ISLAM Y CLERICALISMO EN EL MEDIO ORIENTE AMPLIADO.

En Occidente se ha puesto de moda disertar sobre «la compatibilidad entre el islam y la democracia» o sobre «el islam y el laicismo». Al plantear tales problemáticas se da a entender que el islam tiene por naturaleza un carácter clerical que, más que una religión, lo convertiría en una corriente política. Esto último implicaría que los musulmanes más «radicales» son terroristas y viceversa. Sin embargo, hace un mes que el Medio Oriente ampliado, cuya población es mayoritariamente musulmana, viene dividiéndose entre los fieles de esa religión y los partidarios de una política que trata de manipularlos.

Un político puede ser ateo, agnóstico o creyente. Pero el hecho de que ese político diga estar al servicio de Dios no convierte a su partido político en una iglesia.

Algunos lectores interpretaron erróneamente una crónica anterior sobre la evolución del mundo musulmán. Por eso aclararé aquí los temas vinculados al islam, antes de tratar de describir con la mayor precisión posible su situación actual.

Primero que todo, si usted ve el islam como algo perfectamente definido es porque probablemente lo identifica con una sola de sus formas, cuando en realidad se trata de una religión que adopta formas muy diferentes… desde Marruecos hasta la región de Sinkiang. Ya sea en el plano litúrgico o en el aspecto jurídico, no existen similitudes entre el islam que se practica en Sharjah [uno de los Emiratos Árabes Unidos] y el de Java.

El islam puede abordarse a partir de una lectura literal del Corán o a partir de su lectura contextualizada, e incluso partiendo de una crítica sobre la autenticidad del texto coránico actual.

Durante los 4 primeros siglos de existencia del islam, todos los musulmanes estimaban que era necesario interpretar el Corán. Eso dio lugar a la elaboración de 4 sistemas jurídicos diferentes: el hanafí, el malikí, el Shafi'í y el hanbalí, según las culturas locales. Pero a finales del siglo X, ante la expansión de esta religión y por temor a que acabara dividiéndose, el califa sunita prohibió que la interpretación del Corán fuese más lejos. Sólo los chiitas siguieron adelante con la interpretación del Corán. Desde aquella época, el islam ha venido adaptándose como puede a las exigencias de su tiempo.

Mapa de la distribución de los Madhab

Contrariamente a las apariencias, si se adopta como principio el rechazo a la interpretación del texto, resulta imposible entender el Corán tal y como está redactado y su comprensión sólo es posible a través de la cultura propia. Dado el hecho que Mahoma vivió en Arabia, los sauditas estiman que ellos comprenden espontáneamente el sentido del Corán, como si su propia sociedad e incluso su lengua no hubiesen evolucionado desde hace 1400 años. Para los sauditas, Mahoma validó los valores del tribalismo nómada, según afirmaba Muhammad ibn Abd-al-Wahhab en el siglo XVIII. O sea, los sauditas son «wahabitas».
—Por ejemplo, el Corán condena los ídolos y por eso los wahabitas destruyen las estatuas de los dioses de la Antigüedad, cosa que nunca hizo Mahoma, pero que corresponde a la cultura beduina. En el siglo VIII, los cristianos bizantinos también tuvieron que enfrentar a los «iconoclastas» sauditas que destruían las decoraciones de las iglesias.
—El tribalismo nómada desconoce la noción misma de Historia. Los wahabitas han llegado incluso a destruir la casa del profeta Mahoma en La Meca porque se había convertido en un lugar de peregrinaje, lo que ellos ven como idolatría. Yendo aún más lejos, durante los últimos años han destruido toda La Meca antigua, una ciudad magnífica y milenaria, porque culturalmente no ven absolutamente ningún tipo de interés en la conservación de «cosas viejas».

Desde hace varios años, bajo la influencia del trabajo de exegetas europeos sobre la redacción de los textos bíblicos, algunos autores ponen en duda la autenticidad del texto coránico.
—En primer lugar, como medio de asentar su propia autoridad, el califa de Damasco mandó a comparar textos atribuidos a Mahoma, los utilizó para constituir el Corán y seguidamente ordenó quemar todas las demás antologías. Pero la palabra «Mahoma» no designa a una persona en particular. Es un título que se concede a los sabios. Es por ende posible que el Corán reproduzca las palabras de varios profetas, lo cual parece confirmado por la presencia de estilos literarios muy diferentes en el texto canónico.
—Los arqueólogos han descubiertos textos coránicos anteriores a la versión canónica del Corán. Existen diferencias, a veces significativas, entre esos textos, escritos además en alfabetos diferentes. En todo caso, el Corán canónico estaba escrito en un alfabeto simplificado, que se completó sólo mucho más tarde, en el siglo VIII. Esta transcripción es en sí misma una interpretación y es posible que haya sido a veces errónea.
—Es evidente que algunas suras del Corán retoman textos más antiguos utilizados por los cristianos de la región. Esos textos no se concibieron en árabe sino en arameo y algunos vocablos originarios aún se conservan en el texto definitivo. La lectura contemporánea de las suras es todavía objeto de numerosas incomprensiones. Por ejemplo, algo que no hará felices a los aspirantes a suicidas del Emirato Islámico (Daesh) es saber que la palabra «hurí» no se refiere precisamente a «vírgenes de bellos ojos» sino a «uvas blancas».

Una de las hipótesis más polémicas es la que explica que a los mártires islámicos no les esperarán vírgenes tras su inmolación, sino uvas blancas. La palabra «hur» que aparece en el Corán se interpreta para motivar a los jóvenes calenturientos como hurí; que en árabe significa mujer joven, virgen y hermosa.  Pero según Luxenberg la palabra «hur» es un vocablo claramente arameo que significa uva blanca.

Hasta aquí las cosas son bastante simples: el islam es la religión del Corán. Pero la tradición concede casi la misma importancia a la leyenda dorada del profeta, o sea a los jadiz. Se trata de obras escritas en muchos casos cientos de años después por personas que no podían haber sido testigos de los hechos que describen. Esos hechos son mucho más numerosos de los que una sola persona puede haber vivido a lo largo de una sola vida e ilustran opiniones muy diversas o incluso opuestas entre sí. El nivel intelectual de algunos jadices es simplemente espantoso y pueden ser utilizados para justificar cualquier cosa. El crédito que indebidamente se otorga a esos escritos totalmente fantásticos ha deformado profundamente la transmisión del mensaje coránico.

En la práctica, todas esas discusiones sirven para esconder una que resulta esencial: si bien la religión es aquello que trata de vincular al hombre con Dios, también es por ende propicia a todo tipo de engaños. Por ejemplo, ¿cómo puede alguien pretender que conoce a Dios si este último reviste una naturaleza radicalmente diferente y superior a la nuestra? Incluso suponiendo que Dios se haya expresado a través de los profetas, ¿cómo puede alguien afirmar que entiende lo que Dios supuestamente trató de decirnos? Nótese que, visto desde esa perspectiva, la cuestión de la existencia de Dios —o sea, de una conciencia superior a la nuestra— se vuelve algo carente de todo sentido. Eso es, por ejemplo, lo que sostenían, entre los cristianos, Gregorio Nacianceno y San Francisco de Asís.

Visto también desde ese ángulo, los hombres que tratan de acercarse a Dios —o sea, que tratan no de aplicar Su Ley sino de hacer que la naturaleza humana evolucione para hacerla más consciente—tienen tendencia a compartir su propia experiencia y, por ende, a formar iglesias. Para garantizar su funcionamiento, las iglesias tienden a formar lo que podríamos llamar «personal permanente», o sea clérigos o imanes. En el cristianismo la función de clérigo no apareció hasta el siglo III, o sea varias generaciones después de la muerte de Jesús. En todas las religiones, los clérigos acaban gozando de un estatus de intermediarios entre los seglares y Dios. Pero ninguno de los fundadores de las grandes religiones creó él mismo una iglesia.

Puede decirse que Europa sufrió un tremendo retroceso con las grandes invasiones (de los hunos y los godos) que destruyeron el imperio romano. De la misma manera, el mundo musulmán sufrió un retroceso similar con las invasiones mogolas (de Gengis Kan y Tamerlán). En Europa, ese trauma duró 3 siglos, pero en el mundo árabe se vio prolongado artificialmente por la colonización otomana y la colonización europea. Aunque ese factor nada tiene que ver con la historia del cristianismo ni con la historia del islam, hay clérigos que afirman que esos retrocesos fueron provocados por una generalización del pecado y que para regresar a la «edad de oro» basta con seguir la enseñanza que ellos imparten, en vez de reconstruir lo destruido.

