PSICOLOGÍA DEL NACIONALISTA

El individuo que desarrolla una actitud nacionalista cae en una disponibilidad psicológica sectaria, tribal, cuyo antecedente más definido fueron las masas del nazismo, el nacionalismo político alemán de los años 1920-40. Para llegar a ese estadio, el individuo pasa por una situación psíquica de inferioridad que domina toda su vida social y personal. Esta actitud ha sido estudiada por diversos psicólogos, de los que aquí sólo citaremos a Adler y Le Bon.

Alfred Adler nació en el seno de una familia judía vienesa en el año 1870, un par de décadas antes de que el psicoanálisis empezase a tomar forma a través de los trabajos de Sigmund Freud y Josef Breuer.

La «psicología individual» es una teoría psicológica creada en 1911 por Alfred Adler, discípulo y disidente de Freud, opuesta a su psicoanálisis. Consideraba que no es el sexo sino la voluntad de poder la base del comportamiento humano.

Sostenía que la neurosis proviene del complejo de inferioridad, producto de una insuficiencia individual. Nos proponemos demostrar que esa es la base del prototipo de individuo nacionalista vasco-catalán y la génesis del desarrollo de su nacionalismo.

Esta teoría se asienta en tres principios que determinan la conducta humana:
El sentimiento de inferioridad. Puede ser genético, orgánico o condicionado por la situación. (El consentimiento hacia ellos desarrolla aún más su complejo de inferioridad).
El esfuerzo por compensar ese sentimiento de inferioridad mediante la ambición de poder.
El sentimiento de comunidad que atenúa el sentimiento de inferioridad y controla los impulsos de poder.
Aunque se configura como una patología menor, está en la base de la intoxicación mental, el desequilibrio psíquico, la desestabilización interpersonal, el sufrimiento humano, problemas educativos y muchas enfermedades orgánicas y síndromes psíquicos.

Las personas que lo padecen son sujetos que, aun sintiéndose profundamente inferiores a los demás en uno o varios terrenos, no son capaces de admitirlo y rechazan la idea de su inferioridad, relegándola desde la esfera de lo consciente a la del inconsciente.

Equivale, de hecho, a un subdesarrollo psíquico y a una autorepresión inconsciente. El cuadro psicológico del acomplejado queda configurado por las siguientes características:
Necesita llamar la atención.
Manifiesta creer que nunca hará o dará lo mejor de si mismo.
Le gusta destruir la imagen de otros para resaltar la suya.
Muestra y abusa de su autoridad sobre los más indefensos.
Siente intensa envidia hacia otros.
Busca apartarse de los demás.
Se dedica a alguna actividad que le puede ayudar a ocultar su inferioridad.
Se intimida fácilmente.
Los que vivimos en uno de los territorios dominados por los nacionalistas hemos reconocido inmediatamente estas características del complejo de inferioridad de Adler: convivimos con sus portadores.

Esta egolatría («ombliguismo»), esta envidia enfermiza manifestada en la obsesiva y permanente comparación con lo español (con «Madrid»), apenas oculta por la máscara del constante enfrentamiento y crítica ignorante y malintencionada, un odio ácido hacia nosotros y todo lo nuestro. Y esta sensación agobiante de subordinación, de periferia y de aldeanismo, conforman un complejo de inferioridad que se manifiesta en su fase de compensación («superioridad») como una sobrevaloración («positivación») de elementos negativos: el nacionalismo, que les proporciona un sentimiento de comunidad para llenar su vacío y justificar su complejo.

Nacionalismo que no sólo hace esa labor de tergiversación de la realidad y de las palabras sino que incluso inventa y miente cuando lo requiere, tal y como lo ha descrito el analista del nacionalismo, Ernst Gellner.

Ernest Gellner (París, 9 de diciembre de 1925-Praga, 5 de noviembre de 1995) fue un filósofo y antropólogo social británico de origen checo.

La segunda parte del sistema psicoanalítico adleriano es precisamente la compensación, que le sirve al individuo para integrarse en el medio, compensando sus complejos. El complejo de inferioridad se compensa creando psicológicamente un complejo de superioridad (sentirse superior a los demás).

Existen tres grados de compensación:
Las de primer grado consistirían en intentar disminuir o suprimir el defecto o sus consecuencias. Por ejemplo, una persona que se sienta inferior por considerarse demasiado obesa, intentaría adelgazar y cuidar su aspecto externo para resultar más atractiva.
Las de segundo grado consisten en intentar compensar el presunto defecto destacando en un plano diferente, como es el caso del niño que saca malas notas en el colegio y lo intenta compensar siendo un gran deportista.
Y en las de tercer grado se intenta adoptar un falso sentimiento de superioridad que sirva para ocultar el problema de fondo ante uno mismo y ante los demás. 
Cuando el individuo adopta esta última vía de compensación, se muestra altanero, presuntuoso, arrogante, inflexible y vanidoso, aparentando, a simple vista, un cierto complejo de superioridad. Se muestra indiferente ante las actitudes y opiniones de los demás, pero en realidad es muy susceptible ante las mismas, ya que hieren fácilmente su sensibilidad, influyendo notablemente sobre su exagerada necesidad de autoestima. Se ha forjado una imagen idealizada de sí mismo, mediante la cual pretende demostrar su supremacía sobre los demás y ocultar el profundo desprecio que siente hacia sí mismo. El problema principal es su falta de adaptación al medio social que le rodea: ante fracasos o críticas severas de los demás, se rompe este esquema compensatorio y surge de nuevo la inferioridad de fondo, lo que constituye una intensa fuente de angustia y sufrimiento que imposibilita las relaciones personales o sociales. Es una «sobre compensación».
En la Historia, el naZionalista vasco-catalán ha pasado por las dos primeras compensaciones de puntillas, siempre insolidario, siempre «otro» (los fueros, el control del comercio americano, la exigencia de proteccionismo económico, la falta de reinversión, la inexistente resistencia al invasor napoleónico o en la Guerra Civil...) y se ha instalado directamente en la tercera.

Si les conocéis, habréis identificado enseguida esas características compensatorias de su complejo de inferioridad, transformado en falsa superioridad, en mentira autogenerada y creída. Esa altanería aldeana, esas exigencias insaciables de «ser» (ser como nosotros), esas pretensiones de engrandecer lo que nació ridículo, triste, mezquino y pequeño, esa constante calumnia, fruto de la envidia que odia y desea a la vez (en abierta y descarnada contradicción) el objeto transformado en enemigo mortal, conforman la obsesión psicológica que les mueve: nosotros, nuestra cultura e idioma y nuestra Historia.

Su vida como colectivo y como individuos está regida por la mentira, por la impostura, por el odio y la represión. El nacionalismo transforma al individuo en hombre-masa. Tal y como lo definió Freud, supone el retorno a la Horda primitiva, liderada por un jefe que la domina.

Según Le Bon en la masa deja de funcionar la peculiaridad de cada individuo, aflorando el inconsciente colectivo que es uniforme en todos, homogeneizándolos y haciendo aparecer un carácter promedio en los individuos de la masa con nuevas propiedades:
En la masa el individuo adquiere un sentimiento de poder invencible. Desaparece la responsabilidad individual, el hombre en la masa es anónimo. En la masa puede exteriorizar sus pulsiones inconscientes, habitualmente reprimidas, ya que desaparece la conciencia moral. 
Contagio de sentimientos y actos. Se sustituye el interés personal por el de la masa. El contagio hace que en las masas los rasgos especiales se exterioricen y sean orientados. 
Sugestión. El individuo cae en estado hipnótico dentro de la masa y baja su rendimiento intelectual. 
Transformación inmediata de las ideas en actos.
El sociólogo francés Gustave Le Bon, hacia finales del siglo XIX o principios del XX


La masa es impulsiva y manipulable, guiada por el inconsciente, no tiene voluntad perseverante ni admite posponer la satisfacción de sus necesidades, se cree omnipotente, es sumamente crédula y acrítica. Simplemente no piensa, es un falso idealismo.

Todo ello conecta con las teorías de movilización de las masas. Según la más básica teoría generada en los años 60, Smelser ya afirma en su «Teoría del comportamiento colectivo» que «...las creencias que sirven de base al comportamiento colectivo se asemejan a las creencias mágicas».

Y según el modelo de la «privación relativa» representado fundamentalmente por Gurr en «Why Men Rebel» (1970), esta privación relativa experimentada por los individuos no es una realidad objetiva, sino basada en la percepción que cada uno tiene de dicha realidad, o sea, considerando lo que se tiene y lo que se cree merecer.

