupción de varios generales y revelar que esos altos militares estaban traficando con novichok. Pero Fiodorov y su coautor ignoraban a quién podían estar vendiendo esa sustancia. Mirzayanov fue arrestado por alta traición y posteriormente liberado. Fiodorov falleció en Rusia en agosto de 2017, pero Mirzayanov vive exiliado en Estados Unidos, donde colaboró con el Departamento de Defensa.

El ex-oficial del contraespionaje ruso Vil Mirzayanov desertó yéndose a Estados Unidos. Hoy tiene 83 años y comenta el caso Skripal desde Boston.

El novichok se fabricaba en un laboratorio soviético situado en Nukus, en el actual Uzbekistán. Al desaparecer la Unión Soviética, un equipo especializado estadounidense trabajó en su destrucción. Eso quiere decir que Uzbekistán y Estados Unidos necesariamente tuvieron en su poder muestras del novichok y lo estudiaron. Por consiguiente, son capaces de producirlo.

El ministro británico de Exteriores, Boris Johnson, convoca al embajador de la Federación Rusa en Londres, Alexander Vladimirovich Yakovenko, y le plantea un ultimátum de 36 horas para que Rusia verifique si le falta alguna cantidad de novichok en su arsenal. El embajador ruso le responde que no puede faltar ninguna cantidad de novichok simplemente porque Rusia destruyó todas las armas químicas heredadas de la Unión Soviética, como consta en los documentos de verificación elaborados y aprobados por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Después de una conversación telefónica con Boris Johnson, el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, condena él también a Rusia por el atentado de Salisbury.

Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU celebraba un debate sobre la situación en Guta. La representante permanente de Estados Unidos, Nikki Haley, declara entonces: «Hace cerca de un año, luego del ataque con gas sarín perpetrado en Jan Sheijun por el régimen sirio, Estados Unidos advirtió al Consejo [de Seguridad]. Dijimos que ante la inacción sistemática de la comunidad internacional, los Estados se ven a veces obligados a actuar por sí mismos. El Consejo de Seguridad no actuó y Estados Unidos golpeó la base aérea desde donde Assad había lanzado su ataque químico. Hoy reiteramos la misma advertencia.»

Los servicios de inteligencia rusos ponen en circulación varios documentos del estado mayor de Estados Unidos que muestran que el Pentágono está listo para bombardear el palacio presidencial y los ministerios sirios, siguiendo el esquema ya utilizado durante la toma de Bagdad —del 3 al 12 de abril de 2003.

Al comentar la declaración de Nikki Haley, el ministerio de Exteriores de Rusia, que siempre ha calificado la historia de Jan Sheijun de «manipulación occidental», revela que las informaciones falsas que en aquel momento engañaron a la Casa Blanca, llevándola a bombardear la base aérea siria de Sheyrat, provenían de un laboratorio británico que nunca aclaró cómo consiguió las «muestras».

13 de marzo de 2018
El ministerio de Exteriores ruso publica un comunicado condenando una posible intervención militar de Estados Unidos y anunciando que si algún ciudadano ruso resulta afectado en Damasco, Moscú responderá de manera proporcional ya que el presidente de la Federación Rusa es responsable de la seguridad de sus conciudadanos.

Evadiendo la vía diplomática normal, el general Valeri Guerásimov, jefe del estado mayor ruso, se pone en contacto con su homólogo estadounidense, el general Joseph Dunford, para ponerlo al tanto sobre sus temores de que se produzca un ataque químico del tipo false flag (bandera falsa) en Guta. El general Dunford toma el asunto muy en serio y avisa al secretario de Defensa, el general Jim Mattis, quien a su vez transmite la información al presidente Donald Trump. Ante la seguridad de los rusos de que este golpe bajo se prepara a espaldas del Pentágono, la Casa Blanca solicita al director de la CIA, Mike Pompeo, que identifique a los responsables del complot.

No sabemos el resultado de esa investigación interna pero, en todo caso, el presidente Trump adquiere la convicción de que su secretario de Estado, Rex Tillerson, está implicado. Tillerson recibe de inmediato órdenes de interrumpir su viaje oficial a África y regresar a Washington.

Theresa May escribe al secretario general de la ONU acusando a Rusia de haber ordenado el atentado de Salisbury y solicitando una reunión urgente del Consejo de Seguridad. Sin esperar respuesta, la primera ministra británica expulsa a 23 diplomáticos rusos.

A pedido de la presidente de la Comisión del Interior de la Cámara de los Comunes, Yvette Cooper, la secretaria británica del Interior, Amber Rudd, anuncia que el MI5 va a reabrir 14 investigaciones sobre muertes que, según fuentes estadounidenses, pudieran ser resultado de asesinatos ordenados por el Kremlin.

Sede del MI5, en Thames House, Londres


Con ese acto, el gobierno británico adopta las teorías de la profesora Amy Knight. El 22 de enero de 2018, esta sovietóloga estadounidense había publicado un libro muy extraño: Órdenes de matar: el régimen de Putin y el asesinato político. Amy Knight, considerada «la» especialista sobre el desaparecido KGB, trata de demostrar que Vladimir Putin es una especie de asesino en serie responsable de docenas de asesinatos políticos, desde los atentados perpetrados en Moscú en 1999 hasta el bombazo del Maratón de Boston, en 2013, pasando por la ejecución de Alexander Litvinenko en Londres, en 2006, y la de Borís Nemtsov en Moscú, en 2015. Pero confiesa que en realidad no hay ninguna prueba de las acusaciones que publica.

Los liberales europeos se incorporan al coro. El ex-primer ministro belga, Guy Verhofstadt, quien ahora preside el grupo liberal en el Parlamento Europeo, exhorta la Unión Europea a adoptar sanciones contra Rusia. Su homólogo a la cabeza de los liberales británicos, Sir Vince Cable, propone un boicot europeo contra la Copa Mundial de Fútbol. Buckingham Palace anuncia desde ya que la familia real británica anula su viaje a Rusia.

La autoridad británica de regulación de los medios de difusión (Ofcom) anuncia que podría prohibir la televisora Russia Today en represalia por el atentado de Salisbury, aunque ese canal ruso no ha cometido ninguna violación de las leyes británicas.