Inexorablemente, algunos clérigos se implican en la política y pretenden imponer su visión de las cosas en nombre de Dios. Se produce entonces una rivalidad entre esos clérigos y seglares. Por ejemplo, en Francia, en cuanto quedó atrás el trauma de las grandes invasiones, la realeza seglar, aunque invocaba el «derecho divino», entró en conflicto con el papado clerical. En el mundo árabe, que es sólo una parte minoritaria del mundo musulmán, ese conflicto surgió con el proceso de descolonización y los movimientos de independencia. Los líderes nacionalistas, como Nasser y Ben Barka, entraron en conflicto con la Hermandad Musulmana. Durante la guerra fría, los líderes nacionalistas contaron con el respaldo de los soviéticos, mientras que la Hermandad Musulmana gozó del apoyo de la OTAN. La disolución de la URSS debilitó el campo nacionalista y se tradujo en una ola islamista. Más recientemente, la «primavera árabe» fue una operación de la OTAN destinada a eliminar definitivamente a los nacionalistas para entronizar a la Hermandad Musulmana. Las multitudes de las «primaveras árabes» no salían a las calles para luchar por el establecimiento de democracias sino que estaban convencidas, por el contrario, de que poniendo a la Hermandad Musulmana en el poder crearían una sociedad ideal y volverían a una edad de oro islámica. Pero, desde aquel momento hasta la actualidad, el desencanto ha sido muy grande.

Mehdi fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en «Brasserie Lipp», París, por dos policías franceses. Ben Barka, uno de los principales oponentes socialistas al rey Hasán II y líder del movimiento del Tercer Mundo y panafricanista. Su secuestro tuvo que ver con los Servicios de inteligencia de Marruecos. Las revelaciones y las investigaciones periodísticas todas indican la responsabilidad del Estado francés en el asesinato del opositor marroquí. Le Courrier international informó al mismo tiempo sobre una investigación realizada por un periódico de Israel en la que involucra los servicios del Mosad en los hechos.

El partido político que se identifica como Hermandad Musulmana fue recreado por los servicios secretos británicos, en 1951, sobre las ruinas de la organización homónima de Hasan al-Banna. La Hermandad Musulmana es la matriz del terrorismo en el mundo musulmán ya que en su seno se formaron todos los jefes de las organizaciones terroristas —desde Osama bin Laden hasta Abu Bakr al-Baghdadi. El partido político que se identifica como Hermandad Musulmana y sus organizaciones armadas trabajan en colaboración con las potencias imperialistas y no hay en todo eso absolutamente nada de religioso.

Es importante que se entienda que la Hermandad Musulmana y sus organizaciones yijadistas —como al-Qaeda y el Emirato Islámico (Daesh)— no se componen de musulmanes radicalizados, como tanto se afirma en Occidente. Dicho de otra manera, no son movimientos religiosos sino movimientos políticos. El hecho que esos grupos citen constantemente el Corán no hace de ellos movimientos religiosos sino sólo clericales.

El actual desencanto hacia la «primavera árabe» comenzó en Egipto, en junio de 2013, cuando 33 millones de ciudadanos desfilaron durante 5 días manifestándose en contra de la dictadura de Mohamed Morsi —miembro de la Hermandad Musulmana— y a favor del restablecimiento del orden constitucional mediante une intervención del ejército. Absolutamente todos los partidos políticos y las organizaciones religiosas de Egipto se unieron entonces alrededor del ejército egipcio en contra de la Hermandad Musulmana, o sea a favor del laicismo y en contra del clericalismo. Durante los meses posteriores, el jefe de las fuerzas armadas de Egipto, general Abdelfatah Al-Sisi, que ambicionaba convertirse en presidente, entregó a Arabia Saudita una serie de documentos confiscados en la sede egipcia de la Hermandad Musulmana. Esos documentos demostraban que miembros de la Hermandad Musulmana estaban preparando, desde Qatar, el derrocamiento de la familia Saud. La respuesta de Riad no se hizo esperar: arresto de varios miembros de la Hermandad Musulmana en Arabia Saudita, atentados en Qatar y apoyo incondicional a la elección del general al-Sisi como presidente de Egipto.

La situación de la familia Saud resultaba especialmente complicada ya que:
—no toda la Hermandad Musulmana estaba implicada en el complot;
—desde 1961, la propia dinastía Saud había apoyado —con financiamiento— a la Hermandad Musulmana a través de la Liga Islámica Mundial;
—el régimen mismo de los Saud se basa en el wahabismo y es por tanto de carácter clerical… al igual que la Hermandad Musulmana.

La dinastía Saud dio entonces carta blanca a una de sus ramas, la de los Nayef, para reprimir a los golpistas y restaurar el orden. Actuaron como ya lo habían hecho en 1990, durante la rebelión de los partidarios de Sourour. En aquel momento, un líder de la Hermandad Musulmana, Mohammed Sourour, había logrado convencer a algunos wahabitas sauditas para tratar de tomar el poder. La dinastía Saud logró vencer la rebelión pero sólo al cabo de 5 años.

Ese pasado salió nuevamente a flote en mayo de 2017, cuando el presidente estadounidense Donald Trump fue hasta Riad para exigir a las potencias musulmanas que acaben con la Hermandad Musulmana. En respuesta al llamado de Trump, los Saud han decidido romper con la cofradía e incluso abandonar el islam político.

Pero es importante que entendamos que ponerse del lado del laicismo no significa dejar de ser fundamentalista, salafista. La monarquía del rey Salman se encuentra en la misma posición que la monarquía francesa en tiempos de Felipe IV. Para acompañar esa evolución decisiva, el consejo de familia de los Saud aceptó —por 31 votos contra 4— preparar la abdicación del rey Salman, poner fin al traspaso del trono saudita de hermano a hermano, saltarse dos generaciones de aspirantes al trono y designar como próximo rey al príncipe Mohammed ben Salman: hijo del rey actual.

Por su parte, Qatar y la Hermandad Musulmana se acercaron rápidamente a Turquía y Pakistán. Lo más importante es que se aliaron a Irán, aunque siguen luchando contra los Guardianes de la Revolución iraníes en Siria y en Yemen. La razón del acercamiento a Teherán es que el gobierno del actual presidente iraní, el jeque Hasán Rouhaní, comparte la concepción clerical del islam que tienen Doha y la Hermandad Musulmana.

Ese viraje de Irán pone de relieve la existencia de una oposición entre el poder político iraní y su poder militar y se basa en el pacto concluido en el pasado entre el fundador de la primera versión de la Hermandad Musulmana, Hasan al-Banna, y el entonces joven ayatolá Jomeini. Según ese pacto, la Hermandad Musulmana se abstendría de iniciar una guerra religiosa entre sunitas y chiitas, compromiso que voló en pedazos con la aparición de Daesh. El pacto de hoy se basa en las ambigüedades de la Revolución iraní de 1979 —movimiento laico de carácter antiimperialista y al mismo tiempo proceso identitario de carácter clerical— y en la evolución del Guía Alí Jamenei: simultáneamente líder de la Revolución mundial y político local encargado de velar por los equilibrios entre facciones.

Dado el contenido de las 13 exigencias que Arabia Saudita y Egipto han presentado a Qatar, es poco probable que el conflicto entre laicos y clericales se resuelva rápidamente. También se plantea aquí una pregunta fundamental: ¿Entenderán los occidentales lo que actualmente está en juego en el «Medio Oriente ampliado»? En el pasado presentaron como clerical al presidente iraní Ahmadineyad, afirmaron que el miembro de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi no había «arreglado» las elecciones en Egipto, y siguen afirmando que Libia y Siria no fueron blancos de agresiones exteriores sino teatros de una revolución democrática. Quien se empecina en mentirse a sí mismo… acaba perdiendo el contacto con la realidad.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196961.html#nh3

Las Guerras de la Galaxia, de la ficción a la realidad.

Al inicio de la conquista del espacio, las grandes potencias acordaron en la ONU que no habría armas en el espacio. A pesar de ello, sin que se sepa si ese país ha violado o no ese principio, Estados Unidos/El Hogar de Satanás ha desplegado toda una gama de armamento destinado a destruir los satélites “enemigos”, supuestamente desde la Tierra.

La nueva secretaria adjunta a cargo de la US Air Force, Heather Wilson, junto a su jefe, el secretario de Defensa James Mattis.

En el imaginario colectivo, las armas espaciales son las que hemos visto en las películas de ciencia ficción de la saga STARWARS. Pero, sin que nos diésemos cuenta, porque de eso no se habla en los medios de comunicación, ese tipo de armas se ha hecho realidad.