Expectativas creadas que no se refieren solo a bienes materiales sino también a la participación política o a probabilidades de desarrollo personal. La frustración generada por el sentimiento de privación se traducirá en descontento.

Se trata de teorías más centradas en los actores colectivos que las más modernas (años 80-90) basadas en la movilización de recursos, o las de Touraine o Melucci.

La culminación exitosa de este proceso de dominio/exclusión sería que lo concluyera la propia comunidad-víctima del nacionalismo separatista (nosotros, los españoles), generando autoodio hacia nosotros mismos, hacia lo que somos, imbuidos de la presión social y manipulación propagandística del nacionalismo. La víctima asume entonces la visión del verdugo y sus presupuestos y mentiras. Este proceso se dio en parte de la comunidad judía alemana frente al ascenso del antisemitismo nazi en los años 30.

En resumen, los nacionalistas no pueden parar su dinámica destructiva, sin ella desaparecerían, como individuos y como grupo. Sin nosotros nada son, con nosotros tampoco. Una banda fascista, primitiva, facultada sólo para construir una tiranía permanente. Un virus corrosivo que sólo existe para ser eliminado como tal virus.

El ejército turco entra oficialmente en Siria...


El ejército turco penetró oficialmente en suelo sirio el 20 de enero de 2018 a las 14 horas TU, en el marco de una operación militar bautizada por Turquía como «Rama de olivo».

Los combates comenzaron realmente el día anterior pero sólo con fuego de obuses, desde Turquía, sobre las posiciones de los kurdos a las órdenes de Estados Unidos. El ministro de Defensa turco, Nurettin Canikli, declaró entonces que la operación turca había comenzado de facto.

Fue el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, quien confirmó definitivamente el inicio de la operación militar en un discurso transmitido por televisión durante el congreso de su partido político, el AKP, en la región de Kutahya (ver foto). El presidente Erdoğan precisó que, después de limpiar la región siria de Afrin, el ejército turco extenderá su misión hasta la localidad de Manbij, también en suelo sirio.

El ministro turco de Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu, dijo haber informado anticipadamente por escrito al gobierno sirio sobre el inicio de la operación militar turca en suelo sirio pero Damasco desmintió haber recibido tal anuncio.

El jefe de los servicios secretos turcos, Hakan Fidan, y el jefe del estado mayor turco se hallaban en Moscú el 18 de enero.

Ante el avance de las tropas turcos, Rusia retiró sus propias fuerzas, como medida de seguridad.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, se entrevistó telefónicamente con su homólogo estadounidense, Rex Tillerson.

Tillerson había desmentido anteriormente las declaraciones de un alto funcionario del Departamento de Defensa estadounidense que afirmaba que Estados Unidos estaba preparando una fuerza permanente de seguridad de 30.000 hombres para desplegarla a lo largo de la frontera turco-siria, fuerza conformada en un 50% por elementos kurdos, mientras que el otro 50% —como revelamos en nuestro sitio web— serían exyijadistas del Emirato Islámico (Daesh). Inmediatamente después del anuncio estadounidense, ahora desmentido por el secretario de Estado, Turquía amenazó con iniciar una intervención militar contra la creación de una nueva fuerza terrorista a lo largo de su frontera con Siria.

Los grupos armados de turcomanos sirios están participando en la operación militar junto al ejército turco.

LA VERDAD SOBRE LAS «FAKE NEWS»

La histeria estalló en Washington mientras la OTAN montaba todo un dispositivo para acusar a Rusia de continuar la propaganda de la desaparecida Unión Soviética. Los medios dominantes tratan de desacreditar al nuevo presidente de Estados Unidos acusándolo de cualquier cosa y este los acusa a ellos de propagar noticias falsas. Este cruce interminable de acusaciones se ve amplificado por el súbito desarrollo de las redes sociales, que antes sirvieron al Departamento de Estado como herramienta contra los regímenes nacionalistas pero que ahora se convierten en foros populares contra los abusos de las élites… empezando por las de Washington.

¿Qué diablos crees que estás haciendo Donald Trump? Desde el anuncio mismo de su sorpresiva elección y sin esperar a que tomara posesión de la Casa Blanca, la inmensa mayoría de los medios de Estados Unidos y de la OTAN denunciaron al presidente Donald Trump como incapaz, sino mentalmente perturbado. Se inició así entre la clase mediática y el nuevo presidente una batalla donde cada parte acusa a la otra de propagar noticias falsas.

Responsables de casi todos los países de la OTAN —y sólo en esos países— denuncian las «fake news» o «noticias falsas». Con ello dicen sacar a la luz la supuesta influencia de la propaganda rusa en las «democracias occidentales». El país más afectado por esta campaña es Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, acaba de anunciar la elaboración de una ley destinada especialmente a luchar contra este «atentado contra la democracia»… pero sólo «en periodo electoral».

En realidad, las noticias falsas son un problema tan viejo como el mundo y el hecho que la expresión inglesa «fake news» se repita ahora, exactamente de la misma manera, en todas las lenguas de la OTAN indica el origen anglosajón de esta «nueva» problemática.

La OTAN, fuente de la campaña sobre las «fake news»
En 2009, el presidente Barack Obama anunciaba en la cumbre de la OTAN celebrada en Estrasburgo-Kehl su intención de crear un servicio de «Comunicación Estratégica» para la alianza atlántica. Se necesitaron 6 años para crear ese servicio alrededor de la 77th Brigade de las fuerzas terrestres del Reino Unido y de la 361st Civil Affairs Brigade de las fuerzas terrestres de Estados Unidos (con bases en Alemania e Italia).

La misión inicial era contrarrestar las acusaciones de que el Estado profundo estadounidense había organizado los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, posteriormente, las denuncias que señalaban a los anglosajones como los planificadores de las «primaveras árabes» y de la guerra contra Siria. Dichas acusaciones eran calificadas de «complotistas» o «conspiracionistas». Pero, luego se pasó rápidamente a tratar de convencer a los pueblos de los países miembros de la OTAN de que Rusia continúa la propaganda de la desaparecida Unión Soviética y que, por ende, la alianza atlántica todavía sirve para algo.

Finalmente, en abril de 2015, la Unión Europea también se dotó de un «Equipo de Estrategia de Comunicación para el Este» (East StratCom Team). Ese grupo de trabajo envía semanalmente a miles de periodistas un resumen sobre la «propaganda rusa». Por ejemplo, en su última edición (11 de enero de 2018) acusa a Sputnik de haber propalado que el zoológico de Copenhague alimenta sus fieras con animales domésticos abandonados. ¡Gravísima amenaza para las «democracias»! Parece que a los especialistas de la East StratCom Team les cuesta trabajo encontrar ejemplos significativos de «injerencia rusa».

En agosto del mismo año 2015, la OTAN inauguró su «Centro de Comunicación Estratégica» en Riga, capital de Letonia. Al año siguiente, el Departamento de Estado se dotó, por su parte, del Global Engagement Center, o Centro de Compromiso Global, que persigue los mismos objetivos.

Facebook, el juguete preferido de Hillary se volvió contra ella
En 2009, la secretaria de Estado Hillary Clinton, estimulada por Jared Cohen —responsable del Buró de Planificación Política— se convenció de que era posible derrocar la República Islámica de Irán manipulando las redes sociales. El resultado no fue el esperado. A pesar de eso, 2 años después, en 2011, el mismo Jared Cohen, convertido en jefe de Google Ideas, logró movilizar a la juventud del Cairo. Aunque la «revolución» de la plaza Tahrir no influyó en la opinión del pueblo egipcio, nacía así el mito de la propagación del modo de vida estadounidense a través de Facebook. Como resultado, el Departamento de Estado financió numerosas asociaciones y congresos para la promoción de Facebook.

La verdadera sorpresa sobrevino durante la elección presidencial estadounidense de 2016. El promotor inmobiliario Donald Trump, un advenedizo para la clase política, eliminó uno por uno a todos sus rivales, incluyendo a la propia Hillary Clinton, y resultó electo para ocupar la Casa Blanca gracias a los consejos de Facebook. Por primera vez, el sueño de la lideresa de los políticos profesionales se convertía en realidad… pero en contra de ella misma. De la noche a la mañana, Facebook pasó a ser demonizado por la prensa dominante.

Se reveló entonces que es posible provocar artificialmente movimientos de opinión y de masas mediante la manipulación de las redes sociales, pero que los usuarios acaban volviendo a la razón al cabo de cierta cantidad de días. Esto es una constante en todos los sistemas de manipulación de la información: sus efectos son efímeros. El único tipo de mentira que permite crear comportamientos prolongados por largo plazo implica haber empujado la ciudadanía a contraer algún tipo de compromiso menor, o sea hacer proselitismo.