En Moscú, el ministerio ruso de Exteriores convoca al embajador británico y le informa que en poco tiempo le serán comunicadas las medidas rusas de respuesta a la expulsión de los diplomáticos rusos de Londres.

Por su parte, el presidente Trump anuncia a través de Twitter que Rex Tillerson, con quien todavía no ha entrado en contacto, sale de su administración. Tillerson es reemplazado como secretario de Estado por Mike Pompeo, hasta entonces director de la CIA, quien había confirmado el día anterior la autenticidad de las informaciones que Rusia había hecho llegar al general Dunford. Al llegar Tillerson a Washington, el general John Kelly, jefe del equipo de trabajo de la Casa Blanca, le confirma que ya no es secretario de Estado.

Rex Tillerson, ex-presidente de la transnacional más grande del mundo, ExxonMobil, se creía intocable. Para su gran sorpresa, Donald Trump lo «despidió» de manera fulminante. Tillerson se puso al servicio del mundo anglosajón pero Trump lo considera un traidor a su país.

El ahora ex-secretario de Estado Rex Tillerson proviene de la burguesía texana. Su familia y él mismo han invertido en los scouts (jóvenes exploradores) estadounidenses, asociación que presidió a nivel nacional de 2010 a 2012. Culturalmente cercano a Inglaterra, al convertirse en presidente de la megatransnacional ExxonMobile (de 2006 a 2016), Tillerson no vaciló en emprender una campaña políticamente correcta para que los jóvenes homosexuales fuesen aceptados como scouts… y también para reclutar mercenarios en la Guayana británica. Al parecer, Tillerson es miembro de la Pilgrims Society, el más prestigioso club anglo-estadounidense presidido por la reina Isabel II. En la administración Obama había numerosos miembros de la Pilgrims Society.

Mientras fue secretario de Estado, los excelentes modales de Tillerson fueron una carta de triunfo para Donald Trump, a quien la alta sociedad estadounidense considera una especie de payaso. Tillerson entró en conflicto con el presidente sobre 3 temas importantes, que nos permiten determinar la ideología de los conspiradores:
—Al igual que Londres y que el Estado Profundo estadounidense, Tillerson creía útil demonizar a Rusia para consolidar el poder de los anglosajones dentro del bando occidental;
—al igual que Londres, Tillerson pensaba que para mantener el colonialismo occidental en el Medio Oriente había que favorecer al presidente iraní Hasán Rouhaní en contra del Guía de la Revolución, el ayatolá Jamenei. Por eso respaldaba el acuerdo 5+1;
—al igual que el Estado Profundo estadounidense, Tillerson consideraba que el acercamiento de Corea del Norte a Estados Unidos debía mantenerse en secreto y ser utilizado para justificar un despliegue militar, dirigido en realidad contra China. O sea, Tillerson era favorable a la apertura oficial de conversaciones con Pyongyang, pero se oponía a un encuentro entre los dos jefes de Estado.

14 de marzo de 2018
Washington todavía se encuentra en estado de shock cuando Theresa May interviene nuevamente ante la Cámara de los Comunes para desarrollar su acusación, mientras los diplomáticos británicos en todo el mundo hacen uso de la palabra en numerosas organizaciones intergubernamentales para transmitirles el mensaje de Londres. «Respondiendo» a la primera ministra, el diputado Chris Leslie —miembro de la corriente de Tony Blair— califica a Rusia de Estado renegado y pide que se suspenda el estatus de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Theresa May se compromete a analizar la cuestión, aunque subraya que esa decisión sólo puede tomarse en la Asamblea General de la ONU, para evadir el veto ruso en el Consejo.

El Consejo del Atlántico Norte —instancia suprema de la OTAN— se reúne en Bruselas a solicitud del Reino Unido. Los 29 Estados miembros de la OTAN vinculan el uso de armas químicas en Siria con el atentado de Salisbury y consideran a Rusia «probablemente» responsable de ambas cosas.

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, y la representante permanente del Reino Unido, Sarah MacIntosh, ante el Consejo del Atlántico Norte. Sarah MacIntosh fue directora de Asuntos de Defensa e Inteligencia en el ministerio británico de Exteriores, puesto que ahora ocupa Jonathan Allen, actual encargado de negocios británico en la sede de la ONU.

En Nueva York, el representante permanente de Rusia, Vasily Nebenzya, propone a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU la adopción de una declaración que exprese la voluntad de todos ellos de aclarar el atentado de Salisbury y que ponga la investigación en manos de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas conforme al más estricto respeto de los procedimientos y normas internacionales. Pero el Reino Unido rechaza la totalidad del texto porque no menciona a Rusia como «probablemente responsable» del incidente.

Durante el subsiguiente debate público del Consejo de Seguridad es el encargado de negocios Jonathan Allen quien representa al Reino Unido. Jonathan Allen es un agente del MI6. Es el creador del servicio británico de propaganda de guerra (RICU, siglas de Research Information and Communications Unit) y ha participado activamente en el apoyo a los yijadistas en Siria. Este personaje declara: «Rusia ya ha interferido en los asuntos de los demás países. Rusia ha violado el derecho internacional en Ucrania. Rusia desprecia la vida de los civiles, como demuestra el ataque contra un avión comercial sobre Ucrania por parte de mercenarios rusos. Rusia protege el uso de armas químicas por parte de Asad (…) El Estado ruso es responsable de este intento de asesinato». El representante permanente de Francia, Francois Delattre —formado en el Departamento de Estado estadounidense gracias a una derogación emitida por el presidente Nicolas Sarkozy—, interviene para recordar que Francia ha lanzado una iniciativa para poner fin a la impunidad de quienes utilicen armas químicas y da a entender que esa iniciativa, dirigida contra Siria, podría volverse contra Rusia.

El embajador de Rusia, Vasily Nebenzya, recuerda que el Consejo de Seguridad fue convocado a pedido de Londres, pero que la sesión es pública porque así lo solicitó Moscú. Observa que el Reino Unido viola el derecho internacional desde el momento en que trae el tema al Consejo de Seguridad mientras que mantiene a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas al margen de su investigación. Resalta que si Londres ha sido capaz de identificar el novichok es porque tiene la fórmula y que, por ende, los británicos también pueden fabricarlo. Recuerda además que Rusia ha expresado su deseo de colaborar con la Organización para la Prohibición de Armas Químicas en el más estricto respeto de todos los procedimientos internacionales.