La carrera armamentista, incluyendo el armamento nuclear, hace tiempo que se ha extendido al espacio. La encabeza Estados Unidos, que apunta cada vez con más empeño al control militar del espacio. El 16 de junio de 2017, inmediatamente después de asumir su cargo, la nueva secretaria adjunta a cargo de la fuerza aérea de Estados Unidos, la señora Heather Wilson, anunció una reorganización general destinada a reforzar las operaciones espaciales integrándolas más y más a las de la US Air Force. Objetivo declarado: «Organizar y entrenar fuerzas capaces de vencer en cualquier futuro conflicto que pueda extenderse al espacio».

El responsable de los sistemas militares espaciales es el Mando Estratégico (StratCom), que es también responsable del armamento nuclear y de las ciberarmas. «Tenemos fuerzas espaciales y ciberespaciales superiores que son fundamentales para el estilo de guerra estadounidense en cada teatro de operaciones en el mundo entero», escribió en febrero pasado el comandante del StratCom, general John Hyten, subrayando que «nuestras fuerzas nucleares son seguras y están listas en todo momento» y que «si fallara la disuasión, estamos dispuestos a utilizarlas».

Para los estrategas del Pentágono, tener la superioridad en el espacio significa ser capaces de atacar a un adversario militarmente fuerte, paralizar sus defensas, golpearlo con armas nucleares y, si fuese un adversario dotado también de armamento nuclear, neutralizar su respuesta. Para lograr ese objetivo, el Pentágono está incorporando armas nucleares, sistemas espaciales y ciberarmas a la «gama completa de las capacidades globales de ataque», tanto en la Tierra como en el espacio.

El 7 de mayo, después de 718 días en órbita alrededor de la Tierra, aterrizó en Cabo Cañaveral el transbordador espacial Boeing X-37 de la US Air Force, capaz de maniobrar en el espacio y de regresar a su base de forma autónoma. Los más grandes expertos estiman que el Boeing X-37 —que acaba de realizar en el espacio su cuarta misión «top secret»— sirve probablemente para experimentar con armas destinadas a destruir los satélites enemigos y «cegarlo» en el momento de atacarlo.

Al mismo tiempo, están en fase de desarrollo varias armas láser, ya sometidas a ensayos por el navío USS Ponce (LPD-15) en el Golfo Pérsico. La firma Lockheed Martin anunció el 16 de marzo que ha fabricado un potente sistema de láser que será instalado en un vehículo especial de las fuerzas terrestres estadounidenses para la realización de una serie de pruebas. También en marzo, el general Brad Webb declaró que este mismo año un avión AC-130 recibirá un arma láser para la realización de ataques contra objetivos terrestres. El 3 de abril, científicos de la universidad Macquarie dijeron haber creado en laboratorio un súper láser similar al de la «Estrella de la Muerte» de STARWARS, destinado a futuras aplicaciones espaciales.

Estados Unidos lleva ventaja en ese sector. Pero, como sucede con todos los sistemas de armas, otros países, principalmente Rusia y China, están desarrollando tecnologías militares similares. En 2008, Moscú y Pekín propusieron un acuerdo internacional para impedir el despliegue de armas en el espacio. Pero la administración Bush y más tarde la administración Obama se negaron a abrir negociaciones en ese sentido.

O sea, mientras que en la sede de la ONU se desarrolla una negociación para lograr la prohibición jurídica de las armas nucleares —negociación en la que no participan las potencias nucleares, ni los países miembros de la OTAN— por otro lado sigue acelerándose, impulsada por Estados Unidos, la carrera para la militarización del espacio, que forma parte de la preparación de la guerra nuclear.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196915.html

INSTALACIÓN DEL TURKISH STREAM


El presidente ruso Vladimir Putin inauguró, el 23 de junio de 2017, los trabajos de instalación del tramo del gasoducto Turkish Stream en aguas profundas.

La instalación de este gasoducto se decidió en Turquía, el 1º de diciembre de 2014, durante una visita del presidente Putin, pero los trabajos se vieron interrumpidos en agosto de 2015 —oficialmente por cuestiones de tarifas, aunque en realidad fue por problemas vinculados al conflicto en Siria.

La instalación del Turkish Stream permitirá aprovisionar a Turquía con gas ruso pero también facilitará el tránsito del gas ruso hacia los países de la Unión Europea, reemplazando así el proyecto South Stream, bloqueado por Bruselas.

Con un costo estimado en 6.000 millones de dólares, el proyecto Turkish Stream prevé la instalación de 2 conductos, cada uno con capacidad para transportar 15.750 millones de metros cúbicos de gas al año. La instalación del primero debería terminar en 2018 y el segundo estaría listo a finales de 2019.

Como resaltó el propio presidente Putin, es muy excepcional que proyectos de esta gran envergadura se concreten tan rápidamente, lo cual sólo ha sido posible debido al interés personal del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, quien espera librarse así del tutelaje económico que Estados Unidos ejerce sobre Turquía.

Mohammad bin Salman toma el poder en Arabia Saudita.


El rey Salman bin Abdulaziz Al Saud, de 81 años, depuso de todas sus funciones al príncipe Muhammad bin Nayef, de 57 años, quien hasta ahora ostentaba el título de príncipe heredero así como los cargos de viceprimer ministro y ministro del Interior de Arabia Saudita.

De esta manera, el propio hijo del rey, o sea el príncipe Mohammad bin Salman, de 31 años, se convierte, de hecho, en el nuevo príncipe heredero.

El príncipe Muhammad bin Nayef, quien hizo sus estudios en Oregón (Estados Unidos) y posteriormente se formó en el FBI y en Scotland Yard, estaba considerado como el hombre de Estados Unidos en Arabia Saudita y había obtenido resultados en la lucha contra algunos disidentes de al-Qaeda. Su marginación pone fin a las esperanzas de la rama de los Nayef de alcanzar el trono.

Por su parte, el príncipe Mohammad bin Salman carece de formación académica. Detenta, cuando más, un título de bachiller obtenido en una escuela local pero se ignora si ese título realmente corresponde a la realización de verdaderos estudios. Hizo su debut en política como asistente de su padre, el actual rey, cuando este último fue gobernador de Riad y posteriormente ministro de Defensa.

En 2015, cuando el rey Salman accedió al trono, fue su hijo, el príncipe Mohammad bin Salman, quien se convirtió en ministro de Defensa e implicó al ejército de Arabia Saudita en la agresión contra Yemen, que está resultando desastrosa para las tropas sauditas. Disponiendo del poder real por procuración, el hijo del rey presentó «Visión 2015», un amplio proyecto de reforma política que prevé la privatización de Saudi Aramco —única fuente de divisas de Arabia Saudita— y desarrollar el reino sin contar para ello con la industria del petróleo.

A pesar de lo anterior, el hijo del rey Salman es conocido sobre todo debido a su trayectoria como miembro de la jet set y por la compra del enorme yate Serene (ver foto) por 500 millones de euros.

Todo indica que el rey Salman tendría que abdicar próximamente dejando a su hijo en el poder. Eso resolvería temporalmente la difícil cuestión de la sucesión en Arabia Saudita, donde hasta ahora el trono pasaba a manos del mayor de los hijos del fundador de la dinastía Saud. El actual rey Salman es el 25º de los 53 hijos de Abdulaziz 'Ibn Saud', el primer rey de Arabia Saudita.

En enero de 2015, al morir el rey Abdallah, su medio hermano el príncipe Muqrin bin Abdulaziz fue nombrado príncipe heredero. Pero 3 meses después, en abril de 2015, fue separado abruptamente del orden de sucesión —algo que nunca había sucedido antes— y reemplazado por el príncipe Muhammad bin Nayef, que ahora acaba de correr la misma suerte.

Como premio de consolación, la rama de los Nayef obtuvo que sea un yerno del príncipe Muhammad bin Nayef quien reemplace a este último como ministro del Interior. Y si se decidió recurrir a un yerno es porque Muhammad bin Nayef no tiene ningún hijo varón.

El nuevo príncipe heredero, de 31 años, podría reinar alrededor de 50 años. Pero si muriera relativamente joven, su sucesor sería su hijo, incluso si aún fuese menor de edad.

La solución adoptada para resolver el problema de la sucesión en Arabia Saudita recibió la aprobación de Estados Unidos y fue adoptada por 31 de los 34 miembros del Consejo de Fidelidad, que en realidad es un consejo de familia de los Saud.