En todo caso, Facebook entendió eso perfectamente porque creó su propio «Buró de Política Mundial y Sensibilización de los Gobiernos» y lo puso en manos de Katie Harbath. Facebook pretende crear emociones colectivas a favor de tal o más cual cliente, pero no trata de organizar campañas duraderas.

Es también por eso que el presidente francés Macron quiere imponer leyes sobre las redes sociales sólo para los periodos electorales. El propio Macron llegó a la presidencia gracias al desorden que Facebook y un semanario sembraron conjuntamente contra su rival Francois Fillon, una operación orquestada por Jean-Pierre Jouyet. En todo caso, el temor de Macron a que la próxima vez las redes sociales sean utilizadas contra él coincide con la voluntad de la OTAN de hacer ver que existe una continuidad entre Rusia y la URSS en materia de propaganda. Así que Macron cita como ejemplos de manipulación una entrevista de Sputnik sobre su vida privada y el hecho que ese medio se hizo eco de una alegación sobre una cuenta bancaria suya en el extranjero.

El informe de Christopher Steele
En Reino Unido, los jóvenes ven en la retórica oficial sobre las «fake news» una voluntad gubernamental de lavarles el cerebro. Así lo demuestra el éxito de la marca de vaqueros Fake News.

Durante la campaña previa a la elección presidencial en Estados Unidos, el equipo de Hillary Clinton encargó al ex-agente de los servicios secretos británicos Christopher Steele una investigación sobre el candidato Donald Trump. Ex-jefe del «Buró Rusia» del MI6, Christopher Steele es conocido sobre todo por sus alegaciones escandalosas y siempre inverificables. Después de acusar —sin pruebas— a Vladimir Putin de haber ordenado el envenenamiento de Alexander Litvinenko con polonio 210, también lo acusó de haber hecho caer a Donald Trump en una trampa sexual para poder chantajearlo. El Informe Steele fue entregado discretamente a ciertos periodistas, políticos y espías, antes de ser publicado.

De ahí procede la tesis actual de que, tratando de que su títere ganara las elecciones y de impedir la elección de Hillary Clinton, el amo del Kremlin ordenó a «sus» medios la compra de publicidad en Facebook y la divulgación por esa vía de calumnias contra la ex-secretaria de Estado, hipótesis que ahora vendría a confirmarse por una conversación del embajador de Australia en Londres con un consejero de Donald Trump. Aunque se ha comprobado que Russia Today y Sputnik no gastaron más que unos pocos miles de dólares en publicidad, que además tenía poco que ver con la señora Clinton, la clase dirigente estadounidense dice estar convencida de que eso bastó para invertir el apoyo del que había gozado la candidata demócrata, que gastó en su campaña 1.200 millones de dólares. En Washington se sigue creyendo que los inventos tecnológicos permiten tal grado de manipulación de los seres humanos.

Ya no se trata de observar que si Donald Trump y sus partidarios hicieron campaña a través de Facebook fue porque toda la prensa escrita y audiovisual les era hostil, sino de afirmar que Rusia manipuló Facebook para impedir la elección de la favorita de Washington.

Jared Cohen, excolaborador de Condoleezza Rice y más tarde de Hillary Clinton, comparte la filosofía de los dirigentes de Google: el transhumanismo. Según Jared Cohen, es posible derrocar gobiernos si se utilizan los algoritmos correctos en las redes sociales.


El privilegio jurídico de Google, Facebook y Twitter
En sus esfuerzos por demostrar la injerencia de Moscú, la prensa estadounidense ha resaltado el enorme privilegio que gozan Google, Facebook y Twitter. Esas 3 empresas no son consideradas responsables de los contenidos que difunden. Desde el punto de vista del derecho estadounidense son sólo «transportadores» de información (common carrier).

Los experimentos realizados por Facebook han demostrado, por un lado, que es posible crear emociones colectivas. Pero esa empresa no es considerada jurídicamente responsable de los contenidos que vehicula, contradicción que pone de relieve la existencia de una anomalía en el sistema.

Sobre todo teniendo en cuenta que el privilegio de Google, Facebook y Twitter es claramente indebido. En efecto, esas 3 empresas actúan al menos de dos maneras para modificar los contenidos que «transportan». En primer lugar, censuran unilateralmente ciertos mensajes, ya sea por intervención directa de su personal o mediante el uso disimulado de algoritmos. Pero además promueven su propia versión de la verdad en detrimento de los demás puntos de vista (fact-checking).

Por ejemplo, en 2012, Qatar encargó a Google Ideas, ya bajo el mando de Jared Cohen, la creación de un programa informático capaz de seguir las deserciones en el Ejército Árabe Sirio. ¿Objetivo? Mostrar que Siria era una dictadura y que el pueblo había iniciado una «revolución». Pero rápidamente resultó que esa visión de las cosas era falsa. La cantidad de deserciones nunca pasó de 25.000, en un ejército que cuenta 450.000 hombres. Es por eso que, luego de haber promocionado ese software, Google acabó retirándolo discretamente.

Por otro lado, Google promociona, desde hace 7 años, los artículos que se hacen eco de los comunicados del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). Esos comunicados dan, día tras día, la cantidad exacta de víctimas de ambos bandos. Pero son cifras imaginarias porque es materialmente imposible determinar esa cifra diariamente. Nunca se ha visto, en tiempo de guerra, un Estado capaz de determinar diariamente la cantidad exacta de soldados muertos en combate y de víctimas civiles. Pero el OSDH sabe, desde el Reino Unido, algo que nadie es capaz de determinar con precisión en la propia Siria.

Lejos de ser «transportadores» de información, Google, Facebook y Twitter son en realidad sus creadores y por tanto deberían ser jurídicamente responsables de sus contenidos.


Las reglas de la libertad de expresión
Aún considerando que los esfuerzos de la OTAN y del presidente Macron contra Rusia en el plano audiovisual y de internet están condenados al fracaso, no es menos cierto que lo más conveniente es que los nuevos medios estén incluidos en el derecho general.

Los principios que rigen la libertad de expresión son legítimos sólo si son los mismos para todos los ciudadanos y para todos los medios. Esto último no es así en este momento. Si bien existe una aplicación del derecho general, no existen, en cambio, reglas precisas, como el derecho de respuesta o en materia de desmentido, para los mensajes que se difunden a través de internet y de las redes sociales.

Sobre la Red Voltaire, «Le Décodex» del diario francés (Le Monde) dice: «Sitio web de Thierry Meyssan, conspiracionista ligado al gobierno sirio. Afirma, sin prueba, que la matanza de Charlie-Hebdo es un atentado orquestado por Washington» (sic).

Como siempre en la historia de la información, los medios ya establecidos tratan de sabotear a los nuevos. Recuerdo, por ejemplo, el virulento editorial que el diario francés Le Monde, dedicó en 2002 a mi trabajo, publicado en internet, sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Lo que le desagrada a Le Monde, tanto como mis conclusiones sobre esos acontecimientos, es que la Red Voltaire no esté sometida a una serie de obligaciones financieras de las que ese cotidiano se sentía prisionero. Quince años más tarde, Le Monde muestra la misma actitud de defensor de un clan con la creación de lo que llama Le Décodex. Más que criticar los artículos y videos de los nuevos medios de información, Le Monde pretende medir el grado de confiabilidad de los sitios web que rivalizan con el suyo. Por supuesto, sólo le parecen confiables los sitios web de los diarios que se publican en papel, como el propio Le Monde, mientras que a todos los demás los clasifica como poco confiables.

Para justificar la campaña contra las redes sociales, la Fundación Jean-Jaures —fundación del Partido Socialista francés vinculada a la NED (National Endowment for Democracy) estadounidense— acaba de publicar un sondeo imaginario. Ese sondeo trata de demostrar, exponiendo una serie de cifras, que las personas frustradas, las clases trabajadoras y los partidarios del Frente Nacional son gente crédula. Según ese sondeo, el 79% de los franceses creen en alguna teoría de la conspiración. Como prueba de su ingenuidad, el sondeo precisa que 9% de los franceses están convencidos de que la Tierra es plana.