15 de marzo de 2018
El Reino Unido publica una declaración común, firmada el día anterior junto a Francia y Alemania, y por Rex Tillerson, quien todavía era secretario de Estado de Estados Unidos. El texto se hace eco de las sospechas británicas, denuncia el uso «de un agente neurotóxico de calidad militar, de un tipo desarrollado por Rusia» y afirma que es «altamente probable que Rusia sea responsable del ataque».

El Washington Post publica una tribuna del ministro británico de Exteriores Boris Johnson mientras que el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, adopta nuevas sanciones contra Rusia. Esas sanciones no están vinculadas al asunto de Salisbury sino a las alegaciones de injerencia en la vida pública estadounidense. Sin embargo, el decreto cita el atentado de Salisbury como prueba de las pérfidas intenciones de Rusia.

Gavin Williamson, el joven secretario de Defensa británico, declara que después de la expulsión de sus diplomáticos, Rusia tendrá que «cerrar el pico» (sic). Es la primera vez desde el fin de la 2GM que un dirigente de un Estado miembro permanente del Consejo de Seguridad utiliza ese tipo de vocabulario contra otro Estado miembro de ese Consejo. El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, comenta: «Es un joven encantador. Seguramente quiere ganarse un lugar en la historia haciendo declaraciones chocantes (…) Quizás le falta educación».

El Reino Unido nunca ha vacilado, a lo largo de su historia, en traicionar su palabra para imponer sus intereses. Así se ganó la clásica apelación de «pérfida Albión», en referencia al nombre en latín de Inglaterra.

Conclusión
En cuatro días, el Reino Unido y sus aliados han sentado las premisas de una nueva división del mundo, de una guerra fría.

Pero Siria no es Iraq y la ONU no es el G8 —grupo del que Rusia se vio excluida luego de la adhesión de Crimea a la Federación Rusa y del respaldo ruso a Siria. Estados Unidos no destruirá Damasco y Rusia no será excluida del Consejo de Seguridad de la ONU.

Luego de retirarse de la Unión Europea y de haberse negado a firmar la declaración que proponía China sobre la ruta de la seda, el Reino Unido creyó realzar su imagen eliminando a un competidor. Con esta sucia maniobra, Londres creyó poder alcanzar una nueva dimensión y convertir el Reino en la «Global Britain» que la señora May anunciaba. Lo que ha logrado es destruir su propia credibilidad.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article200235.html

¿SUPERPOBLACIÓN? EL MUNDO PODRÍA VIVIR EN TEXAS.


Según las últimas estimaciones, la humanidad podría alcanzar los 10 mil millones de personas en 2050. Las dudas sobre cómo alimentar una población en crecimiento han llevado a numerosos organismos a recomendar controles sobre la natalidad, pero ¿nos dirigimos realmente hacia una época de escasez de recursos?

El informe publicado por la FAO el pasado 22 de febrero analizaba la situación actual de la agricultura, así como los retos que definirán su futuro. El punto de partida es el incremento de la producción de alimentos en los últimos años, lo que nos permitiría afirmar que estamos viviendo una nueva Revolución Agrícola. Sin embargo, el organismo dependiente de la ONU también planteaba sus dudas sobre la capacidad del sector para alimentar una población en continuo crecimiento, tanto por los límites de la capacidad productiva como por el agotamiento de las reservas de agua y el impacto sobre el medio ambiente.

En realidad el informe refleja una inquietud que en las últimas décadas ha estado muy presente en la opinión pública, y en este sentido son muchas las voces del ámbito económico que defienden la necesidad de implantar medidas para limitar el crecimiento demográfico, especialmente a través de controles de la natalidad. Estas opiniones suponen en cierta medida un retorno al pensamiento maltusiano, el cual señala la incompatibilidad de las posibilidades productivas de la agricultura (que crecen de forma sumatoria o aritmética) con la evolución de la población (que lo hace de forma exponencial o geométrica). El resultado sería un problema de superpoblación, provocando escasez de alimentos y por tanto una mayor mortalidad que limitaría el aumento demográfico. En este artículo estudiaremos el planteamiento maltusiano a la luz de la evidencia empírica actual.


La población, por su parte, ha tenido desde los años 90 un comportamiento muy diferente al supuesto por los maltusianos, al presentar un ritmo de crecimiento (1,47% como media anual) inferior al de la producción de alimentos (2,9%). Como hemos comentado anteriormente, esta disparidad se ha traducido en una mejor alimentación de las personas, como puede observarse al estudiar las tendencias en las distintas regiones del mundo. Afortunadamente, si en 1990 el consumo diario de kilocalorías por persona de los asiáticos y africanos no llegaba al nivel mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (unas 2.500 kilocalorías al día), hoy todos los continentes superan con creces ese nivel y parecen dirigirse hacia la convergencia.

Como es natural, no faltan objeciones a este planteamiento, argumentando que el crecimiento de la producción agrícola no es sostenible a largo plazo debido a una creciente presión sobre los recursos, especialmente el agua. Sin embargo, es importante recordar que este incremento no se debe a una mayor cantidad de recursos empleados sino a una mayor inversión en capital fijo, a nuevas técnicas empleadas y a la liberalización comercial. Además, las innovaciones agrícolas en los últimos años han demostrado que es posible reducir el consumo de agua y aumentar la producción al mismo tiempo: la solución pasa, de esta manera, por seguir modernizando el sector.

Por otra parte, la reducción de la natalidad podría provocar a su vez otros problemas, especialmente relacionados con la sostenibilidad de las políticas sociales a largo plazo. Recordemos que en países desarrollados como España, o incluso en otros con las tasas de ahorro más altas del planeta, como Alemania y Japón, el envejecimiento demográfico ya supone una carga creciente sobre el sistema sanitario y de pensiones. Este problema se ha hecho evidente en Grecia, donde el gobierno se vio obligado a realizar duros recortes en las jubilaciones: sencillamente, la población activa del país no es capaz de crear la riqueza suficiente como para asegurar un nivel de vida más elevado a los pensionistas. Por lo tanto, si una población en retroceso ya puede lastrar el crecimiento en países con renta per cápita media y alta, es difícil imaginar el impacto que esta situación podría tener sobre los habitantes de las zonas más pobres del planeta, con tasas de ahorro muy reducidas y donde las pensiones apenas alcanzan para vivir. Por este motivo es posible que los controles de natalidad, que en principio buscan generar economías más sostenibles, puedan crear problemas de sostenibilidad mucho más graves a largo plazo.