Con esa solución, la sucesión se salta 2 generaciones. De hecho, el príncipe Mohammad bin Salman está poniendo jóvenes a la cabeza de las diferentes administraciones de Arabia Saudita, país donde la edad media de la población es de 27 años.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196948.html

REAJUSTES EN EL MEDIO ORIENTE

Los países del Medio Oriente ampliado se dividen ahora entre partidarios y adversarios del clericalismo, mientras que Washington, Moscú y Pekín negocian una nueva distribución de cartas. Thierry Meyssan evalúa el impacto de este verdadero terremoto en los conflictos que ya estaban desarrollándose en Palestina, en Siria e Iraq, así como en Yemen.

El jeque Tamim bin Hamad Al Zani, emir de Qatar

La crisis diplomática alrededor de Qatar ha congelado varios conflictos regionales y disimulado varios intentos de arreglos vinculados a otros. Nadie sabe cuándo se levantará el telón, pero lo que sí es seguro es que cuando eso suceda veremos una región profundamente transformada.


1. El conflicto palestino

Desde que la mayoría de los palestinos fueron expulsados de su tierra —el 15 de mayo de 1948, en lo que hoy se designa como la Nakba y que los pueblos árabes rechazaron aquella limpieza étnica, lo único que había modificado parcialmente la distribución del juego era la paz separada israelo-egipcia pactada en los acuerdos de Camp David (en 1978) y la promesa de resolver la cuestión palestina mediante la creación de dos Estados, surgida de los Acuerdos de Oslo.

Sin embargo, cuando la existencia de negociaciones secretas entre Irán y Estados Unidos se dio a conocer, Arabia Saudita e Israel decidieron conversar entre sí. Al cabo de 17 meses de encuentros secretos, se concluyó un acuerdo entre el Guardián de las Dos Mezquitas y el Estado judío. Este acuerdo se concretó a través de la participación del ejército de Israel en la agresión contra Yemen y de la entrega de bombas atómicas tácticas israelíes al reino de los Saud.

Recordemos que ese acuerdo también preveía hacer que Arabia Saudita evolucionara de forma tal que su sociedad siguiera siendo salafista y sus instituciones pasaran a ser laicas. Estipulaba además la independencia del Kurdistán iraquí —donde se realizará un referéndum en septiembre— y la explotación simultánea de los yacimientos de gas del desierto de Rub al-Jali (a menudo designado como The Empty Quarter), en territorios de Arabia Saudita y Yemen —yacimientos que son la verdadera razón de la actual guerra contra Yemen— y los de la región de Ogaden —lo cual explica la retirada, esta semana, de las tropas qataríes de la frontera con Yibuti.

Finalmente, Egipto cedió a Arabia Saudita las islas de Tiran y Sanafir, cumpliendo así el compromiso que había contraído hace un año. Al aceptar la posesión de esas islas, Riad reconoce de facto los acuerdos de Camp David, que estipulan la libre circulación de los barcos israelíes en las aguas circundantes. Israel incluso confirmó que ha recibido garantías de Arabia Saudita en ese sentido.

Es importante observar que lo que llevó a Egipto a ceder las islas no fue la presión de Arabia Saudita —aunque Riad bloqueó tanto sus entregas de petróleo al Cairo como un préstamo de 12.000 millones de dólares— sino la crisis diplomática del Golfo. Los Saud oficializaron su ruptura con la Hermandad Musulmana, proceso que ya venía avanzando desde que el presidente egipcio al-Sisi les entregó una serie de documentos que demostraban la existencia de un proyecto de golpe de Estado en Arabia Saudita en el que estaban implicados varios miembros de la cofradía. Al principio, Arabia Saudita creyó ser capaz de separar a los «buenos» de los «malos», entre los miembros de la Hermandad Musulmana. El reino ya había acusado a Qatar de aportar respaldo a los golpistas, pero en aquel momento las cosas se desarrollaron por vía pacífica. Actualmente, Riad tiene intenciones de luchar contra toda la Hermandad Musulmana y eso lo obliga a revisar su posición hacia Siria.

La cesión de las islas de Tiran y Sanafir, egipcias desde la Convención de Londres de 1840, no tiene otra razón de ser que permitir que Arabia Saudita reconozca de forma implícita —al cabo de 39 años— los acuerdos de paz separada firmados en Camp David entre Egipto e Israel.

Por su parte, Teherán acogió a la dirección política de Jamás —que se compone principalmente de miembros de la Hermandad Musulmana—, tanto en nombre de la solidaridad con la causa palestina como por el hecho que comparte con los dirigentes de Jamás la misma concepción del islam político.

La próxima etapa será el establecimiento de relaciones comerciales públicas entre Riad y Tel Aviv, que ya se mencionan en la edición del 17 de junio del diario británico The Times —varias empresas israelíes parecen haber sido autorizadas a operar en Arabia Saudita y la compañía aérea israelí El-Al podría utilizar el espacio aéreo saudita—, y después vendrían el reconocimiento de la iniciativa de paz del príncipe saudita Abdalá —adoptada por Liga Árabe en 2002— y el establecimiento de relaciones diplomáticas —el príncipe Al Waleed Bin Talal se convertiría en embajador del reino en Israel.

Ese proyecto podría conducir a la paz en Palestina (reconocimiento de un Estado palestino e indemnización para los refugiados), en Líbano (retirada israelí de las Granjas de Shebaa) y en Siria (cese del apoyo a los yijadistas y retirada israelí del Golán).

El tema del Golán ha de resultar particularmente difícil ya que el gobierno de Netanyahu ha reafirmado —en son de provocación— su anexión mientras que Estados Unidos y Rusia reaccionaron duramente ante la expulsión de la Fuerza de Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS) y la sustitución de sus cascos azules por los yijadistas de al-Qaeda. No sería, sin embargo, imposible que durante la guerra en Siria, Washington o Moscú se hayan comprometido con Tel Aviv a mantener el estatus quo en el Golán.

Ese proyecto de arreglo general es un reflejo del modus operandi de Donald Trump y Jared Kushner como hombres de negocios: crear una situación económica que impone un cambio político. Y encontrará probablemente la oposición de la Hermandad Musulmana (Jamás) y del triángulo del islam político conformado por Irán, Qatar y Turquía.


2. El conflicto en territorios de Iraq y Siria

Todos los actores regionales están de acuerdo en considerar que Iraq y Siria constituyen en este momento un solo campo de batalla. Pero los occidentales, que se aferran a las mentiras de la administración de George Bush hijo —incluso cuando admiten la inexistencia de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Sadam Husein— y a la versión romántica de las «primaveras árabes» —incluso cuando reconocen que ese movimiento nunca trató de favorecer la libertad sino, por el contrario, de imponer el islam político— se obstinan en considerarlos dos escenarios diferentes.

En este punto, remito a nuestros lectores a mi libro SOUS NOS YEUX... en cuanto a cómo se inició esta guerra. El hecho es que, desde el inicio de la crisis alrededor de Qatar, la guerra en Iraq y en Siria se ha limitado a:
(1) la lucha contra el Emirato Islámico (Daesh), en Mosul y Al Raqa, y a
(2) la lucha contra Turquía, en Bashiqa y Al-Bab.

Lo que resulta evidente para todos en la región es que, desde la llegada al poder del presidente chino Xi Jinping con el proyecto de creación de dos «rutas de la seda», Washington ha estimulado la creación de un «Sunistán» en territorios pertenecientes a Iraq y a la República Árabe Siria. Con ese objetivo, Washington financió, armó y dirigió las fuerzas del Emirato Islámico para que bloquearan el eje de comunicación terrestre Beirut-Damasco-Bagdad-Teherán-Pekín.

Desde hace 4 meses, la administración Trump estudia y negocia de qué manera pudiera modificar esa política y reemplazar por una asociación con Pekín la actual situación de enfrentamiento.

Mientras que en el terreno asistimos a una verdadera sucesión de acontecimientos contradictorios, los ejércitos de Iraq y de la República Árabe Siria han avanzado rápidamente desde el inicio de la crisis alrededor de Qatar. En su rápido avance hacia la frontera común, ambos ejércitos han liberado del control del Emirato Islámico sus zonas fronterizas y hoy están a punto de entrar en contacto —con lo cual restablecerían la ruta de la seda. Ya sólo los separan, en el punto de confluencia, unos 200 metros de terreno ilegalmente controlado por fuerzas de Estados Unidos.

En cuanto a los combates en el sur de Siria… han cesado inesperadamente. Damasco proclamó unilateralmente un alto al fuego en Daraa. En realidad, Moscú y Washington dieron a Tel Aviv garantías de que Siria sólo permitirá frente a la frontera israelí el despliegue de fuerzas rusas, excluyendo la presencia allí de fuerzas iraníes o del Jezbolá libanés.