Miembro eminente de la masonería, el político socialista Gerard Collomb, es seguidor del sansimonismo. Vinculado al varias veces ministro socialista y exdirector general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, Gerard Collomb se puso del lado de Emmanuel Macron desde el inicio de su campaña electoral. Sempiterno secretario general de la Fundación Jean-Jaures, desde su creación en 1992, hizo que esta publicara un estudio que calificaba a sus opositores políticos de «conspiracionistas» y, muy recientemente, un falso sondeo de opinión que los acusa de ser crédulos. Gerard Collomb es el actual ministro del Interior de Francia.

Realmente, ni yo ni ninguno de mis amigos franceses consultados a través de internet nos hemos encontrado nunca con un compatriota que creyera que la Tierra es plana. Se trata simplemente de una cifra inventada, suficiente para que cualquiera pueda dudar de todo el estudio. Lo que sí es cierto es que, a pesar de estar vinculada al Partido Socialista de Francia, la Fundación Jean-Jaures ha tenido desde siempre como secretario general a Gerard Collomb, ahora convertido en ministro del Interior por el actual presidente francés Emmanuel Macron. Esta misma fundación ya había publicado, hace 2 años, un estudio tendiente a desacreditar a los opositores políticos del sistema, tildándolos de «conspiracionistas».

EL PROYECTO FRANCÉS DE RECONOCIMIENTO DE «ROJAVA»

La discusión en Francia sobre dónde serían juzgados los yijadistas franceses capturados en Siria es un caso evidente de falso debate, alimentado por una televisora y un periodista que ocultan al público sus vínculos particulares. Y tras ese falso debate en realidad se prepara la eliminación de los posibles testimonios sobre el papel militar de Francia contra Siria. En espera de que lo acepten sus aliados, Francia prepara el reconocimiento de un Estado de opereta, bajo el nombre de «Rojava» y siguiendo el esquema ya utilizado en «Kosovo».

Al ser interrogados en París sobre el apoyo que Turquía y Francia aportaron a los yijadistas contra Siria, el presidente turco acusó al periodista de televisión que hizo la pregunta de hablar como un terrorista seguidor del predicador Fethullah Gülen y el presidente francés se negó a comentar la política de sus predecesores.

El 5 de enero de 2018, el presidente francés Emmanuel Macron recibió en el palacio del Elíseo a su homólogo turco Recep Tayyip Erdoğan.

Desde la perspectiva de Ankara, ese encuentro debía permitir a Turquía fortalecer sus contactos con la Unión Europea, evitando pasar por su interlocutor tradicional —Alemania— en momentos en que las relaciones germano-turcas han alcanzado un alto grado de tensión.

Lo más importante es que Ankara quería ponerse de acuerdo con París sobre sus proyectos futuros. El Reino Unido ha puesto en manos de Turquía el manejo del dispositivo de los yijadistas, ahora financiados por Qatar. El presidente turco Erdoğan está tratando de alcanzar dos objetivos en materia de política exterior:
—En primer lugar, obtener el respaldo de los nacionalistas kemalistas aplicando el juramento nacional del antiguo Parlamento Otomano. Es por eso que el ejército turco ocupa ilegalmente el norte de Chipre, el norte de Siria y el norte de Irak.
—Continuar las guerras a través de los yijadistas, desplazando los principales combates desde Siria hacia el Cuerno de África y la península arábiga. Es por eso que, durante los últimos 6 meses, Erdoğan ha enviado discretamente 1.500 soldados a Somalia y otros 35.000 a Qatar. También está enviando tropas a Sudán y ya se dispone a desplegar fuerzas militares en Yibuti.

Desde el punto de vista de París, el encuentro entre los presidentes Erdoğan y Macron debía reactivar los compromisos franco-turcos adoptados en secreto en 2011, con el consentimiento del Reino Unido, por los entonces ministros de Exteriores Juppé y Davutoğlu, fundamentalmente para crear en el norte de Siria un nuevo Estado, hacia donde Ankara pudiera expulsar a los kurdos de Turquía.

Aquel acuerdo franco-turco fue roto unilateralmente por el predecesor del presidente Macron —Francois Hollande— luego de la batalla de Ain al-Arab —la ciudad siria que la terminología de la OTAN designa ahora como «Kobane». Aquel retroceso de Hollande provocó una dura reacción turca, bajo la forma de atentados perpetrados por el Emirato Islámico (Daesh) el 13 de noviembre de 2015. Ese proyecto no contradice las opciones actuales del Reino Unido y Turquía.

Consciente de la reticencia del parlamento francés ante esa aventura, el presidente Macron ha optado por hacer que todo eso se haga inevitable… abriendo antes una cuestión secundaria.

El regreso de los yijadistas

Al ser entrevistado en el programa del periodista Jean-Jacques Bourdin para RMC y BFM-TV, el 4 de enero de 2018, el secretario de Estado y vocero del gobierno francés, Benjamin Griveaux, declaró que los yijadistas capturados en Siria por la coalición internacional contra Daesh —o sea, por las fuerzas bajo las órdenes del Pentágono— podrán ser juzgados en el norte de Siria «si las instituciones judiciales son capaces de garantizar un juicio justo» con «respeto de los derechos de la defensa».

RMC, siglas de Radio Monte-Carlo, es una radio generalista con vocación nacional con sede en París, cuyo área de radiodifusión es Francia y Mónaco.

Benjamin-Blaise Griveaux (1977) es un político francés que fue elegido como diputado en la Asamblea Nacional francesa el 18 de junio de 2017, representando al departamento de París. Es portavoz del movimiento En Marche! y frecuentemente ha sido descrito como uno de los aliados políticos más cercanos al presidente Emmanuel Macron.

Benjamin Griveaux es un ex-colaborador de Dominique Strauss-Kahn. Muy vinculado ahora a Emmanuel Macron, Benjamin Griveaux participó en toda la campaña electoral del hoy presidente de Francia. Su esposa, que es abogada, redactó la parte jurídica del programa electoral de Macron.

Poco después, el mismo periodista, Jean-Jacques Bourdin, entrevistaba a Khaled Issa, representante de «Rojava» en París, quien confirmaba que su «gobierno» está dispuesto a juzgar a los yijadistas de nacionalidad francesa. Pero decía de pasada que la decisión de juzgarlos allí o de «extraditarlos» no sería de Francia sino que la tomaría la «coalición internacional», de manera global, para todos los yijadistas en general, independientemente de sus nacionalidades.

Al día siguiente, 5 de enero, el mismo Jean-Jacques Bourdin entrevistaba a la ministra de Justicia de Francia, Nicole Belloubet, quien declara entonces, refiriéndose al mismo asunto, que «no hay Estado reconocido pero hay autoridades locales y podemos admitir que estas puedan proceder a la realización de juicios».

En ninguna de esas tres entrevistas, el periodista Jean-Jacques Bourdin hizo el menor esfuerzo por precisar si los veredictos que se pronunciaran en «Rojava» contarían con el reconocimiento de la justicia francesa (Non bis in idem), sin el cual los acusados serían procesados nuevamente y pudieran ser condenados por segunda vez por los mismos hechos y volver a ser encarcelados —también por los mismos hechos— si volviesen a Francia.

Cuando entrevistó a la ministra de Justicia, Bourdin la interrogó sobre otras cuestiones y sorprendió al público mencionando asuntos sobre los que el gobierno nunca se había pronunciado, sin precisar cómo había tenido acceso a esa información confidencial.

El periodista Jean-Jacques Bourdin está casado con Anne Nivat, corresponsal de guerra, furiosamente anti-rusa y notoriamente vinculada a la DGSE francesa (Dirección General de la Inteligencia Exterior, siglas en francés). BFM TV es propiedad de una firma que pertenece a los hombres de negocios Patrick Drahi y Bruno Ledoux. Este último es además propietario del local que sirve de sede a la representación de «Rojava» en París.

En sus respuestas a Bourdin, Benjamin Griveaux y Nicole Belloubet evitaron cuidadosamente el uso de palabras como «kurdo», «Kurdistán» y «Rojava», hablando simplemente de las «autoridades» (sic) del norte de Siria.

Allanando el camino hacia una 
violación flagrante del derecho

Si finalmente se decidiese que los ciudadanos franceses pueden ser juzgados en «Rojava», esa decisión violaría:

—el Tratado franco-sirio que reconoce las jurisdicciones de la República Árabe Siria como las únicas legítimas en suelo sirio;

—la Convención Europea de Derechos Humanos, o Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
• Su Artículo 6 precisa que, para que un juicio sea equitativo, tiene que existir un tribunal establecido por ley y sus decisiones deben carácter ejecutorio. Al no disponer «Rojava» de prisiones, sólo dos veredictos serían realmente aplicables: la excarcelación del acusado o su condena a muerte. Por supuesto, nada impedirá se pronuncien otros veredictos y que los condenados sean discretamente «reciclados» enviándolos a luchar en otros teatros de operaciones.
• Su Artículo 7 plantea como principio que no hay pena sin ley (Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege). Hoy por hoy no existe un código penal kurdo.

