La gran estafa de la democracia: HISTORIAS DE CARRERO BLANCO


Luis Carrero Blanco fue un militar y político español, que ocupó diversos cargos en el régimen de Franco. Fue asesinado cuando era Presidente del Consejo de Ministros de España durante la etapa final del franquismo, en un atentado atribuido a la banda terrorista ETA, pero…, ¿por qué desde altas instancias del Gobierno no se hizo caso a las continuadas llamadas de la Policía y Guardia Civil que advertían de que la vida de Carrero corría peligro?, ¿cómo pudo ETA preparar el atentado durante un año, en pleno corazón de Madrid, sin ser detectada?, ¿Quiénes salieron ganando y quiénes perdieron con su muerte?, ¿Qué papel desempeñaron la CIA, los azules, los tecnócratas, la Monarquía, el Ejército, el Opus, la extrema derecha, la rama reformista del Gobierno o los Servicios Secretos españoles en el atentado?


ORÍGENES
Carrero Blanco era descendiente de una familia de militares, su abuelo fue el Coronel orensano Camilo Carrero Senra y su padre Camilo Carrero Gutiérrez, llegó a ser Teniente Coronel del Estado Mayor. Carrero Gutiérrez se casó con Ángeles Blanco Abascal, como no, de buena familia. De su matrimonio nacerían cinco hijos: Camilo, Luis, José, Dolores y Ángeles. Para seguir la tradición, los tres varones serían militares: Camilo y Luis marinos de Guerra, y José Oficial de Artillería. En 1925, su padre, Camilo Carrero Gutiérrez, ascendió a Comandante, ya en el cuerpo de Estado Mayor, siendo, entre otros destinos, ayudante de campo del General Federico Berenguer (hermano de Dámaso, Presidente del Gobierno con Alfonso XIII). Cuando comenzó, en julio de 1936, el alzamiento contra la República, ya era Teniente Coronel y vivía en Madrid. A primeros de agosto don Camilo recibió la trágica noticia de que su hijo José, capitán de Artillería, destinado en la guarnición de Almería, había sido asesinado por las milicias frentepopulistas que dominaban la ciudad. La impresión que recibió fue tal, que falleció de un infarto de miocardio el 6 de agosto de 1936, justo el día en que los milicianos le iban a detener en la capital de España.

La España católica de 1936

BIOGRAFÍA. ESTUDIOS Y CARRERA MILITAR
Luis Carrero Blanco nació en Santoña en 1904, no en 1903 como consta en algunas publicaciones, el motivo de esta errata no es otro que una modificación efectuada por su padre, quien puso un tres donde había un cuatro en la partida de nacimiento, para que el joven aspirante a marino pudiera ingresar en 1918, como lo hizo, en la Escuela Naval de San Fernando, pues lo consideraba ya capacitado para ello. Antes estudió en el Colegio Manzanedo de Santoña. Entre 1920 y 1921 realizó su viaje de prácticas a Sudamérica en el crucero Reina Regente y posteriormente en el Carlos V y en el acorazado Alfonso XIII. En 1922 fue nombrado Alférez de navío, en 1924 realizó el Curso de la Escuela de Submarinos, siendo destinado al guardacostas Arcila, unidad con la que participó en la guerra marroquí, más concretamente en el desembarco de Alcazar Seguer, donde en 1925 conoció al Coronel de la Legión Francisco Franco. También participó con el mismo navío en el desembarco de Alhucemas, que fue un desembarco militar del Ejército y la Armada españolas y un contingente aliado francés, que propiciaría el fin de la Guerra del Rif. La operación tuvo como Comandante en Jefe al entonces Director Militar de España, el General Miguel Primo de Rivera. El Coronel Francisco Franco, por su actuación al frente de las tropas de la Legión, fue ascendido a General de Brigada. Se le considera el primer desembarco aeronaval de la historia mundial. El General useño Dwight Eisenhower años después estudió a fondo la táctica empleada por los españoles en Alhucemas para trazar el plan del desembarco de Normandía.

Panorámica del Parque Natural de las Marismas de Santoña, vista desde el monte Buciero. En primer plano aparece la población de Santoña.