En pocas palabras, si el Pentágono sigue las órdenes de la Casa Blanca, debería producirse un amplio cese del conflicto. Sólo quedaría por resolver entonces la ocupación turca de territorios en Iraq y Siria, según el modelo de la ocupación turca en Chipre, situación a la que la Unión Europea se ha acomodado en una evidente muestra de cobardía. En la nueva situación, Estados Unidos y Arabia Saudita, hasta ahora enemigos de Iraq y Siria, se convertirían nuevamente en sus aliados.


3. El conflicto en Yemen

Es posible que los yemenitas salgan perjudicados del actual cambio de situación. Aunque resulta totalmente evidente que Arabia Saudita entró en guerra para instalar en Yemen un régimen favorable a la explotación conjunta de los yacimientos de hidrocarburos del desierto de Rub al-Jali y para dar al príncipe Mohamed ben Salman la posibilidad de «acumular méritos», la ayuda que Irán ha aportado a los hutíes y al ex-presidente Saleh desvía las miradas de los países árabes y de la llamada «comunidad internacional» de los crímenes que allí se cometen.

En efecto, cada cual tiene que escoger su bando y casi todos han optado por ponerse del lado de Arabia Saudita contra Qatar y los aliados turcos e iraníes del pequeño emirato. Lo que pudiera ser positivo para Palestina, Iraq y Siria resulta negativo para Yemen.


Conclusión

Desde el 5 de junio de 2017 y la ruptura de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita y Qatar, las cancillerías se preparan para una posible guerra, aunque sólo Alemania ha mencionado públicamente esa posibilidad. La situación es extremadamente sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta que no es Arabia Saudita sino Qatar quien ostenta el estatus de observador en el seno de la OTAN.

Mientras tanto, anuncios de dimisiones siguen llegando constantemente de Doha y van desde la embajadora estadounidense Dana Shell Smith hasta el entrenador uruguayo de la selección de fútbol de Qatar, Jorge Fossati. Y no sólo los países que se han puesto del lado de Arabia Saudita han cortado sus relaciones comerciales con Qatar. También lo han hecho, ante el riesgo de guerra, numerosas empresas sin vínculos particulares con la región del Golfo, como la China Ocean Shipping Company (COSCO), la mayor compañía naviera de China y una de las más grandes del mundo.

En todo caso, aunque sus reclamos —basados en la historia— están realmente justificados, parece a todas luces imposible que Arabia Saudita anexe Qatar, teniendo en cuenta que antes se opuso a la anexión de Kuwait por parte del Iraq de Sadam Husein, basada exactamente en las mismas razones históricas. Una regla se impuso en el mundo desde los tiempos de la colonización británica: nadie tiene derecho a modificar las fronteras que Londres impuso con un solo objetivo, que es precisamente perennizar problemas insolubles para los Estados nacidos de los procesos de independencia.

De hecho, así logra Londres que esos Estados sigan dependiendo de su antigua metrópoli. En el caso que ahora nos ocupa, la próxima llegada de 43.000 soldados pakistaníes y turcos que asumirían la defensa de Qatar debería fortalecer su posición.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196900.html#nh9

Al cabo de 39 años, Riad reconoce los acuerdos de Camp David.



En el marco de ese arreglo, Riad se compromete a respetar los acuerdos de Camp David, que precisan que el propietario de ambos islotes no debe obstaculizar la circulación a través del estrecho de Tiran y permitir el paso a los barcos israelíes.

Numerosos egipcios habían expresado su oposición a la decisión del presidente al-Sisi de transferir a Arabia Saudita la soberanía sobre las islas de Tiran y Sanafir. El gobierno egipcio justificó su decisión afirmando que esos territorios nunca pertenecieron realmente a Egipto. Pero los hechos son indiscutibles ya que ambas islas eran propiedad de Egipto desde la Convención de Londres de 1840.

Para obligar a Egipto a entregarle las dos islas, Arabia Saudita comenzó por interrumpir sus entregas de petróleo al Cairo y bloqueó un préstamo de 12.000 millones de dólares, ante lo cual el parlamento egipcio acabó apresurándose a conceder su aval al arreglo.

Este reconocimiento de facto de los acuerdos de Camp David, firmados en 1978, que estipulan una paz separada entre Egipto e Israel, debería servir de justificación a una distensión entre Arabia Saudita e Israel. En este sitio web ya habíamos anunciado anteriormente el acuerdo secreto que Tel Aviv y Riad concluyeron en junio de 2015, el papel de las fuerzas armadas de Israel en la Fuerza «Árabe» de Defensa Común contra Yemen y la compra de bombas atómicas israelíes realizada por la familia Saud. Y también tendrá ciertamente importantes consecuencias para la cuestión palestina.

¿IMPEDIRÁ ESTADOS UNIDOS LA REAPERTURA DE LA RUTA DE LA SEDA?


Después de la llegada del ejército de la República Árabe Siria hasta los límites de la frontera con Iraq, la semana pasada, el ejército iraquí confluyó en la región fronteriza el 16 de junio de 2017, en la zona de al-Waleed.

Entre las fuerzas de los dos ejércitos se encuentran ahora fuerzas estadounidenses que ocupan ilegalmente la zona de al-Tanf, en suelo sirio.

Según el ministerio de Defensa de la Federación Rusa, esas fuerzas estadounidenses están equipándose con sistemas móviles de artillería reactiva del tipo HIMARS (siglas correspondientes a High Mobility Artillery Rocket System). Se trata de sistemas de lanzacohetes múltiples (ver foto) que Washington podría utilizar para impedir que los ejércitos de Siria e Iraq aúnen sus esfuerzos y reabran la llamada «Ruta de la Seda». El Pentágono se ha negado a emitir comentarios al respecto.

En 2014, fue precisamente el Pentágono el que organizó, financió y armó a los yijadistas del Emirato Islámico (Daesh) para crear un «Sunistán» en territorios de Siria e Iraq, como medio de cortar la ruta de la seda. Esta vía terrestre de comunicación tradicional se extiende, desde los tiempos de la Antigüedad, entre China y el Mediterráneo y también permite el envío de armamento desde Irán hacia el Líbano.

La cuestión ahora es saber si Washington tiene intenciones de continuar la política de la administración Obama contra los países de la región o si aplicará finalmente la política de la administración contra Daesh.

Tropas de Siria e Iraq confluyen hacia la frontera común.


El Ejército Árabe Sirio —o sea, las fuerzas armadas de la República Árabe Siria— ha logrado llegar hasta la frontera siria con Iraq.

Durante los 2 últimos meses, aviones de la coalición conformada alrededor de Estados Unidos han atacado en 3 ocasiones milicias o fuerzas militares leales al gobierno de la República Árabe Siria, probablemente en un esfuerzo por mantener cortada la «ruta de la seda» e impedir la unión entre los ejércitos de la República Árabe Siria e Iraq.

El restablecimiento del eje de transporte terrestre Damasco-Bagdad definiría el fracaso de la misión que la administración Obama había asignado al Emirato Islámico (Daesh, anteriormente llamado EEIL) a principios de 2014.

En Washington, el vocero del Pentágono, Jeff David, agradeció la «acción estabilizadora» de Rusia en la zona.

¿ACABARÁ JAMÁS REFUGIADO EN TEHERÁN?


El ministro de Exteriores de Arabia Saudita, Adel al Jubeir, planteó en París —el 6 de junio de 2017—las condiciones para un restablecimiento de relaciones diplomáticas con Qatar. Entre esas condiciones figura la expulsión de Jamás, cuya dirección política se trasladó bruscamente de Damasco a Doha, justo antes de proclamarse como una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes, título que abandonó posteriormente.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, apoyó de inmediato la exigencia de Arabia Saudita.

Finalmente, Qatar ha solicitado a ciertos líderes del Jamás —pero no a todos— que salgan de su territorio.

El discurso pronunciado en Riad por el presidente estadounidense Donald Trump, el 21 de mayo, se interpretó en todo el mundo árabe como una luz verde para acabar con los terroristas y, por ende, con su casa matriz: la Hermandad Musulmana. La prensa árabe invirtió bruscamente su visión sobre Jamás —presentado antes como un movimiento legítimo de la resistencia palestina— y ahora lo presenta como una organización terrorista que manipula y explota el sufrimiento del pueblo palestino. Sólo los medios de prensa financiados por Irán no están participando en esta campaña tendiente a modificar la imagen pública de Jamás en el mundo árabe.

El líder de Jamás Jaled Meshal (en la foto) y una delegación de su Buró Político viajaron a Teherán y parece que Irán ha decidido conceder asilo político a este movimiento palestino.

La historia de Jamás es singularmente compleja. Fue creado en 1987, por iniciativa del Reino Unido y por 3 miembros de la Hermandad Musulmana. No cuestionaba el colonialismo occidental, pero afirmaba que, a la luz del Corán, una tierra musulmana no podía ser gobernada por infieles.