—la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que figura en el Preámbulo de la Constitución de Francia, cuyo Artículo 7 estipula que quienes soliciten, impartan y ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados.

—la Constitución francesa actualmente en vigor.
• Su Artículo 55 estipula que los Tratados bilaterales regularmente aplicados por las otras partes firmantes siguen siendo de obligatorio cumplimiento para Francia, lo cual es el caso de los Tratados entre Francia y Siria.
• Su Artículo 68 plantea la responsabilidad penal de los miembros del gobierno y del presidente de la República Francesa por todo «incumplimiento de sus deberes manifiestamente incompatible con el ejercicio de su mandato».

Eliminación de testimonios

Antes de emprender un camino del que sabe perfectamente que contradice a fondo el Derecho, el gobierno francés ha utilizado los medios de prensa para crear un profundo rechazo al «regreso de los yijadistas». Ningún otro país afectado por ese fenómeno ha abierto este tipo de debate sobre ese tema. Nada diferencia a esos individuos de los demás asesinos que comparecen ante los tribunales ya existentes y que purgan normalmente las condenas pronunciadas contra ellos.

Luego de haber cegado a la opinión pública, el gobierno de Francia trata de ocultar su responsabilidad y la de sus predecesores. Al verse acusados, algunos de los yijadistas franceses seguramente mencionarían, en plena audiencia pública ante los tribunales franceses, sus vínculos con la DGSE francesa y el papel del ministerio de los Ejércitos (antiguo ministerio francés de Defensa) en esta guerra.

El gobierno del presidente Emmanuel Macron y del primer ministro Edouard Philippe sigue así los pasos de sus predecesores. Aún se recuerda, por ejemplo, cómo el gobierno del presidente Sarkozy y de su primer ministro Francois Fillon hizo desaparecer los testimonios de los soldados franceses que Siria capturó y posteriormente liberó al aplicar el acuerdo de paz que aquel gobierno francés concluyó con Damasco a raíz de la derrota del emirato islámico instaurado en Baba Amro. Ningún medio de la prensa francesa publicó esa información, a pesar de que la prensa árabe desbordaba de artículos sobre ese tema en marzo de 2012, cuando los militares franceses capturados por las tropas sirias fueron entregados al almirante francés Edouard Guillaud en la frontera sirio-libanesa.

Hacia el reconocimiento de «Rojava»

El principio jurídico de la «cosa juzgada» (res iudicata) hará automático el reconocimiento de «Rojava» como Estado soberano e independiente.

En este telegrama del 5 de enero de 1921, el Alto Comisionado francés a cargo de la colonización de Siria (mandato concedido por la Sociedad de las Naciones) anuncia el reclutamiento, con ayuda de Turquía, de 900 kurdos de la tribu de los millis para reprimir la rebelión nacionalista árabe en Alepo y Raqqa. Esos mercenarios kurdos combatieron como gendarmes franceses bajo la bandera que ahora porta el llamado «Ejército Sirio Libre». Fuente: Archives de l’armée de Terre française.

Históricamente, los kurdos son un pueblo nómada, como una versión guerrera de los gitanos de Europa. Circulaban por el valle del Éufrates y eventualmente cruzaban el norte de Siria. Al final del Imperio Otomano, grupos kurdos fueron reclutados para participar en el exterminio de los cristianos en general, principalmente contra los armenios. Como pago por sus crímenes, recibieron las tierras de los armenios que habían masacrado y se volvieron sedentarios. Bajo la colonización francesa en Siria, kurdos de la tribu millis fueron reclutados para tratar de aplastar el nacionalismo árabe en Raqqa y Alepo y salieron de Siria al proclamarse la independencia.

La región que los medios han comenzado a designar en los últimos años como «Rojava» abarca tierras árabes donde los kurdos han estado presentes sólo desde la represión desatada contra ellos como etnia en Turquía, durante la guerra civil turca de los años 1980. Las poblaciones árabes musulmanas y cristianas que vivían en esa región fueron expulsadas de allí recientemente, durante la guerra desatada contra Siria, y los kurdos impiden ahora su regreso como ciudadanos sirios.

«Rojava» fue puesta en manos del PYD, un partido kurdo que fue marxista-leninista y prosoviético, súbitamente convertido en anarquista y proestadounidense. A pesar de lo que afirman sus comunicadores, el PYD mantiene una organización jerárquica extremadamente estructurada, un culto totalitario a su fundador y una disciplina férrea. Lo mejor que puede decirse es que aplica la paridad de género para los cargos de responsabilidad, ocupados simultáneamente por un hombre y una mujer. Esa paridad se aplica también a su estado mayor, a pesar de que no abundan las mujeres entre los combatientes del PYD, en todo caso son mucho menos numerosas que en otros ejércitos mixtos de la región, como las fuerzas armadas de Israel y el ejército de la República Árabe Siria.

Bandera del partido kurdo sirio Unión Democrática (PYD)


Publicado por Robin Wright 9 meses antes de la ofensiva del Emirato Islámico (Daesh) en Iraq y Siria, este mapa presenta las fronteras de «Rojava» y del «Califato». Según la investigadora del Pentágono, este mapa corrige el que Ralf Peters había publicado en 2005 para ilustrar el rediseño del Medio Oriente ampliado.

En 2013, el Pentágono tenía previsto apoyar el plan franco-turco en el marco del rediseño del Gran Medio Oriente, o Medio Oriente ampliado. Para ese rediseño, habría organizado simultáneamente la creación de un «Sunistán», que abarcaría territorios de Iraq y Siria, conforme al mapa publicado por Robin Wright. Pero el Pentágono abandonó ambos proyectos cuando el presidente Trump decidió acabar con Daesh, y ahora sólo ve el tema kurdo como una justificación para la presencia de soldados estadounidenses en Siria. Sería por tanto conveniente tratar de lograr que Estados Unidos volviese también al plan inicial.

Por otro lado, dado el fracaso, en 2017, de la creación de otro Estado kurdo, en el norte de Iraq y con apoyo de Israel, París y Ankara están obligados a anticipar la oposición de Irán, Iraq y Siria, e incluso una oposición generalizada de prácticamente todo el mundo árabe.

Ankara, que en 2011 realmente deseaba la creación de un seudo Estado kurdo en el norte de Siria, se opone si la nueva entidad se halla bajo la influencia de Estados Unidos —que ya trató de asesinar al presidente turco Erdoğan en 3 ocasiones y que se tomó el trabajo de financiar un partido kurdo para hacerle perder la mayoría en el parlamento turco.


En su conferencia de prensa común con el presidente francés Macron, el presidente Erdoğan trazó claramente su línea roja: impedir a toda costa que el PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán que tanto Turquía como Francia mantienen clasificado como «organización terrorista», logre crear un corredor que le permita importar armas desde el Mediterráneo hacia el sudeste de Anatolia. Se trata entonces de lograr que los conflictos entre el PKK y «Rojava» provoquen una ruptura definitiva y que el nuevo Estado no tenga acceso al Mediterráneo, que era lo previsto en el plan inicial.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article199285.html

MUTATIS MUTANDI


El partido más antiguo de España es el PSOE, que nació en mayo de 1879 en la taberna madrileña Casa Labra. Pero el más viejo es otro, uno muy reciente que aprovechó su mayo, un 15 en concreto, para canalizar entusiasmos y algún delirio. Ahora mismo, su marca sufre tanto que se la van a cambiar, comentan. A mí la añagaza no me importa un ardite en lo político, pero lo cierto es que ha dado pie a un nuevo, y seguro fugaz, entretenimiento.

Se cambia el nombre quien se avergüenza de él, con o sin razón. Quizá por un apellido infamante. O puede cambiárselo, no sé, una organización que se ha revelado criminal, como Convergencia. Normal. Pero si esa mafia mantiene sedes y embargos, obsesiones, caras viejas y caraduras, tienes que esforzarte para llamarles pedecat. Te sigue saliendo Convergencia y se molestan, y ahí te dan ganas de preguntarles por qué, qué pasa, bien que os gustaba. Pero tampoco es plan de encarnizarse con un partido evanescente, bifronte, abruselado, prófugo a medias y a medias nada.

