EL CHIHUAHUA COMO ESPECIE ÚNICA E INTRANSFERIBLE...

Cuando este animal menudo, llegó a casa en brazos de mi esposa, y lo vi moverse por el piso pensé que era lo más feo que había visto en toda mi vida. Con esos ojos saltones, esas orejas enormes, y tan enana… Pero, conforme pasaban los días, y se iba ganando un lugar en nuestra pequeña familia, cambié radicalmente de opinión. Y aprendí a quererla, y ahora la veo como la «niña» más guapa del mundo.


Yo había tenido perros antes, el último un yorkshire precioso, pero ser «papá» de una chihuahua es una experiencia absolutamente distinta. Ellos se hacen literalmente dueños de tu corazón, dueños de tu casa, y hasta dueños de tu vida. Ningún animal antes me había dado tanto amor, tanta devoción, pero eso sí, son muy exigentes, y al mismo tiempo inteligentes, y saben muy bien cómo hacer valer sus «derechos» en la familia. Para colmo esta «pulga», resulta que aprendió a «cantar» con sus aullidos y ladridos. Y hace las delicias de todo aquel que la oye, claro.

Cuando cumplió dos añitos, su «mamá» decidió que debía tener una camada, porque es mejor para una perra, al menos, haber parido una vez. Desde luego, seguimos el embarazo como si ella fuera algo más que un animal. E incluso días antes del parto, nos dio un buen susto, sobre todo a mí, porque se le quedó un pequeño hueso de esos blandos atascado en la garganta, y aunque parece que consiguió tragarlo, le debió raspar el esófago y no paraba de toser y parecía que quería vomitar el hueso. Tuvimos que llevarla a urgencias, y allá solucionaron el problema, y por fin pudimos respirar... Y llegó la noche del parto, el primer cachorrito nació muerto, apenas si podía respirar, y decidimos llamar a su veterinaria, que estuvo toda la noche con nosotros. A partir de ahí, todo fue bien, y parió un macho y una hembra diminutos. La idea era vender al «nene», puesto que la hembra se la llevaba el dueño del perrito que embarazó a mi «reina», pero nos pilló en lo peor de la crisis, y nadie parecía interesado en pagar ese dinero por Rex Borbón. Por cierto, la niña se llama Julia Roberts… 
Le cogimos tanto cariño que al final se quedó en la familia. 

No os hablé de Kroshka un gato europeo común que llegó a casa entre los dos chihuahuas. Así que, con Rex ya éramos una familia numerosa, una familia feliz. Rex me dio la oportunidad de aprender aún más sobre chihuahuas, y era la versión «masculina» de la «película». Ciertamente son algo distintos, pero básicamente fue una confirmación de lo que significaba la «niña». Más amor, más devoción y más «exigencias». Ahora, si el gato es el rey de la casa, ellos, los chihuahuas, son los dueños de todo, y hay que darles su lugar en el sofá, en la cama, y sobre todo en la mesa. «Si algo de lo que comáis es bueno, también es nuestro, dicen…»

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