A pesar de que, en ese sentido, Jamás representaba la resistencia religiosa frente a Israel, Tel Aviv contribuyó por años a desarrollarlo para debilitar la influencia de al-Fatah, la organización laica de Yasir Arafat (el tío del trapo), que contaba a su vez con el apoyo de Estados Unidos y Francia. Poco a poco, Irán comenzó a ejercer una influencia cada vez mayor sobre la rama armada de Jamás, proporcionándole grandes volúmenes de armamento.

En 2012, en el contexto de lo que parecía el triunfo del proyecto británico de las «primaveras árabes», Jamás se proclamó como una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes. A pesar de los vínculos existentes entre Jamás y el MI6 británico y del ideal antiimperialista del imán Jomeiny, Teherán decidió considerar aquel gesto como un acto interno de Palestina.

Ahora estamos asistiendo a un cambio de paradigma en el Medio Oriente. La cuestión de la lucha contra el imperialismo está cediendo lugar a la de la lucha contra el clericalismo. Los partidarios del «islam político» se hallan principalmente representados, entre los sunitas, por Jamás y, entre los chiitas, por el gobierno de Hasán Rouhaní.

15 años de cárcel por llevar la camiseta del Barça.


Las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos han instituido una multa de 135.000 euros (más de 150.000 dólares) y una pena de 15 años de cárcel para castigar toda expresión de simpatía hacia Qatar, país que respalda la Hermandad Musulmana.

Esta medida es aplicable a todo mensaje, declaración o palabras de simpatía —incluso pronunciadas por teléfono— así como al simple hecho de portar una camiseta del Barça (el Fútbol Club Barcelona o FCBarcelona), cuyo principal espónsor es la línea aérea Qatar Airways (¡Ahora ya no, lo es Rakuten!)...

Una brisa de laicismo recorre el mundo musulmán.

El discurso de Donald Trump en Riad ha suscitado una oleada de posicionamientos contra el terrorismo y en contra del islam político. El mundo árabe está expresando su sed de laicismo precisamente en el mismo momento en que esa tendencia se tergiversa en Europa para utilizarla contra las religiones. Ante esa bocanada de libertad, los británicos están organizando el bando del islam político alrededor de Qatar, Irán, Turquía y la Hermandad Musulmana.

Prácticamente desconocido en Occidente, Sayyid Qutb (1906-1966) es el pensador de referencia del «islam político», o sea de la voluntad de organizar la sociedad y la vida privada de cada individuo —sea cual sea su religión— según una interpretación del Islam. Sayyid Qutb llegó a la Hermandad Musulmana hasta 1953. Excluyó de la ideología de la cofradía los elementos nacionalistas de Hasan al-Banna y estableció una doctrina indiferente a cualquier elemento contextual. En 64 años, numerosos musulmanes del mundo entero abandonaron la espiritualidad del islam para adoptar la doctrina exclusivamente política de Sayyid Qutb. El pensamiento de este personaje sirve de base estructural a todos los grupos yijadistas.

Durante la colonización y a lo largo de la guerra fría, las potencias imperialistas utilizaron las religiones para ahogar toda oposición a su propia dominación. Un ejemplo flagrante es el caso de Francia, que adoptó en 1905 una importante ley implantando el carácter laico de sus instituciones… y decidió de inmediato no aplicarla en los territorios colonizados.

Hoy se sabe que las «primaveras árabes» eran una iniciativa británica tendiente a poner a la Hermandad Musulmana en el poder para afianzar así la dominación anglo-sajona sobre el «Medio Oriente ampliado» [también designado a menudo como «Gran Medio Oriente»].

Desde hace 16 años, los occidentales vienen acusando a los musulmanes —con razón— de no «limpiar la casa» y de tolerar a los terroristas. Pero hoy resulta evidente que esos terroristas cuentan con el apoyo de los propios occidentales, que los utilizan para someter a los propios musulmanes mediante el «islam político». Para Londres, Washington y París el terrorismo constituye una preocupación sólo cuando rebasa los límites del «Medio Oriente ampliado» y nunca critican el «islam político», o al menos se abstienen de hacerlo cuando lo practican los sunitas.

Al pronunciar su discurso de Riad, el 21 de mayo de 2017, la intención del presidente Trump era poner fin al terrorismo que arrasa la región y que ahora se extiende a Occidente. Lo que dijo Trump tuvo el efecto de un electrochoque. Su alocución fue interpretada como una luz verde para acabar con ese sistema.

Lo que durante los últimos siglos pareció siempre impensable se hace así bruscamente realidad. Al aceptar poner fin a su relación con la Hermandad Musulmana, Arabia Saudita arremete contra quienes siguen colaborando con los británicos y principalmente contra Qatar. Riad ha desatado una tempestad que conlleva toda una carga de innumerables frustraciones. Por espíritu de venganza beduina, se cortaron las relaciones diplomáticas y se organizó un bloqueo económico contra la población qatarí. Mientras tanto, en los Emiratos Árabes Unidos se ha instaurado una pena de 15 años de cárcel contra cualquier persona que simplemente exprese compasión por los habitantes del ahora aborrecido Qatar.

Se ha iniciado así un gigantesco desplazamiento de fuerzas y replanteo de las alianzas que hasta ahora existían. Si prosigue ese movimiento, la región se organizará alrededor de una división diferente. La cuestión de la lucha contra el imperialismo cederá su lugar a la de la lucha contra el clericalismo.

Los europeos vivieron lo mismo durante 400 años, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Pero no fue ese el caso de los estadounidenses, ya que su país fue fundado precisamente por los puritanos, que llegaron al norte de América huyendo de esas luchas. La lucha contra el cristianismo político fue primeramente un combate contra la pretensión del clero de la Iglesia católica de gobernar a sus fieles, incluso hasta en la cama. Esa lucha sólo terminó en tiempos del papa Pablo VI, quien abandonó la tiara pontifical. Aquella triple corona debía simbolizar que el papa estaba por encima de reyes y emperadores.

Al igual que el cristianismo original, donde no había sacerdotes (los sacerdotes cristianos no aparecieron hasta el siglo III), el islam original y el sunismo carecen de clérigos. Sólo el chiismo cuenta con una estructura similar a la del catolicismo y el cristianismo ortodoxo. De hecho, el islam político está representado actualmente por la Hermandad Musulmana y por el gobierno del jeque Hasán Rouhaní (el título de jeque indica que el presidente iraní Rouhaní es miembro del clero chiita).

Una alianza clerical está formándose en este momento, con ayuda del Reino Unido. Esa alianza podría constituir un bloque conformado por Irán, Qatar, Turquía, Idlib (en el noroeste de Siria) y Gaza, bloque que se convertiría en protector de la Hermandad Musulmana y, por tanto, en defensor del uso del terrorismo.

En sólo 2 semanas, la prensa árabe, que hasta ahora había considerado favorablemente a la Hermandad Musulmana como una poderosa sociedad secreta y al yijadismo como un compromiso legítimo, ha dado un brusco giro de 180 grados. Todos los medios árabes denuncian ahora el hecho que la Hermandad Musulmana pretende controlar la vida de la gente y se pronuncian contra la locura criminal del yijadismo.

Ese tsunami de comentarios, los siglos de frustración que en ellos se expresan, su violencia misma, hace imposible todo regreso a la situación anterior —lo cual no quiere decir que la alianza Irán-Qatar-Turquía-Hamás logre realmente concretarse. La ola revolucionaria se produce en pleno mes de ramadán. Las reuniones entre amigos y los encuentros familiares que caracterizan este mes sagrado para los musulmanes, y que deberían ser de celebración consensual, están convirtiéndose a veces en ocasiones para el cuestionamiento de lo que hasta ahora parecían ser las bases mismas del islam.

Si se mantuviese la división a favor o en contra del clericalismo, asistiríamos a una recomposición general del paisaje político.

Por ejemplo, los Guardianes de la Revolución iraníes, que se crearon en contra del imperialismo anglosajón, han acumulado rencores contra el clero iraní. Muchos de ellos aún recuerdan que, durante la guerra que Iraq impuso a Irán, los mulás y los ayatolás se las arreglaban para evitar que sus hijos tuvieran que ir a la guerra, mientras que los Guardianes de la Revolución sacrificaban sus vidas en el campo de batalla. Sin embargo, debilitados durante el primer mandato de Rouhaní, parece poco probable que los Guardianes de la Revolución se atrevan a levantarse contra el poder civil y religioso.