Al joven partido viejuno le recomiendo de buen rollo, con nobleza y fair play, pues no por competidor debo confundirles, el nombre de Podemos. Podemos tiene la ventaja de parecerse mucho al anterior, que era Podemos, pero del verbo podar, como lo demuestran los notorios casos de Errejón y Bescansa, por no mencionar a otros podados y por no cansarles con segundones y con golosinas regionales.

Yo les propongo Podemos del verbo poder, una cosa alentadora, para dar ilusión a los tuyos, ya sabes, una palabra asertiva, una marca corta, sin siglas, que parece que te afianza e invita a hacer acopio de fuerzas, en positivo, ¿no lo ves? Es una llamada a la fe, tío. Disculpen, se acaba de colar un asesor de comunicación en mi columna. Dice que se dedica al branding, aunque antes era animador social. Tranquilos, ya lo he echado, no molestará más.

Me consta, después de haberme asomado al infierno reticular, y de escuchar al piante pajarillo, que andan todos proponiendo nombres graciosos a los azorados neocomunistas. Son legión los creativos, y alguno tiene gracia. Sepan los espontáneos que su manifiesta mala fe solo beneficiará al partido-macedonia, que podría retractarse de su intención por el ridículo padecido y quedarse con el nombre de Podemos. Pero —¡albricias!— gracias a estos párrafos, Podemos ya no significará «cortemos las ramas superfluas de los árboles» sino «tenemos expedita la facultad de hacer algo». Algo.

Juan Carlos Girauta 

Israel e Irán explotan juntos el oleoducto Eilat-Ascalón.


En 1968, cuando Israel y la monarquía iraní mantenían excelentes relaciones, ambas partes crearon una empresa conjunta —la Eilat Ashkelon Pipeline Company para administrar el oleoducto Eilat-Ascalón, también llamado EAPC, por las siglas del joint venture israelo-iraní.

Después del derrocamiento del shah y del establecimiento de la República Islámica, Israel nacionalizó el oleoducto. En 2015, un tribunal suizo fijó la compensación que Israel tendría que pagar a Irán en 1.100 millones de dólares, suma que Tel Aviv nunca pagó.

Actualmente el oleoducto cuenta con una segunda tubería, paralela a la anterior, que permite utilizarlo en ambos sentidos y la empresa administra dos terminales petroleras.

Israel mantiene toda la información sobre el oleoducto Eilat-Ascalón bajo estricta censura militar. Toda publicación sobre la compañía que lo administra, como la que incluimos al final de esta breve información, se castiga en Israel con 15 años de cárcel.

La concesión del oleoducto expira en 2018 y el gobierno de Netanyahu autorizó discretamente su renovación. Pero una nueva empresa, denominada EAPC-B, ha reemplazado la antigua EAPC. Mientras tanto, la comisión de Relaciones Exteriores del parlamento israelí ha renovado todo el dispositivo de censura militar sobre cualquier información vinculada a esa empresa.

En definitiva, a pesar de las declaraciones oficiales de ambas partes, el oleoducto EAPC sigue siendo una empresa de derecho público cuya propiedad comparten, a la mitad, Israel e Irán.
Ver también, «¿Hay que tomar en serio la política de Estados Unidos contra Irán?», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 17 de octubre de 2017.

¿Qué está sucediendo en Irán?


Ayer, domingo 7 de enero de 2018, publicamos en francés, español y otros idiomas, que el presidente iraní Hasán Rouhaní había ordenado arrestar a su predecesor Mahmud Ahmadineyad y al hijo de Ebrahim Raisi. Dos horas después, un medio de prensa iraní nos informó que el abogado del ex-presidente Ahmadineyad desmentía el arresto de su cliente.

Retiramos entonces de nuestro sitio web la información que ya habíamos publicado.

Pero, 24 horas después, sigue siendo imposible verificar quién dice la verdad.

El hecho es que ninguna de las dos personalidades cuyo arresto se había mencionado ha aparecido en público. Ningún periodista ha podido ponerse en contacto directamente con esas dos personas. Ninguna autoridad iraní ha confirmado o desmentido las informaciones que siguen circulando sobre esas detenciones.

En la mañana de este lunes, 8 de enero de 2018, varios medios de difusión árabes de primera importancia afirman que el ex-presidente Ahmadineyad fue efectivamente detenido en Shiraz y posteriormente puesto bajo arresto domiciliario, con la aprobación del líder supremo de Irán Alí Jamenei.

TRUMP, LA RELIGIÓN MUSULMANA Y EL ISLAM POLÍTICO.

Hace una decena de años que Estados Unidos está atrapado en su propia contradicción ante el islam. Por un lado, se presenta como el país de la libertad religiosa, mientras usa la Hermandad Musulmana para desestabilizar el Medio Oriente ampliado, y al mismo tiempo lucha contra el avance del terrorismo islámico fuera de esa región. Estados Unidos ha prohibido toda la investigación que permitiría establecer la diferencia entre el islam como religión y la manipulación de esa religión con fines políticos. Después haber roto con el terrorismo de la Hermandad Musulmana, Donald Trump ha decidido reabrir ese dossier, corriendo con ello el peligro de provocar actos de violencia en su propio país ya que, en Estados Unidos, la libertad para practicar la religión musulmana no incluye la de meterse en política.

Cuando Donald Trump declara «Yo pienso que el islam nos odia», ¿se refiere a la religión musulmana o a la ideología política basada en ella?

En su nueva «Estrategia de Seguridad Nacional», el presidente Trump modifica la terminología oficial y designa los grupos armados musulmanes como «yijadistas terroristas».

¿Es el islam una religión o una ideología?
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, atribuidos a al-Qaeda, una violenta polémica se desató en Washington. ¿Los grupos terroristas eran o no representativos del islam? En caso de respuesta afirmativa, parecía conveniente considerar a todos los musulmanes como enemigos de la patria. En caso de respuesta negativa, era posible establecer una diferencia entre musulmanes «moderados» y «extremistas».

Pero los británicos utilizaban los mismos términos con un sentido diferente: los «moderados» son musulmanes «moderadamente antiimperialistas» —como Jamás, que no abriga objeción alguna de orden político hacia Israel y que sólo se niega a que los musulmanes sean gobernados por judíos— mientras que los «extremistas» son «musulmanes extremadamente antiimperialistas» —como Jezbolá, que cuestiona la victoria del Estado colonial israelí sobre los árabes.

La polémica alcanzó su punto culminante en junio de 2006, en una conferencia del New York Metro InfraGard. William Gawthrop, agente y experto del FBI, aseguró que era inútil establecer diferencias entre los distintos grupos terroristas musulmanes dado que todos se basan en la misma ideología: el islam. Se filtraron entonces 5 documentos internos del FBI. Destinados a la formación de los oficiales del FBI, esos documentos plantean que mientras más «islámica» es una persona es también más potencialmente «radical» y que el profeta Mahoma era el líder de una secta violenta. Gawthrop se basaba en un indiscutible estudio del Corán, de los jadices y de los principales textos teológicos del islam. Mostraba que, a lo largo de la Historia, teólogos de las 4 principales escuelas sunitas respaldaron la guerra contra los infieles… pero no los pensadores de la escuela chiita. Gawthrop era también instructor en el Counterintelligence Field Activity (CIFA) del Departamento de Defensa, donde abogó por que se estudiara a Mahoma como jefe militar.

En 1953, el presidente Eisenhower recibe en la Casa Blanca una delegación de la Hermandad Musulmana encabezada por Said Ramadan. A partir de ese momento, Estados Unidos respalda el islam político en el extranjero.

Esa polémica no era nueva. Por una parte, desde 1953 y la visita de Said Ramadan al presidente Eisenhower en la Casa Blanca, la CIA y el Departamento de Defensa trabajaban —fuera de Estados Unidos— con los partidarios del islam político: la Hermandad Musulmana. Por otro lado, durante la segregación racial se admitía que los descendientes de los esclavos podían ser musulmanes, pero sin que ello fuese una forma de definición o reclamo político. En 1965, el líder político negro y musulmán Malcolm X fue asesinado, probablemente con la contribución pasiva del FBI. Herido de muerte, en el suelo, trató de comunicar a su secretaria un mensaje para Said Ramadan.

En respuesta, una importante personalidad musulmana estadounidense, Salam Al-Marayati, amenazó con poner fin a toda cooperación con el FBI.

De inmediato, el subsecretario de Justicia James Cole prohibió todos los documentos de ese tipo, no sólo en el FBI, sino en todas las administraciones estadounidenses.

Pero los documentos del FBI estaban concebidos para impartir cursos, donde los instructores especificaban, poniendo en ello mucho énfasis, que no se referían al islam como religión sino como ideología política.