Como ya hemos comentado, la población mundial está en crecimiento, y se espera que llegue a los 9,7 mil millones en 2050. Las cifras pueden parecer alarmantes, pero no lo son tanto si se considera la superficie habitable total de la Tierra. De hecho, si consideramos un espacio de unos 100 metros cuadrados por persona (una densidad de población que existe en ciudades como Nueva York), la población mundial solamente ocuparía un espacio de unos 648.544 kilómetros cuadrados: exactamente el tamaño del estado de Texas. Por otra parte, cuando se habla de problemas de superpoblación se ponen como ejemplo ciudades que albergan millones de personas como Calcuta o El Cairo, donde un exceso de habitantes aumenta la marginalidad social. Sin embargo, con frecuencia se olvida que se trata de enclaves en países subdesarrollados, pero también hay casos de otros con mayor nivel de vida (como Londres, Singapur o Nueva York) donde no parece que se esté produciendo este fenómeno. El problema, por lo tanto, no es un exceso de población, sino el desarrollo económico. Contrariamente a lo que defiende el pensamiento maltusiano, la experiencia demuestra que son la acumulación de capital y la innovación, en el contexto de un mercado libre, quienes mejoran la calidad de vida de las personas, y no los controles sobre la natalidad.

Fuente: http://economipedia.com/actual/superpoblacion-mundo-podria-vivir-texas.html

La política exterior del presidente de Francia Emmanuel Macron.

Según el presidente francés Emmanuel Macron, «France is back!». Lo proclama exactamente así… en inglés. Dice que Francia pretende desempeñar nuevamente un papel a escala internacional, luego de 10 años de confusión. Pero este presidente nunca ha explicado qué política pretende aplicar. Retomando elementos que ya ha mencionado desde Voltairenet, y situándolos de nuevo tanto en el contexto europeo como en la Historia de Francia, Thierry Meyssan analiza el viraje que acaba de iniciarse.

Brigitte, Emmanuel Macron, Donald, Melania Trump

Cuando Emmanuel Macron se presentó como candidato a la presidencia de la República Francesa, no sabía absolutamente nada en materia de relaciones internacionales. Su mentor, Jean-Pierre Jouyet, jefe de la Inspección General de Finanzas —un órgano de 300 altos funcionarios—, hizo que le impartieran una formación acelerada en la materia.

El prestigio de Francia se había debilitado considerablemente a causa de sus dos presidentes anteriores, Nicolas Sarkozy y François Hollande. Debido a su falta de prioridades y sus innumerables bandazos, la posición de Francia se veía «inconsistente». Así que Emmanuel Macron inició su mandato presidencial reuniéndose con la mayor cantidad posible de jefes de Estado y/o de gobierno, para mostrar que Francia estaba reposicionándose como potencia mediadora, capaz de conversar con todos.

Después de estrechar muchas manos y de asistir a numerosas cenas, Emmanuel Macron tenía que dar algún contenido a su política. Jean-Pierre Jouyet propuso mantenerse del lado de los atlantistas, apostando por los demócratas estadounidenses que —según Jouyet— deberían acabar por retornar a la Casa Blanca, quizás incluso antes de las elecciones de 2020. O sea, mientras que los británicos salen de la Unión Europea, Francia fortalece estrechamente su alianza con Londres y conserva a la vez sus vínculos con Berlín. Habría que reenfocar la Unión Europea hacia la gobernanza del euro, poner fin al libre intercambio con los socios que no lo respeten y crear grandes empresas de internet capaces de rivalizar con las llamadas GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon). Habría que dotarse también de une defensa común contra el terrorismo y, junto a sus aliados, implicarse en la lucha contra la influencia rusa. Francia proseguiría además su acción militar en el Sajel y el Levante.

En septiembre de 2017, Jean-Pierre Jouyet fue nombrado embajador de Francia en Londres. En enero de 2018, Francia y el Reino Unido reactivaban su cooperación diplomática y militar. También en enero, el Reino Unido y Francia formaban una instancia secreta, el «Pequeño Grupo», para reactivar la colonización franco-británica del Levante.

Esta política, que nunca se ha debatido públicamente, pasa por alto tanto la Historia de Francia como el reclamo alemán de desempeñar un papel político internacional más importante. La cuarta economía del mundo sigue viéndose relegada —70 años después de su derrota militar— a un papel secundario.

En cuanto al mundo árabe, el presidente Emmanuel Macron —graduado de la Escuela Nacional de Administración (ENA) y ex-asalariado de Rothschild & Cie— adoptó el enfoque de sus dos consultantes en la materia: el franco-tunecino Hakim El Karoui —otro ex-asalariado de Rothschild & Cie— sobre lo concerniente al Magreb y el ex-embajador de Francia en Damasco Michel Duclos —otro graduado de la ENA— en lo tocante al Levante. El Karoui no es un producto de la integración republicana sino de la alta burguesía transnacional. Es un hombre que exhibe un discurso republicano en el plano internacional mientras que plantea un discurso diferente —comunitario— en el plano interno. Duclos es un auténtico neoconservador, formado en Estados Unidos —en tiempos de la administración de Bush Jr.— por Jean-David Levitte.

Pero El Karoui todavía no ha entendido que la Hermandad Musulmana es un instrumento del MI6 británico y Duclos aún no comprende que Londres sigue sin digerir los acuerdos Sykes-Picot-Sazonov, que le costaron la mitad de su imperio en el Medio Oriente. Al ignorar esos factores, El Karoui y Duclos no ven problema alguno en la nueva «Entente Cordiale» de Macron con Theresa May.

Sergei Sazonov

Ya se perciben ciertas incoherencias en esta política. En aplicación de las decisiones del «Pequeño Grupo», Francia ha vuelto a la costumbre que tenía el equipo del hoy ex-presidente Hollande y que consiste en prestar su voz en la ONU a las posiciones de sus empleados de la oposición siria (los que se identifican con la bandera del mandato francés sobre Siria).