Colegio Manzanedo de Santoña

Guardacostas Arcila

Alcazarseguer (Ksar-Seghir), Marruecos

Después del vergonzoso desastre de Annual, y tras algunos años consolidando las posiciones, los españoles deciden intervenir en el RIF para someter a las tribus rebeldes. Los franceses, que han sufrido en su zona de Marruecos algún ataque de los rifeños de Ad-El-Krin, deciden unirse a los españoles en la intervención.


«En las fauces de la Muerte», fotografía de Robert F. Sargent que muestra a las tropas useñas desembarcando en la playa Omaha el 6 de junio de 1944.


En 1926 ascendió a Teniente de Navío, teniendo como destino el cañonero Cánovas del Castillo. En 1927 fue nombrado Segundo Comandante del submarino B-2, buque donde conoció a Carmen Pichot, hija de un ingeniero a quien se había encargado la realización de las obras de traída de aguas a Ceuta, con la que se casaría en 1929, el mismo año que fue nombrado Comandante del submarino B-5. En 1931 fue destinado a la Escuela de Guerra Naval, para hacer el curso de Estado Mayor realizando prácticas en algunos puertos franceses. En 1933 mientras estaba en la Escuela Naval de París, tuvo su segundo contacto con Franco, que para entonces era el Comandante Militar de las Baleares y que había ido a la embajada española de la capital gala a pedir asesoramiento sobre un plan de defensa de las costas. En 1935 ascendió a Capitán de Corbeta convirtiéndose en profesor de Táctica Submarina en la Escuela de Guerra Naval de Madrid. En 1936 tuvo un nuevo encuentro con Franco en Las Palmas y al iniciarse la Guerra Civil Española no se presentó en su oficina alegando que se encontraba enfermo, poco después se enteró por un suboficial de que sus superiores querían ponerle al mando del crucero Méndez Núñez, decidió no comparecer y se refugió en las embajadas de México y posteriormente en la de Francia para evitar ser asesinado. Logró traspasar la frontera francesa y permaneció allí hasta que en junio de 1937 consiguió regresar a la España de Franco por San Sebastián. En 1938, con el grado de Capitán de Corbeta fue situado al mando del destructor Huesca y, posteriormente, del submarino General Sanjurjo, los dos de procedencia italiana y con la misión de bloquear la costa mediterránea. En agosto de 1939, pasó a ser Jefe del Estado Mayor de la División de Cruceros, en septiembre del mismo año fue nombrado Consejero Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. En 1940 ascendió a Capitán de Fragata, reanudando su actividad docente en la Escuela Superior del Ejército. El 6 de Mayo de 1941, recibió de Franco el nombramiento de Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, cargo que diez años más tarde adquiriría rango ministerial. Antes de comenzar con su carrera política, hay que decir, que a pesar de ella y sin subirse prácticamente en un barco, pudo seguir ascendiendo en el escalafón militar, en 1945 se convirtió en Capitán de Navío, en 1957 en Contraalmirante, en 1963 Vicealmirante y en 1966 en Almirante.

Cañonero Cánovas del Castillo

Crucero Méndez Núñez tras su reforma

Submarino General Sanjurjo


INICIOS DE SU CARRERA POLÍTICA
El 25 de Agosto de 1941, Carrero envió como Subsecretario de la Presidencia del Gobierno su primer informe a Franco. 26 años después, el 21 de Septiembre de 1967 fue nombrado Vicepresidente del Gobierno. Para comprender y definir sus políticas durante este intervalo temporal, nada mejor que citar una de las pocas entrevistas que Carrero concedió a lo largo de su vida política, en la cual declaró al periodista y escritor don Emilio Romero en el diario Pueblo en 1968 lo siguiente: «Nuestro Régimen ha venido a superar la división entre derechas e izquierdas y todo cuanto suponga enfrentamiento implacable y sistemático de los españoles. Hay una libertad que no queremos: la de la autodestrucción. No sé si siempre es el interesado el mejor definidor de sí mismo, pero si usted me pide que me defina políticamente no tengo ningún inconveniente en hacerlo con toda claridad. Soy un hombre totalmente identificado con la obra política del Caudillo, plasmada doctrinalmente en los Principios del Movimiento Nacional y en las Leyes Fundamentales del Reino. Mi lealtad a su persona y a su obra es total, clara y limpia, sin sombra de ningún íntimo condicionamiento ni mácula de reserva mental alguna. Más vale perecer todos en una explosión atómica que convertirnos en una masa de esclavos sin Dios. Dicho con más corrección y menos tremendismo, mejor todos muertos que comunistas». Sobran explicaciones.