Estados Unidos, ¿país de la libertad religiosa o de la islamofobia?
Es durante ese periodo cuando el Departamento de Estado crea varias estructuras encargadas de influir en la opinión publica estadounidense y en las de otros países para que no acusen a Estados Unidos de estar en guerra contra la religión musulmana. Ese dispositivo incluía un equipo de una veintena de personas, que hablaban varios idiomas e intervenían bajo identidades falsas en diversos foros para orientar los debates.

Independientemente de la manera de abordar la cuestión, Estados Unidos acababa siempre volviendo al mismo problema: desde el siglo VII, la palabra «islam» sirve en árabe para designar tanto una religión como una ideología política, a pesar de tratarse de dos cosas completamente diferentes.

Finalmente, en enero de 2008, el Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security) publicó, por iniciativa de Michael Chertoff, la terminología para definir a los terroristas (Terminology to Define the Terrorists: Recommendations from American Muslims). Posteriormente, en marzo de 2008, la oficina del director de la Inteligencia Nacional, encabezada entonces por Mike McConnell, redactó una nota de carácter semántico dirigida a todo el conjunto de la administración. Se trataba de instrucciones que tenían como objetivo eliminar toda sospecha de islamofobia que pudiera existir contra la administración de George Bush hijo, quien había hablado en 2001 de «cruzada contra al-Qaeda», y limpiar la imagen del «país de la libertad religiosa».

Poner a Barack Hussein Obama II en la Casa Blanca debía ser suficiente para arreglar el problema. Pero no fue así, principalmente porque, aunque una tercera parte de sus electores creían que Obama era musulmán, él se apresuró a precisar que en realidad era cristiano, aunque proveniente de una familia musulmana, lo cual parecía avalar el esquema identitario de los inmigrantes llegados del norte de Europa, o sea que se puede ser estadounidense siendo musulmán de cultura e incluso musulmán practicante de esa religión, pero el presidente de Estados Unidos tiene que ser cristiano. De ahí la violenta reacción contra la campaña financiada por el promotor inmobiliario Donald Trump para que se aclarara dónde había nacido Barack Obama —¿en Hawái o en la Kenya británica? Por supuesto, la respuesta a esa pregunta tenía que ver con el respeto de la Constitución estadounidense, pero también implicaba aclarar si Obama había nacido cristiano o musulmán.

Antes de dar inicio a las «primaveras árabes», Barack Obama y Hillary Clinton llenaron su administración de partidarios del islam político.

En 2011, el subsecretario de Estado a cargo de la propaganda (Public Diplomacy) creó el Centro para las Comunicaciones Estratégicas sobre el Antiterrorismo (Center for Strategic Counterterrorism Communications). En 2016, esa estructura pasó a llamarse Centro de Compromiso Global (Global Engagement Center) y extendió sus competencias a la lucha contra Rusia. Su presupuesto se multiplicó entonces por 13. Por supuesto, poner la lucha contra el terrorismo y la rivalidad con Rusia en manos del mismo organismo no contribuyó precisamente a aclarar las cosas. Fue en esa época cuando Washington adoptó la expresión de la ONU «extremismo violento» para designar la ideología de los terroristas.

Volvamos atrás. El 22 de diciembre de 2012, la publicación egipcia Rose al-Yūsuf revelaba la presencia de varios responsables de la Hermandad Musulmana en la administración Obama, como Salam Al-Marayati, quien incluso había representado a la secretaria de Estado Hillary Clinton y presidido la delegación estadounidense a la conferencia de la OSCE sobre los derechos humanos. Laila, la esposa de Al-Marayati, estaba vinculada a Hillary Clinton en la época en que esta última era First Lady y pertenecía a la Comisión sobre la Libertad Religiosa Internacional. La intervención de Al-Marayati contra Gawthrop, 6 años antes, en realidad era una maniobra de los Clinton, que utilizaron la Hermandad Musulmana para modificar la opinión del FBI y del Departamento de Defensa.

El derecho a reflexionar
La polémica resurgió en julio de 2017 con la presentación de una enmienda a la Ley de Programación Militar (NDAA) para autorizar el Departamento de Defensa a estudiar «el uso de doctrinas religiosas musulmanas violentas o no ortodoxas para apoyar la comunicación de los extremistas o de los terroristas y justificarla». Aquel texto fue rechazado por 217 votos contra 208, también en aras de la protección del islam como religión.

Por consiguiente, el presidente Trump ha finalmente aclarado las cosas al aplicar a los terroristas musulmanes la palabra «yijadista», aunque la «yijad» no sea originalmente la lucha armada contra los infieles sino una forma de reflexión y de análisis interno que realiza cada individuo sobre sus propios actos y sobre sí mismo.

Pero las decisiones de Donald Trump han sido hasta ahora objeto de las peores tergiversaciones. Su decreto suspendiendo la inmigración desde países donde los funcionarios estadounidenses no tiene medios de verificar la honestidad del solicitante fue interpretada como una medida «islamófoba» por tratarse de países cuyas poblaciones son mayoritariamente musulmanas.

Su decisión constituye para Estados Unidos una verdadera revolución intelectual. Hasta ahora, el Departamento de Defensa venía aplicando la estrategia del almirante Arthur Cebrowski, destruyendo en cada país del Gran Medio Oriente —uno por uno— toda forma de organización política mientras que el Departamento de Estado se ocupaba de asegurar que esa política no era antimusulmana per se.

Pero no era eso lo que se percibía desde el punto de vista de las poblaciones del Gran Medio Oriente, o Medio Oriente ampliado. Dado el hecho que Estados Unidos estuvo aplicando durante 15 años la estrategia del almirante Cebrowski únicamente en la parte del mundo mayoritariamente musulmana, era imposible que afganos, persas, turcos y árabes entendieran los eslóganes estadounidenses. Fue por cierta esa la contradicción que Barack Obama se encontró en el momento de su discurso del Cairo, en junio de 2009.

Si bien es posible entender los objetivos de la propaganda estadounidense, lo cierto es que la primera víctima de esa propaganda ha sido… Estados Unidos. En efecto, no es la estrategia estadounidense de destrucción del Gran Medio Oriente sino la contradicción entre el bello discurso de Estados Unidos y su apoyo a la Hermandad Musulmana en el exterior lo que le ha llevado a prohibir toda investigación sobre el origen del islam político, tanto en suelo estadounidense como por parte de sus aliados.

Sin embargo, Mahoma fue a la vez general y gobernante. Esa particular situación histórica permitió, desde los inicios mismos del islam, que una corriente de pensamiento tratara de manipular esa religión para hacerse del poder. La mayoría de los musulmanes se educó con jadices escritos mucho después de la muerte del Profeta, textos que le atribuyen hazañas militares y un pensamiento político en particular. La Hermandad Musulmana se apoya en importantes antecedentes.

En 1965, el líder estadounidense del islam político fue asesinado con la probable complicidad del FBI


En todo caso, Estados Unidos no logrará distinguir entre los dos sentidos de la palabra islam mientras no haya resuelto la cuestión de su propia identidad. Donald Trump y sus electores admiten sin dificultad que negros e hispanos sean ciudadanos de Estados Unidos, pero no que ejerzan funciones políticas de primer plano.

Paradójicamente, aunque sería conveniente que intelectuales musulmanes emprendan esa investigación y permitan así separar su religión de la manipulación política de la que ha sido objeto, Estados Unidos tendrá probablemente que realizar ese trabajo por sí solo. A pesar de que hay en Estados Unidos numerosos investigadores musulmanes, es poco probable que ese país logre no proyectar sobre ese tema sus propios problemas culturales, con lo cual corre el peligro de interpretarlo erróneamente.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article199229.html

CORRUPCIÓN Y FIN DE UN PARTIDO

Si quieren un pronóstico de fin de año, se lo daré.

La corrupción endémica del Partido Popular: por favor, desalojen y circulen

2018 supone el inicio del fin de Mariano Rajoy. Generalmente, todo partido político comienza a corromperse cuando sus responsables tienen como único objetivo la supervivencia: que es lo que ocurrió en el famoso congreso de Valencia de 2008, que Rajoy ganó in extremis, inaugurando un liderazgo debilitado. A la crisis moral suele seguir la crisis intelectual: el partido pasa a tener como único objetivo la conquista y mantenimiento del poder, pasando las ideas a ser simple coartada para ello. Lo cual lleva ocurriendo desde 2011, con el ideario del PP al servicio del Gobierno y no al revés. En una última etapa, vacíos de ideas y de programa, convertidos en simples estructuras de poder, los partidos acaban derrumbándose de manera rápida: ocurre tan pronto como sufren un revés importante, para el que no tienen herramientas de respuesta. El último episodio es lo ocurrido en 2017 en Cataluña: el desplome electoral de un partido sin ideas ni principios.