Pero la situación ha cambiado mucho. La carta del actual presidente de la «comisión siria de negociación», Naser al-Hariri, carta que Francia presentó en su propio nombre en el Consejo de Seguridad de la ONU, injuria no sólo a Siria sino también a Rusia. O sea, al hacerse portadora de esa carta, Francia acusa a una de las dos principales potencias del mundo de cometer crímenes contra la humanidad, contradiciendo con ello la posición «mediadora» que supuestamente Francia tendría que mantener como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Si bien Moscú optó por ignorar esa torpeza diplomática de París, la respuesta de Damasco, en cambio, fue tajante.

En definitiva, la política de Emmanuel Macron no difiere de las que aplicaron Nicolas Sarkozy y François Hollande, aunque, debido a la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, esta política de Macron se apoya más en el Reino Unido que en Estados Unidos. El nuevo presidente de Francia da continuación a la idea de proporcionar a sus transnacionales una reactivación económica, pero no en Francia sino en su antiguo imperio colonial. Es la misma opción que adoptó en otros tiempos el socialista Guy Mollet, uno de los fundadores del Grupo de Bilderberg.

Guy Mollet

En 1956, como primer ministro de Francia, Guy Mollet se alió con Londres y Tel Aviv para conservar el control sobre el Canal de Suez, nacionalizado por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. Guy Mollet llegó a proponer a su homólogo británico, Anthony Eden, que Francia se convirtiera en miembro del Commonwealth, jurando fidelidad a la Corona británica, y que los franceses adoptaran el mismo tipo de ciudadanía que los irlandeses del norte. Ese proyecto de renuncia a la República e integración de Francia al Reino Unido, bajo la autoridad de la reina Isabel II, nunca se discutió públicamente.

Anthony Eden en 1957

¿Qué importa el ideal de igualdad de derechos que la Revolución Francesa proclamara en 1789? ¿Qué importa la condena del colonialismo expresada por el Pueblo francés ante el golpe de Estado abortado en 1961? Para el Poder, la política exterior no es una cuestión de democracia.

El nuevo arsenal nuclear ruso restaura la bipolaridad del mundo.

Los expertos se interrogaban sobre la posible evolución del orden mundial hacia un sistema multipolar o simplemente tripolar. Pero los rapidísimos avances de la tecnología militar rusa imponen el regreso a una organización bipolar. Aquí pasamos revista a las enseñanzas de los 3 últimos años, hasta el momento de las revelaciones que hizo el presidente Vladimir Putin el 1º de marzo de 2018.

Regreso al punto inicial del juego. Cegado por una superioridad que creyó eterna, Estados Unidos no vio venir el regreso de Rusia a la posición de gran potencia militar.

Rusia y sus aliados se habían comprometido, durante el segundo trimestre de 2012, a desplegar en Siria una fuerza de paz en cuanto se concluyera el acuerdo de Ginebra.

Pero el contexto cambió totalmente cuando Francia reactivó la guerra contra Siria, en julio de 2012. Rusia había dado los pasos necesarios para que la ONU otorgara su reconocimiento a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y así poder desplegar en Siria soldados musulmanes, principalmente de Kazakstán, pero nada llegó a hacerse en ese sentido. A pesar de los pedidos de ayuda de Damasco, Moscú se mantuvo en silencio por un largo periodo. Habría que esperar aún 3 años, antes de que llegara a Siria la aviación rusa y comenzara a bombardear las instalaciones subterráneas de los yijadistas.

Durante esos 3 años se produjeron diversos incidentes militares entre Rusia y Estados Unidos. El Pentágono se quejó, por ejemplo, de la extraña agresividad de los bombarderos rusos que se aproximaban a las costas estadounidenses. En Damasco, todos trataban de explicarse el silencio ruso, preguntándose incluso si Moscú había olvidado sus compromisos. Pero no era esa la causa de aquel silencio. Rusia estaba conformando en secreto un nuevo arsenal y se hizo presente sólo cuando pensó que estaba listo.

Desde el inicio de su intervención, las fuerzas armadas rusas instalaron un sistema que no interfiere los sistemas de mando de la OTAN sino que los desconecta en un radio de 300 kilómetros a partir de la ciudad siria de Latakia. Posteriormente, desplegaron ese mismo sistema en la región del Mar Negro y en Kaliningrado. Además de sus nuevos aviones, Rusia utilizó misiles crucero dotados de mayor precisión que los de Estados Unidos y que fueron lanzados por la marina de guerra rusa desde el Mar Caspio. El mes pasado [febrero de 2018], Rusia puso a prueba, en el campo de batalla, aviones multipropósito con capacidades hasta ahora desconocidas.

Según los generales estadounidenses presentes en el terreno, ahora resulta que el ejército ruso dispone de fuerzas convencionales más eficaces que las de Estados Unidos. Pero sus homólogos del Pentágono siguen convencidos de la superioridad estadounidense, creyéndola eterna, y todavía albergan dudas sobre el progreso ruso. Según estos últimos, es simplemente ridículo comparar las fuerzas armadas rusas con las de Estados Unidos, por ser el presupuesto militar estadounidense 8 veces superior al de la Federación Rusa. Sin embargo, en la ciencia militar la comparación entre los desempeños de dos ejércitos rivales nunca se ha limitado al monto de sus presupuestos, algo que Vladimir Putin señaló al mencionar la calidad excepcional de los soldados rusos en relación con los de Estados Unidos.

En todo caso, si las fuerzas armadas de la Federación Rusa son un poco mejores en materia de guerra convencional, también es cierto que no pueden desplegarse simultáneamente en varios teatros de operaciones y que Washington conserva su superioridad nuclear.

La entrada en guerra, el 24 de febrero de 2018, de la infantería rusa en la Guta Oriental, o sea en las afueras de Damasco, es sin dudas resultado de un acuerdo con Estados Unidos, que se ha comprometido a no implicarse más en Siria y, por tanto, a no reproducir en suelo sirio el acoso que Washington orquestó contra el Ejército Rojo en el Afganistán de los años 1980. Es también muestra de que el Pentágono teme que el ejército ruso le pague ahora con la misma moneda en otros lugares del mundo.