Pero el Hezbolá libanés tiene como líder al sayyid Hasan Nasrallah (el título de sayyid indica que Nasrallah es descendiente directo del profeta Mahoma), una personalidad que promueve la separación entre la esfera pública y la esfera privada. Aunque ejerce simultáneamente una función religiosa y otra política, Hasan Nasrallah ha estado siempre en contra de la confusión entre ambas funciones, aunque lo ha hecho aceptando a la vez el principio enunciado por Platón del Wilayat Faqih (o sea, el principio del gobierno por un sabio). Parece por tanto poco probable que el Hezbolá libanés siga al gobierno de Rouhaní.

En espera de las definiciones que no deben tardar, ya se ven importantes movimientos en toda la región:
—En Libia, la Hermandad Musulmana abandonó Trípoli, permitiendo incluso que una milicia pusiera en libertad a Saif al Islam Gadafi y que el general Haftar ampliara su propia influencia.
—En Egipto, el general-presidente Al-Sisi logró que los demás gobernantes del Golfo redactaran una lista de terroristas.
—En Palestina, la dirección política de Hamás huyó a Irán.
—En Siria, los yijadistas han cesado la lucha contra la República Árabe Siria y están a la espera de instrucciones.
—En Iraq, el ejército redobla sus embates contra la Hermandad Musulmana y la Orden de los Naqchbandis.
—En Arabia Saudita, la Liga Islámica Mundial excluyó de su consejo de administración al predicador-estrella de la Hermandad Musulmana y propagandista de las primaveras árabes, el jeque Qaradawi.
—Mientras tanto, Turquía y Pakistán han iniciado el envío de decenas de miles de soldados a Qatar, que ya sólo logra alimentarse gracias a la ayuda de Irán.

Una nueva era parece estar comenzando en la región.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196794.html

Sólo 47% de votantes en las elecciones legislativas francesas...


Sólo un 47,62% de los electores participó en las elecciones legislativas realizadas en Francia el domingo 11 de junio de 2017.

De hecho, eso implica que la próxima Asamblea Nacional no podrá representar a los franceses.

Este tipo de situación no está previsto en la Constitución de la República Francesa. Se trata, por consiguiente, de la crisis de legitimidad más importante que enfrenta el país desde la derrota de Napoleón III en Sedán, la invasión prusiana y la Comuna de París, hace siglo y medio.

ENFRENTAMIENTO EN BILDERBERG 2017

Cuando el presidente Trump parece haber resuelto, más o menos, sus problemas de autoridad interna, el conflicto se desplaza al seno de la OTAN. Washington quiere que se abandone la manipulación del terrorismo pero Londres no tiene intenciones de renunciar al instrumento que tan eficaz le ha resultado para imponer su influencia. Inicialmente organizado como caja de resonancia de la alianza atlántica, el Grupo Bilderberg acaba de ser escenario de un enconado debate entre partidarios y adversarios del uso imperialista del terrorismo islamista en el Medio Oriente.

No existen fotos de la reunión del Grupo de Bilderberg, cuyos trabajos tienen carácter confidencial. La policía del Estado de Virginia y el FBI no estuvieron vinculados a la protección del encuentro, que estuvo en manos de una milicia armada privada y de la OTAN.

El Grupo de Bilderberg fue creado en 1954, por la CIA y el MI6, para respaldar a la OTAN. ¿Objetivo? Crear un marco para el encuentro de personalidades del mundo económico y del mundo mediático con responsables políticos y militares para alertar a la sociedad civil sobre la gravedad del «peligro rojo». Lejos de ser un foro de toma de decisiones, este restringido club ha sido históricamente un lugar de encuentro donde los «veteranos» tenían que rivalizar en fidelidad a Londres y a Washington y los «jóvenes» estaban llamados a demostrar que se podía confiar en ellos para enfrentar a los soviéticos.

Fue en la reunión de 1979 donde Bernard Lewis reveló a los participantes del Grupo de Bilderberg el papel de la Hermandad Musulmana en la lucha contra el gobierno comunista afgano. Este historiador y orientalista británico, con doble nacionalidad israelí y estadounidense, propuso en aquel encuentro extender la «guerra por la Libertad» (sic) a toda el Asia central.

Fue en la reunión de 2008 del Grupo Bilderberg —o sea, 2 años antes de que comenzaran los desórdenes— que la señora Basma Kodmani (futura portavoz de la oposición siria) y el alemán Volker Perthes (futuro consejero del estadounidense Jeffrey Feltman en la elaboración del documento para la capitulación total e incondicional de Siria) explicaron por qué resultaba de interés respaldar a la Hermandad Musulmana para dominar el Medio Oriente. El dúo Kodmani/Perthes subrayaba entonces ante el Grupo Bilderberg la «moderación» de la Hermandad Musulmana ante Occidente, en contraste con el soberanismo «extremista» de Irán y Siria.

Fue también ante el Grupo de Bilderberg, en la reunión de 2013, que el jefe de la asociación de los patrones alemanes, Ulrich Grillo, se pronunció por la organización de la migración masiva de 800.000 trabajadores sirios hacia las fábricas alemanas.


Bilderberg 2017

Ahora, el Grupo Bilderberg acaba de realizar su reunión de 2017, del 1º al 4 de junio y en Estados Unidos. Lo excepcional de este encuentro es que, de los 130 participantes, no todos defendieron el mismo proyecto. En realidad pasó todo lo contrario a lo habitual: ante las intervenciones de Donald Trump en la cumbre arabo-islamo-estadounidense y en la cumbre de la OTAN, la CIA y el MI6 organizaron el primer día un debate entre partidarios y adversarios de la lucha contra el islamismo. Por supuesto, se trataba de obtener un compromiso entre ambos bandos o definir claramente las disensiones existentes y no permitir que estas destruyan el objetivo inicial de la alianza atlántica, que es la lucha contra Rusia.

Del lado del anti-islamismo (que no apunta contra la religión musulmana sino contra el islam político al estilo de Sayyid Qutb), estaban el general H. R. McMaster (consejero de seguridad nacional del presidente Trump) y la experta Nadia Schadlow. El general McMaster es un reconocido estratega cuyas teorías se han visto verificadas en el campo de batalla. Nadia Schadlow ha trabajado sobre todo en cómo convertir las victorias militares en éxitos políticos, se ha interesado mucho en la re-estructuración de los movimientos políticos en los países derrotados y está a punto de publicar un nuevo libro sobre la lucha contra el radicalismo islámico.

En el bando de los pro-islamistas estuvieron:
—por Estados Unidos, John Brennan (el último director de la CIA de la administración Obama) y sus ex-subordinados Avril Haines y David Cohen (a cargo del financiamiento del terrorismo);
—por el Reino Unido, Sir John Sawers (ex-director del MI6 y protector de larga data de la Hermandad Musulmana) y el general Nicholas Houghton (ex-jefe del estado mayor que preparó el plan de invasión terrestre contra Siria);
—por Francia, el general Benoit Puga (ex-jefe del estado mayor particular de los ex-presidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande y comandante de las fuerzas especiales francesas en Siria) y Bruno Tertrais (estratega neoconservador del ministerio francés de Defensa);
—como representantes de las empresas privadas, los estadounidenses Henry Kravis (director del fondo de inversiones KKR y tesorero oficioso del Emirato Islámico [Daesh]) y el general David Petraeus (ex-director de la CIA y cofundador de Daesh).

Como si ese desequilibrio no fuese suficiente, los organizadores incluyeron también en el debate a varios expertos en justificar lo injustificable, como el profesor Niall Ferguson (historiador del colonialismo británico).


Un posible cambio radical 
en materia de alianzas

Habrá que esperar algún tiempo para saber lo que se dijo en esta reunión y entender las conclusiones a las que han llegado o no los contendientes. Pero lo que sí es ya evidente es que Londres está incitando a un cambio de paradigma en el Medio Oriente. Si bien se abandona el modelo de la «primavera árabe» —o sea, la reproducción de la «revuelta árabe de 1916», organizada por Lawrence de Arabia para sustituir el Imperio Otomano por el Imperio Británico—, el MI6 espera crear una nueva colusión basada en el islam político.

De hecho, mientras que Washington renovó su alianza con Arabia Saudita y convenció a ese reino de que tiene que romper con la Hermandad Musulmana a cambio de 110.000 millones de dólares en armamento estadounidense. Londres está tratando de establecer una alianza entre Irán, Qatar, Turquía y la Hermandad Musulmana. Si el proyecto británico llegara a prosperar veríamos disolverse el conflicto «sunitas versus chiitas» para asistir a la creación de una «media luna del islam político» Teherán-Doha-Ankara-Idlib-Beirut-Gaza. Esa nueva situación permitiría al Reino Unido conservar su influencia en la región.