Carrero investido Vicepresidente

CARRERO ESCRITOR
Carrero tiene publicadas el suficiente número de obras como para que sea posible una estimación válida de sus posiciones ideológicas. Este aspecto ha sido ignorado en el momento de especular con su actitud política. Además, los escritos de Juan de la Cosa, uno de los seudónimos que utiliza, son una muestra insuperable del nivel mental y los métodos del régimen implantado en España desde 1939. Utilizó más seudónimos como Ginés de Buitrago, para sus columnas en el diario Arriba, asimismo algunos de sus escritos fueron emitidos en diversos programas de Radio Nacional de España ocultando su identidad con los seudónimos de Nauticus y Orión. No vamos a encontrar en ellos teoría política, pero sí los elementos más salientes del pensamiento ultra que determina la acción franquista en el orden político.

De la lectura de sus obras se puede extraer como conclusión que Carrero se mostró como un gran enemigo del liberalismo, del marxismo, del comunismo y de la masonería, así como combatió, especialmente desde los libros y artículos firmados con el seudónimo de Juan de la Cosa, los postulados de quienes al acabar la 2GM criticaban la orientación política del régimen, por lo que sostuvo con vehemencia que, ante el aislamiento internacional, debía mantenerse el orden y la unidad de la nación, pues estaba convencido de que más tarde o más temprano los adversarios del sistema español se darían cuenta de su error. Carrero, basándose en su opinión particular de que las dos experiencias republicanas españolas habían sido auténticos desastres, afirmaba en sus escritos que el régimen definitivo debía ser una Monarquía. Su visión de la Historia de España era de la etapa de Felipe II, monarca al que elogiaba pues lo veía como un defensor de la cristiandad, dejando entrever que se estaba culpando de ser contrarios a la libertad a quienes pretendían no caer en las redes de los totalitarismos imperantes que, a su juicio, eran de carácter comunista, socialista-marxista o liberal-masónico. Para Carrero, al igual que para Franco, la masonería resulta ser el poder infernal que ha servido de cauce a la perdición de la humanidad desde el siglo XVIII.

Carrero firmaba algunos libros de temática delicada con el seudónimo de Juan de la Cosa

En algunas ocasiones, Carrero repitió de forma idéntica ciertos textos en varias publicaciones que, aun explicando los mismos temas con términos distintos, el núcleo de su pensamiento se mantuvo inalterable durante las más de tres décadas en que cultivó su faceta intelectual, no pudiéndose hablar por tanto de una evolución doctrinal. Tampoco se retractó de posturas radicales enunciadas, a pesar de que la situación internacional respecto a España, no era demasiado buena.


CARRERO Y LA BOMBA ATÓMICA
Un hecho que no puede ni debe pasar desapercibido es un proyecto que le entusiasmaba al Almirante Carrero Blanco: el desarrollo para España del arma más potente creada por el ser humano, la bomba atómica. Como motivos, los tres enumerados por José Lesta, autor de «CLAVES OCULTAS DEL PODER MUNDIAL». El primero, entrar en el selecto club nuclear, lo que haría que España probablemente tuviera derecho a veto en la ONU, el segundo, ser junto a Francia el único país del continente con armas nucleares y el tercero, disponer de una bomba atómica para ejercer una presión real sobre el eterno enemigo, Marruecos, y por extensión, sobre todo el Magreb, teniendo muy en cuenta al Sahara que, no por casualidad, era donde debía probarse la primera detonación experimental.