Y es precisamente en este contexto que el presidente Putin viene a cuestionar la superioridad nuclear de Estados Unidos. En su intervención ante el Parlamento, el 1º de marzo de 2018, el presidente ruso anunció que su país posee ahora un asombroso arsenal nuclear.

Los programas que anunció ya eran más o menos conocidos desde hace tiempo, pero los expertos creían que aún pasaría mucho tiempo antes de que llegaran a su fase operativa, fase que ya alcanzó la mayor parte de ese armamento. Habría que preguntarse como se logró esto sin que los servicios de inteligencia estadounidenses pudiesen detectarlo. Así sucedió, por ejemplo, con el Sukhoi-57, que ya pasó su bautismo de fuego —en condiciones de combate—, hace 3 semanas, aunque la CIA no esperaba verlo listo antes del año 2025.

Vladimir Putin dio a conocer el nuevo arsenal de la Federación Rusa. El misil intercontinental Sarmat, nombre de un antiguo pueblo ruso que consideraba iguales a mujeres y hombres, retoma la técnica de la «cabeza orbital», que ya había garantizado la superioridad soviética en los años 1970 y que la Unión Soviética había abandonado debido a la firma y ratificación [sólo por parte de la URSS] de los acuerdos SALT II. Pero el Senado estadounidense nunca ratificó dichos acuerdos, provocando así su caducidad. El tipo de misil llamado de «cabeza orbital» tiene alcance ilimitado. Su cabeza se sitúa primero en órbita y, en el momento de su uso, reingresa a la atmósfera terrestre y se precipita sobre el blanco designado. Los tratados que prohíben la nuclearización del espacio prohíben poner una carga nuclear en órbita de forma permanente. Pero no prohíben hacerla salir al espacio durante una etapa de su trayectoria. Eso es lo que hace el misil Sarmat y, en el estado actual de los conocimientos resulta imposible interceptarlo durante esa etapa de su trayectoria. O sea, el misil Sarmat es disparado, sale al espacio durante parte de su recorrido y reingresa en la atmósfera cuando se abate sobre su objetivo en cualquier lugar del planeta.

RS-28 Sarmat


Carter y Brézhnev firmando el acuerdo SALT II.

El misil Kinzhal (Daga) se lanza desde un bombardero para alcanzar una velocidad hipersónica, o sea al menos 5 veces la velocidad del sonido. Esa velocidad hipersónica lo hace, evidentemente, imposible de interceptar. Ya fue puesto a prueba exitosamente, hace 3 meses.


Rusia dispone también de un motor nuclear miniaturizado al extremo de poder garantizar el desplazamiento de un misil crucero dotado de una carga nuclear. Los misiles crucero son capaces de seguir trayectorias imprevisibles y este nuevo motor nuclear les garantiza una autonomía de vuelo prácticamente infinita, lo cual implica un alcance ilimitado.

Instalado en un drone submarino, ese motor nuclear de nuevo tipo permite al artefacto submarino no tripulado desarrollar una velocidad varias veces superior a la de los submarinos clásicos y transportar una carga nuclear considerable a través de largos trayectos. Además del efecto destructivo de su impacto, esa carga nuclear es capaz de provocar un tsunami, o sea una ola de 500 metros de altura a lo largo de cualquier costa oceánica.

Rusia está desarrollando también el proyectil hipersónico Avangard. Además de transitar por el espacio exterior como el misil intercontinental Sarmat y de ser capaz de desarrollar una velocidad hipersónica similar al Kinzhal, el Avangard se caracteriza por sus posibilidades de modificar su trayectoria durante la fase de vuelo.

Estas nuevas armas rusas han sido concebidas para burlar y convertir en algo inútil el «escudo antimisiles» que el Pentágono ha venido desplegando, creando una base tras otra, a través del mundo desde unos 40 años. No es un problema de superioridad en cuanto a fuerza sino de concepción técnica. El principio mismo del «escudo antimisiles» no constituye una defensa válida ante este armamento.

Peor aún, el presidente Putin anunció también un arma láser cuyas características no especificó y que al parecer es capaz de interceptar parte de los vectores estadounidenses existentes.


Por el momento, los estados mayores de los países miembros de la OTAN dicen no creer ni una palabra de esos anuncios, que les parecen cosa de ciencia ficción.

Pero la Historia nos ha enseñado que Rusia, donde en vez de póquer se juega ajedrez, no suele recurrir a la exageración o el engaño cuando se refiere a su arsenal. A menudo ha dado a entender que algún arma en fase de estudio ya estaba en fase operativa, pero nunca anunció oficialmente tener «listo para el combate» un armamento que aún no lo estuviese. Las más de 200 nuevas armas utilizadas en Siria son más que convincentes en cuanto al avance tecnológico de los científicos rusos.

Los enormes progresos de Rusia privan a Estados Unidos del privilegio de poder asestar el primer golpe. En lo adelante, en caso de guerra nuclear, los Dos Grandes podrán «golpearse» mutuamente. Estados Unidos dispone de un número considerablemente más elevado de misiles con cargas nucleares y Rusia será capaz de interceptar muchos de ellos. Dado el hecho que cada uno de los Dos Grandes dispone de capacidades nucleares suficientes como para destruir el planeta varias veces, los dos se ven de nuevo teóricamente en condiciones de igualdad en ese tipo de enfrentamiento.

Del lado estadounidense, el complejo industrial-militar está estancado desde hace unos 20 años. El proyecto más gigantesco en toda la historia de la aviación militar —el avión de combate F-35 estadounidense— supuestamente debía reemplazar simultáneamente los F-16, los F-18 y los F-22. Pero Lockheed Martin no ha sido capaz de concebir los programas informáticos previstos y el F-35 existente no satisface en realidad los requerimientos iniciales, así que la US Air Force se plantea la necesidad de retomar la producción de los aparatos que antes planeaba desechar.

El presidente Donald Trump y su equipo han decidido atraer hacia Estados Unidos nuevas mentes para redinamizar la producción de armamento y obligar al lobby industrial-militar a satisfacer las necesidades del Pentágono, en vez de seguir vendiéndole cosas viejas rediseñadas. Pero necesitará al menos 20 años para recuperar el retraso acumulado.