El único punto de consenso entre los miembros de la alianza atlántica parece ser la necesidad de abandonar el principio que estipulaba la creación de un Estado yijadista. Todos admiten que hay que volver a meter el demonio dentro de la botella. En otras palabras, están de acuerdo en que hay que acabar con el Emirato Islámico (Daesh)… aunque algunos de sus miembros puedan acabar siendo transferidos a al-Qaeda. Eso explica el hecho que —inquieto por su supervivencia personal— el Califa autoproclamado haya hecho llegar secretamente un ultimátum al primer ministro británico y al presidente de Francia.


Cada cual tendrá que definir 
de qué lado está

En los próximos meses veremos si es real el cambio de Arabia Saudita. De ser verdadero, sería una buena noticia para los sirios… pero resultaría mala para los yemenitas —cuya tragedia seguiría manteniéndose en silencio en el mundo occidental. Con el cambio de actitud, el rey saudita Salman se abre a sí mismo la posibilidad de hacer evolucionar el wahabismo —que actualmente es una secta de fanáticos— para convertirlo en una religión normal. Ya en este mismo instante, el súbito conflicto entre Riad y Doha alrededor de Irán viene acompañado de una polémica sobre el posible parentesco entre el fundador de la secta Muhammad ibn Abd-al-Wahhab y la dinastía qatarí de los Al-Thani, pretensión que pone locos de rabia a los miembros de la dinastía Saud.

El proyecto del «islam político» consiste en unir a los miembros de la Hermandad Musulmana y los partidarios de Jomeini. Ese proyecto implica que Irán, e incluso Hezbolá, adopte esa problemática como reemplazo de la lucha antiimperialista. Si llegara a concretarse, Irán se retiraría de Siria. La Casa Blanca toma muy en serio esa posibilidad y se prepara —con gran temor— para enfrentarla. Para ello, Donald Trump ya designó a Teherán como enemigo en su discurso de Riad y acaba de nombrar a Michael D’Andrea (el organizador del asesinato de Imad Mougniyeh, perpetrado en 2008, en Damasco) como responsable de las operaciones de la CIA en Irán.

Rusia ya se había preparado para una nueva distribución de las cartas en el Medio Oriente. Ha seguido adelante con su ambición de lograr acceso a las «aguas cálidas», mediante su apoyo a Siria, y de poder circular a través de los estrechos de los Dardanelos y del Bósforo (pasos obligados para entrar en el Mediterráneo), acercándose para ello a su adversario hereditario, que es Turquía. Pero a largo plazo, el islam político sólo puede acabar trayéndole problemas en el Cáucaso.

Como siempre sucede cuando los jugadores se reparten nuevamente las cartas, cada uno de ellos tiene que definir su posición. El Reino Unido defiende su Imperio, Francia defiende a su clase dirigente y Estados Unidos defiende a su pueblo. Algunos, en el Medio Oriente, lucharán por su comunidad y otros por sus ideas.

Pero las cosas no siempre son tan simples: Irán podría seguir el ideal del imán Jomeini confundiendo el fin y los medios. Lo que comenzó siendo una revolución antiimperialista alentada con la fuerza del islam podría convertirse entonces en una simple afirmación del uso de esta religión para lograr objetivos políticos.


Las consecuencias en el resto del mundo

El MI6 y la CIA asumieron un gran riesgo al invitar a Bilderberg 2017 al representante de un país que no es miembro de la OTAN. El embajador de China, Cui Tiankai, cuya intervención estaba programada sólo para el cuarto día del seminario, tuvo por tanto tiempo de evaluar, desde el primer día, las posiciones de cada uno de los miembros de la OTAN.

Por un lado, Pekín apuesta por la colaboración de Donald Trump, por la apertura de Estados Unidos al Banco Asiático de Inversión para la Infraestructura (AIIB) y por el desarrollo de todas sus rutas comerciales. Por otro lado, espera que el Brexit se traduzca en una alianza económica y financiera con Londres.

El embajador Cui, quien fue director del Centro de Investigación Política del ministerio chino de Relaciones Exteriores, aparentemente podría darse por satisfecho con una simple destrucción de Daesh. Pero él no ignora que quienes orquestaron el nacimiento del Califato para cortar el paso a la «ruta de la seda» en Iraq y en Siria y organizaron después la guerra en Ucrania para cortar también la «nueva ruta de la seda» se preparan además para abrir un tercer frente en Filipinas y un cuarto frente en Venezuela, con los que esperan cortar otros proyectos de comunicación.

Desde esa perspectiva, China —que al igual que Rusia tiene el mayor interés en respaldar a Donald Trump, aunque sea para prevenir el terrorismo en su propio suelo— no puede menos que interrogarse sobre las posibles consecuencias a largo plazo de una hegemonía británica en la «media luna del islam político».

Fuente: http://www.voltairenet.org/article196627.html#nh9

Los peligros de la hipersexualización: cuando las niñas dejan de ser niñas...


Si uno se asoma a cualquier patio de colegio, le bastará solamente unos segundos para darse cuenta de que las cosas ya no son lo que eran. Ni rastro de combas, gomas elásticas, o grupos de niños y niñas jugando al pilla pilla, a pies quietos o a balón prisionero. El suelo del recreo, antes cubierto de tiza blanca empleada para jugar a la «Rayuela», se ha llenado de corros de niñas, que a pesar de su corta edad, hablan de su instagram, del nuevo «set» de maquillaje de Frozen, de su manicura o de sus nuevos bolsos.


Cuando las niñas dejan de ser niñas

Es evidente que con el paso de los años las modas han ido cambiando. Sin embargo, dejando a un lado las costumbres y modas propias de cada generación, nos encontramos con un fenómeno que ha ido implantándose en nuestra sociedad con el paso de los años. Se trata de la hipersexualización infantil, una tendencia que hace que las niñas ya no parezcan niñas, sino mujeres. Es un nuevo patrón de exaltación de la sexualidad de las niñas de hoy, convertidas en meros agentes de consumo.

La hipersexualización infantil aniquila por completo la niñez, sexualiza la infancia y crea en los menores una serie de necesidades que hace apenas unos años eran inimaginables. Esta situación condiciona el desarrollo y crecimiento de las más pequeñas y puede derivar incluso en trastornos de la conducta alimentaria durante la adolescencia.


¿Qué hay detrás de la hipersexualización?

En primer lugar, es necesario definir el término de hipersexualización como un proceso de transformación del niño en un agente de consumo. Para ello, se crean en ellos una serie de necesidades que responden a una maduración precoz. Las niñas dejan de ser niñas y se transforman en «pequeñas mujeres» que necesitan maquillarse, llevar bolsos, ponerse tacones o utilizar ropa interior con relleno.

La sociedad de consumo transforma a las niñas de hoy en el perfecto cliente, que exige una serie de productos y necesita «saciar» unas necesidades aparentes con artículos que hace apenas unos años los más pequeños ni siquiera conocían. Para responder a estas «necesidades», se les ofrece unos productos vinculados a la naturaleza sexual: ropa, maquillaje, accesorios, etc. El mercado sexualiza a los más pequeños antes de que estos hayan alcanzado la maduración sexual.


La psicóloga Elena Mayorga, explicó en el diario El Mundo que «hoy en día, los niños y, sobre todo, las niñas están siendo utilizadas y sexualizadas como medio para vendernos a los adultos y a ellas mismas, todo tipo de productos, desde sopas y coches, hasta muñecas, videojuegos, ropa, joyas y casas. Se está exponiendo a nuestros hijos y sobre todo a nuestras hijas como mercancía sexual».

La evolución ideológica

Además, este fenómeno coincide con una evolución ideológica. La reivindicación de la llamada «emancipación sexual» responde a la intención de ciertos colectivos que pretenden sexualizar la infancia como una operación para legitimar la maduración precoz. Es el caso, por ejemplo, del colectivo LGTBI, que para legitimar el derecho a la transexualidad o a la homosexualidad, enarbolan el argumento «yo soy así desde pequeño». Es decir, promueven la sexualización de la infancia para justificar su condición.


A todo ello hay que sumarle la trivialización de la sexualidad, una sociedad cada vez más materialista y la evolución de la tecnología y las redes sociales.

¿Hay solución?

La respuesta a este fenómeno que roba a las niñas su niñez e impide que sean lo que son, ha sido siempre la familia, donde los padres, ejerciendo su derecho de educar a sus hijos según sus convicciones, se convierten en los principales escudos frente a esta amenaza. También lo es el sistema educativo, una pieza esencial que, junto a la institución de la familia, está siendo corrompida.

Fuente: http://gaceta.es/noticias/los-peligros-hipersexualizacion-ninas-dejan-ninas-03062017-1710