Desde 2008, el PP se ha ido convirtiendo en  simple máquina de poder al servicio de Rajoy. Así ha acabado degenerando en sorayismo: la mezcla de burocracia, tecnocracia y propaganda centrada en un único objetivo, mantener el gobierno a cualquier precio, puro instinto de conservación. Un partido así es un partido sin cerebro, pero también sin alma. El cuerpo aún le sigue, puesto que decenas de miles de buenas personas, militantes y cargos en diputaciones o ayuntamientos, lo mantienen vivo. Por fidelidad al propio partido son infieles a sí mismos, apoyando más socialdemocracia, más ideología de género, más impuestos, más burocracia.

Pero el poder local y las buenas intenciones no salvarán al partido, que entra en una época de autodestrucción. Buena gente se verá sorprendida y arrastrada por el fin del marianismo. En el Gobierno, en el partido y también en la base social.

Del PP a Ciudadanos
El PP tiene dos problemas que le conducen a la crisis: el primero, que sin ideas se sustituye el programa por propaganda. La propaganda es, en el fondo, publicidad construida sobre hechos falsos o banales en los que uno no cree. El PP se define precisamente por carecer de ideas fuertes, y eso lo convierte en algo sumamente débil al pasar por las urnas: el voto del miedo funciona una o dos veces, pero no puede sustituir al programa y los principios. El desastroso desenlace el 21D de la política de Rajoy y Soraya en Cataluña muestra que la propaganda, ante situaciones excepcionales, tiende a derrumbarse fácilmente. Que Arrimadas dejase al PP en la indigencia parlamentaria se explica porque, aunque discutibles, ella al menos tiene ideas y cree en ellas. No hace propaganda, sino política.

Cuando así ocurre, se vence, como el propio PP hizo en los noventa. En 2017 ha ocurrido a nivel regional, pero el desplome ocurrirá a nivel nacional, porque la lógica de la propaganda emana de Génova y Moncloa, y será la base con la que el PP se prepara para 2019.

El segundo problema es que para jugar al modernismo político, naif y superficial, ya está Ciudadanos. En no pocos aspectos, se ha convertido en un partido más de fiar que la gerontocracia pintada de rosa que ocupa La Moncloa: Cataluña lo ha demostrado. El 21D no había ningún motivo para preferir votar al PP antes que a Arrimadas, como no lo habrá para preferir votar a Rajoy antes que a Ciudadanos. En términos electorales, Ciudadanos ha arrebatado al PP el voto urbano, joven y de clase media: justo el que Aznar arrebató a González en 1993. No solo Rivera asaltará los votos populares, sino que vista la deriva del PP, es justo que lo haga ¿para que votar a un partido superficial del siglo XIX si se puede optar por uno igualmente superficial pero del siglo XXI?

La crisis del PP que se nos viene encima puede satisfacer al conservador hastiado de mariano-sorayismo. No obstante, ningún conservador puede estar satisfecho con la sustitución del Partido Popular por Ciudadanos: más allá de cuestiones relacionadas con la unidad nacional, el partido de Rivera se ha convertido en poco tiempo en pilar fundamental del consenso socialdemócrata, sea desde el punto de vista económico, moral, educativo o intelectual. Desde esta perspectiva, Ciudadanos no es, en absoluto, una alternativa válida al moribundo Partido Popular. Tanto si Rajoy llega indemne a las elecciones de 2019, como si el cataclismo ocurre en aquellas elecciones, el voto a los de Rivera no parece una buena decisión para el conservador español actual.

¿Qué hacer?

Más allá de la política de tierra quemada de Génova y Moncloa en el PP, Rajoy dejará en los próximos meses una derecha social fraccionada en lo social, desmoralizada en lo intelectual y desorientada en lo político. Ciertamente, Rajoy va a dejar un Partido Popular sin personalidad política, sin ardor, sin cohesión social. Dicen los expertos que lo normal en estas circunstancias es la guerra civil: pero de una guerra civil protagonizada por los restos flotantes del marianismo —Feijoo, Casado, Cifuentes, Soraya— no puede salir un partido fuerte y con ideas. Dado el grado de relativismo, de cinismo político y de degradación intelectual y moral, no hay regeneración posible del PP. No al menos regeneración que sirva a valores y principios y no al revés.

Quedan así dos alternativas: o buscar un nuevo partido de la derecha construido desde fuera aglutinando esfuerzos diversos; o es VOX quien debe por fin aglutinar el voto conservador frente al progresismo liberal de Ciudadanos, con un espacio en la derecha ciertamente fraccionado.

En ambos casos, tras los años tristes de Rajoy, la derecha se la juega en los próximos dos años. A diferencia del periodo 1996-2004, poco hay en la política de este Gobierno que merezca ser recuperado para el futuro. Pero hay que afirmar además que los problemas no se limitan a esta derecha política. La derecha social, intelectual o mediática es también culpable, o si se prefiere, tiene también no pocos problemas que debe afrontar. Si quiere sobrevivir al desastre que va a provocar el marianismo y salvaguardar principios y valores, deberá solucionar al menos tres cuestiones.

El primer problema es que la derecha española una derecha reaccionaria, en el sentido estricto del término: se posiciona políticamente sólo cuando la nueva izquierda pone sobre la mesa cualquiera de sus locuras, sean transexuales, alianza de civilizaciones o nuevos impuestos. Da igual que se trate de liberales, de conservadores o de tradicionalistas: todos carecen a día de hoy de un discurso propio, y sólo reaccionan ante estímulos izquierdistas, a menudo tarde y sin alternativas. De esto no tiene la culpa el PP: no cuesta observar como es la izquierda quien lleva la iniciativa intelectual y política en España, y la derecha tiende a conceder este privilegio llegando después a la discusión. Pues bien, mientras la derecha no política no sea capaz de arrebatar esta iniciativa, y construir su propia cosmovisión, el partido de la derecha será incapaz de resistirse la presión progresista.

El segundo problema es ser una derecha excesivamente política, con tendencia a buscar en los partidos políticos su razón de ser y de actuar. Por esta razón, cuando un partido se suicida hace tanto daño a su base social e intelectual: es lo que ocurre con el PP de Rajoy. La derecha española en sentido genérico, muy al contrario, debe aprender a vivir al margen de la política, incluso frente a ella. La cercanía a la política corrompe los valores. Pero el lobbismo y el asociacionismo liberal-conservador en España está poco desarrollado, poco extendido socialmente, y poco independiente del dinero público. Muy pocos medios, organizaciones o think-tanks en España son realmente independientes del poder político: sin serlo se pierde la capacidad de pedir o exigirle determinadas ideas o comportamientos. Más bien al contrario, son los partidos los que acaban usando asociaciones cívicas para su propio uso: el PP del futuro o VOX no deben ser más que vehículos de un conglomerado social fuerte.

El tercer problema es la dificultad que los españoles encuentran para utilizar los canales alternativos de comunicación: paradójicamente, en esto también la izquierda lleva la iniciativa. La derecha española no ha encontrado aún la capacidad creativa, organizativa e intelectual para ejercer el activismo político en la era de Internet. Los medios, blogs y portales se caracterizan por estar fraccionados y aún enfrentados, por su escasa capacidad ofensiva, y por cierta desconfianza de las redes sociales. El resultado es que los políticos del PP temen más a la izquierda que a ellos mismos ¿cómo extrañarse de su comportamiento? 
 
Creo que 2018 marca el inicio del fin de Rajoy. No sé si llegará como candidato a unas elecciones generales de las que no saldrá indemne, o si la debilidad electoral que ya se percibe acabará con él antes de esa fecha. Visto con perspectiva, eso ya es secundario: se trata de salvaguardar y recuperar el terreno perdido ante el progresismo en la última década. Por eso el momento es delicado para la derecha en su significado más amplio: hay que preparar ya el postRajoyismo. El estado limitado, la familia, el patriotismo, la religión, la defensa de los valores occidentales debe ser cimentada, antes que en política, fuera de ella, y frente a ella. El éxito de Trump es un buen ejemplo de ello: se puede a veces frenar la tendencia izquierdista. Pero para ello, la tarea pendiente es rearmar intelectual, mediática y socialmente los principios conservadores.

Óscar Elía Mañú