Los progresos técnicos de Rusia no sólo modifican el orden mundial, restableciendo —contra todo pronóstico— un sistema bipolar sino que también obliga a los estrategas a «repensar» las maneras de hacer la guerra.

La Historia nos ha enseñado que son pocos los hombres que perciben de inmediato los cambios de paradigma en el campo militar. En el siglo XV, cuando franceses e ingleses se enfrentaron en la batalla de Azincourt, los caballeros franceses —que apenas podían moverse con sus pesadas armaduras— sufrieron una aplastante derrota ante los arqueros a pie ingleses, que incluso estaban en condiciones de inferioridad numérica… porque los jefes franceses se empeñaron en seguir la vieja táctica de recurrir a la caballería pesada subestimando el combate a distancia mediante el uso de flechas y obuses. Aún después de Azincourt, a lo largo de 100 años más, los caballeros metidos en sus pesadas armaduras siguieron cayendo ante los arqueros en los campos de batalla.

Batalla de Agincourt

En otro ejemplo mucho más reciente, desde la derrota de Sadam Husein, en 1991, durante la operación «Tormenta del Desierto», no se han visto batallas de tanques. Pero casi ningún ejército ha sabido interpretar lo sucedido. En 2006, la victoria de los pequeños grupos de combatientes del Jezbolá libanés frente a los tanques israelíes Merkava mostró fehacientemente la vulnerabilidad de ese tipo de equipamiento. Pero no son muchos los países que han sacado conclusiones de esos hechos, con excepción, por ejemplo, de Australia y Siria. Hasta Rusia sigue construyendo fortalezas rodantes que no resistirán el impacto de los RPG —también rusos— correctamente utilizados.

Merkava Mark IV en el Museo Yad La-Shiryon, Latrun

El arsenal ruso es invencible, al menos para quien trate de combatirlo con métodos tradicionales. Interceptar misiles hipersónicos, por ejemplo, resulta impensable. Quizás habría que tratar de controlarlos antes de que alcancen esa velocidad. Las investigaciones militares tendrán entonces que reorientarse hacia el control de los sistemas de mando y de comunicaciones del adversario… otro sector donde los rusos también tienen la ventaja.

ANTIFRANQUISMO


Yo sólo diré una cosa. Vale la pena ir a la cárcel por la memoria del Caudillo. Es lo menos que merece por haber consagrado su vida a España. Yo no digo que yo iré a la cárcel llegado el momento, porque esas cosas no se dicen, se hacen. Pero no hay ninguna duda de que se merece eso, y mucho más. Y los españoles de bien, en lugar de estar sufriendo porque el día de mañana, se pudiera aprobar el addendum que pretenden aprobar los frentepopulistas, deberíamos estar convencidos y conjurados en que no vamos a respetar semejante atropello, con nuestra propia libertad, e incluso con nuestras vidas. Es una cuestión de justicia. Estamos asistiendo impertérritos a que se haya calumniado durante todos estos años la memoria de aquel que fue un «padre» para nosotros, sin haber hecho prácticamente nada, pero esto debe acabar hoy. Nadie cree que algo así, puede ser posible en el futuro, pero quizá eso no sea suficiente, y debamos dejar claro a esos miserables que no hay cárceles en España suficientes para encerrar a tanto «hijo» de Franco como habemos aún en este país…

INFANTERÍA RUSA EN DAMASCO

Todos los comentaristas han resaltado durante los 4 últimos años que para Rusia era imposible desplegar tropas terrestres en Siria, frente a los yijadistas, ante el riesgo de reeditar la derrota que sufrieron en Afganistán. Pero lo que pudiera ser cierto si Moscú se enfrenta a Washington en una guerra a través de intermediarios deja de serlo si los Dos Grandes se ponen de acuerdo sobre el futuro, no sólo de Siria, sino de la región. Después de haber sido el primero en anunciar al mundo la llegada de las fuerzas armadas rusas a Siria, en 2015, Thierry Meyssan vuelve a ser el primero en anunciar el despliegue de la infantería rusa.

De izquierda a derecha: Serguéi Shoigú (ministro de Defensa), Vladimir Putin, (presidente de la Federación Rusa), y el general Alexander Bortnikov, director del FSB (el contraespionaje ruso).

Washington ha decidido relegar el proyecto de destrucción de los Estados y sociedades del Medio Oriente a un segundo plano en su orden de preocupaciones y concentrar sus esfuerzos en cómo oponerse al proyecto chino de «Ruta de la Seda». Eso es lo que parecen haber concluido el presidente Donald Trump y el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull —este último en representación de los británicos—, el 24 de febrero de 2018 en la Casa Blanca.

No se trata simplemente del tradicional conflicto entre el imperio marítimo anglosajón y el proyecto comercial terrestre chino. Se trata también del peligro que la industria china representa para todo el conjunto del mundo desarrollado. En pocas palabras: en tiempos de la Antigüedad, los europeos estaban ávidos de seda china; hoy todos los occidentales temen a la competencia de los automóviles chinos.

Al renunciar Pekín a hacer pasar la «ruta de la seda» por su trazado histórico de Mosul (Iraq) y Palmira (Siria), Estados Unidos ya no tiene interés en seguir patrocinando yijadistas para crear un Califato en territorios de esos dos países.

Fue también el 24 de febrero que Rusia y Estados Unidos presentaron la resolución 2401 al Consejo de Seguridad de la ONU, un texto que ya estaba listo desde el día anterior y en el que no se cambió ni una palabra mientras los actores fingían seguir negociándolo.

Supuestamente adoptado en respuesta a la campaña mediática francesa que pretende querer salvar a la población de la Guta, esta resolución en realidad trata sobre la solución para casi toda Siria.

El texto deja en suspenso la cuestión de la retirada de las tropas turcas y estadounidenses presentes en suelo sirio. No es imposible que las fuerzas estadounidenses rechacen irse del extremo noreste de Siria. Si China decidiese hacer pasar la ruta de la sede por Turquía, Washington estimularía a quienes pretenden crear un Kurdistán en el territorio kurdo de Turquía —si se admite que el sureste de Anatolia ha dejado de ser armenio desde la época del genocidio— para cortar el camino a Pekín.

Moscú ha desplegado nuevos aviones en la base de Hmeimim, en Siria. Entre los nuevos aparatos rusos hay 2 aviones furtivos Su-57, una joya de la tecnología que el Pentágono no se imaginaba encontrar en situación operacional antes de 2025.

Lo más importante es que Moscú, que hasta ahora había limitado su implicación en Siria al despliegue de unidades de su fuerza aérea y de algunos grupos de fuerzas especiales, ha enviado en secreto tropas de infantería.

En la mañana del 25 de febrero, fuerzas terrestres rusas entraron junto al Ejército Árabe Sirio en la Guta Oriental.

En lo adelante es imposible, para quien quiera que sea, atacar Damasco o tratar de derrocar la República Árabe Siria sin provocar automáticamente una respuesta militar rusa.

Arabia Saudita, Francia, Jordania y Reino Unido, que habían constituido en secreto un «Pequeño Grupo», el 11 de enero, para sabotear la paz de Sochi, ya no podrán emprender ninguna acción decisiva.

Los aspavientos de los ministros de Exteriores del Reino Unido y Francia, Boris Johnson y Jean-Yves Le Drian, no logran ocultar dos hechos fundamentales:
—el Kremlin y la Casa Blanca han llegado a un acuerdo;
—la presencia militar rusa en Siria es legal a la luz del derecho internacional.

La agitación franco-británica tampoco logra ocultar el hecho que la acción de los militares sirios y rusos tiene como objetivo liberar a los civiles víctimas de la ocupación yijadista.

La dura realidad, para Londres y París, es que ya no tienen ninguna posibilidad de frustrar el acuerdo entre la Casa Blanca y el Kremlin, como lo hicieron en julio de 2012. La situación en el terreno y en el mundo ha cambiado mucho desde aquel momento.

De ser necesario, fingiremos todos no saber que las dos facciones armadas presentes en la Guta Oriental (una patrocinada por Arabia Saudita y la otra por Qatar) dependían de al-Qaeda. Serán sacadas de allí con la mayor discreción y los oficiales del MI6 británico y de la DGSE francesa —que actuaban bajo la cobertura de la ONG Médicos Sin Fronteras— serán repatriados.

La guerra no ha terminado aún en la totalidad de Siria, pero en Damasco ya está terminando.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article199870.html

AGRESIÓN DISFRAZADA DE GUERRAS CIVILES

Si nos tomamos el trabajo de mirar los hechos con algo de distanciamiento, veremos que los diferentes conflictos que desde hace 16 años han ensangrentado todo el Medio Oriente ampliado, desde Afganistán hasta Libia, no han sido realmente una sucesión de guerras civiles sino la aplicación de estrategias regionales. Recordando los objetivos y tácticas de esas guerras, desde la «primavera árabe», Thierry Meyssan observa como ya se preparan las próximas.

A finales de 2010 se iniciaba una serie de guerras inicialmente presentadas como levantamientos populares: Túnez, Egipto, Libia, Siria y Yemen se vieron arrastrados por aquella «primavera árabe», reedición contemporánea de la «Rebelión árabe» iniciada por Lawrence de Arabia. La única diferencia es que ya no se trataba de utilizar a los wahabitas sino a la Hermandad Musulmana.

Bandera de la Revuelta Árabe

Todos esos acontecimientos habían sido minuciosamente planificados por el Reino Unido y desde 2004, como lo demuestran los documentos internos del ministerio británico de Exteriores revelados por Derek Pasquill. Exceptuando el bombardeo contra Trípoli, la capital libia, esos hechos fueron provocados por la aplicación de las técnicas no violentas de desestabilización concebidas por Gene Sharp, así como de la Guerra de cuarta generación de William S. Lind.

Al ser adoptado y aplicado por los ejércitos de Estados Unidos, el proyecto británico de «primavera árabe» se superpuso al del estado mayor estadounidense para la destrucción de las sociedades y Estados a escala regional, proyecto formulado por el almirante estadounidense Arthur Cebrowski, divulgado por Thomas Barnett e ilustrado por Ralph Peters.

En el segundo trimestre de 2012, los acontecimientos parecían haber tomado un giro más apacible, de manera que Estados Unidos y Rusia acordaron en Ginebra —el 30 de junio— una nueva repartición del Medio Oriente.

Pero Estados Unidos no respetó su propia firma. En julio de 2012, una nueva guerra comenzaba, en Siria, y luego en Iraq. A las acciones de pequeños grupos y comandos armados siguieron otras de gran envergadura con la participación de verdaderos ejércitos de yijadistas. Ya no era sólo una Guerra de cuarta generación sino una clásica guerra de posiciones, adaptada a las técnicas de Abu Bakr Naji.

Esta vez, conforme a los trabajos de Robin Wright, la voluntad de impedir la reapertura de la «ruta de la seda» también vino a superponerse a los dos objetivos anteriores, cuando China anunció su intención de trabajar en el restablecimiento de esa vía comercial internacional.

Los acontecimientos parecieron favorecer nuevamente el regreso a la calma durante el último semestre de 2017, luego de la caída del Emirato Islámico (Daesh), pero los promotores de estos conflictos habían invertido tanto que los partidarios de la guerra se negaban a renunciar a alcanzar sus objetivos.

Vimos entonces un intento de reactivar las hostilidades alrededor del tema kurdo. Intento que sufrió un primer fracaso en Irak, para después sufrir otro en Siria. En ambos casos, la violencia de la agresión empujó a Turquía, Irán, Iraq y Siria a unirse contra el enemigo externo.

En definitiva, el Reino Unido ha decidido seguir adelante con su objetivo inicial de dominación a través de la Hermandad Musulmana y para ello acaba de constituir un «Pequeño Grupo», cuya existencia ha sido revelada por el periodista francés Richard Labévière. Esta nueva estructura secreta incluye sólo 5 países: Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Arabia Saudita y Jordania.

Por su parte, Estados Unidos, en aplicación del «Giro hacia el Asia» de Kurt Campbell, acaba de decidir concentrar sus fuerzas en contra de China.

Mientras tanto, la opinión pública occidental sigue creyendo que el único conflicto, que ya ha devastado todo el Medio Oriente ampliado, desde Afganistán hasta Libia, es una sucesión de guerras civiles por la democracia.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article199838.html