Franco y Carrero Blanco inauguran el Centro Nacional de Energía Nuclear Juan Vigón

El general Juan Vigón se encargó de los primeros laboratorios científicos, centralizando a los teóricos y la ingeniería española que estaban diseminados por toda la península en la década de los cincuenta, sin embargo, quien realmente se obsesionó con el asunto fue sin duda el almirante Carrero Blanco, quien una vez muerto Vigón en el año 1955, se encargo personalmente del proyecto hasta el día de su muerte. En 1963, el entonces director de la Junta de Energía Nuclear, el ingeniero y Almirante de la Armada, José María Otero Navascués, encargó un estudio sobre las posibilidades reales que tenía nuestro país de construir una bomba atómica sin alertar a la comunidad internacional. Esta responsabilidad recayó en el Catedrático de Física Nuclear y General de Aviación, Guillermo Velarde. Los primeros resultados fueron un fiasco. Los especialistas españoles no conocían los detalles técnicos para la fabricación del artefacto. Poseer la capacidad técnica para fabricar la bomba, significa ostentar un estatus superior en el mundo. Y Franco lo sabía. Tres años después, tras el conocido incidente de Palomares que llevo a Fraga Iribarne a lucir aquel esperpéntico traje de baño, tuvo lugar el accidente de un avión norteamericano en la localidad almeriense perdiendo sobre territorio español cuatro bombas de hidrógeno. Esto supuso un nuevo impulso al proyecto. Los técnicos españoles, encabezados por Velarde, encontraron en la zona restos de la bomba y los detonadores, lo que les permitió resolver las muchas dudas que albergaban. Rápidamente copiados se volvieron a depositar en el lugar los restos que más tarde hallarían los norteamericanos tras su operación de búsqueda, Broken Arrow.

José María Otero de Navascués Enrique de la Sota, Marques de Hermosillo

En 1968 se instala en la Ciudad Universitaria de Madrid, el primer reactor rápido nuclear español, el Coral-1, con capacidad para trabajar con plutonio de grado militar. Estos reactores rápidos funcionan con este material o con uranio enriquecido al 90% (U-235). Los primeros gramos de plutonio, los únicos en el mundo que no fueron fiscalizados por la OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica, encargada de velar por la no proliferación), vieron la luz 12 meses más tarde, en 1969, en el más absoluto de los secretos. El sueño del gobierno español ya era una realidad. Ya en la década de los 70, la carrera en busca de «la madre de todas las bombas» se disparó definitivamente. En 1971, el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), elaboró un informe confidencial en el que señalaba en sus conclusiones que «España podía poner en marcha con éxito la opción nuclear militar». Según este estudio, nuestro país podía dotarse rápidamente de su propio armamento nuclear utilizando las instalaciones de las que ya disponía. Se subraya la importancia de la central de Vandellós como fuente de plutonio militar. El estudio, como hemos visto antes, indicaba la posibilidad de realizar la primera prueba nuclear en el desierto del Sáhara, con un coste aproximado de 8.700 millones de pesetas de las de entonces. La obtención del plutonio suficiente para construir la bomba (6 kilos), en un país cuyo subsuelo contenía las segundas reservas de uranio natural de Europa, ya no era una utopía. Se daba la particularidad de que la central de Vandellós I, la misma que sufrió un accidente en 1989, era de tecnología francesa y utilizaba uranio natural. Además, sus residuos eran ideales para ser reprocesados y obtener más combustible. En aquella época Francia, como potencia atómica, no permitía a la OIEA inspeccionar sus instalaciones nucleares. La central se inauguró después de un acuerdo de colaboración firmado entre Carrero Blanco y su admirado General De Gaulle. José María de Areilza, entonces embajador español en París, fue el encargado de negociar los términos de la cesión del uso de la central a espaldas siempre del «amigo» americano. Tal fue el riesgo de que nuestro país llegara a tener potencia nuclear, que incluso varios documentos desclasificados de la CIA alertaban de esa posibilidad.


CASO MATESA
En las décadas de los años sesenta-setenta el crecimiento industrial fue extraordinario, un 160% entre 1963-1972, la productividad se duplicó durante el mismo periodo, las exportaciones se multiplicaron por diez, las tasas anuales de crecimiento fueron las más altas de Europa y unas de las más altas del mundo. En los años setenta España pasó a ocupar el décimo puesto entre los países más industrializados del mundo.

Panorámica de Bilbao en 1960

En 1969 el Gobierno encargó investigar un caso de corrupción. Informaciones inquietantes sobre una desconocida empresa llamada Matesa (Maquinaria Textil del Norte de España, S.A.) fueron conquistando las páginas de la prensa del Movimiento, desbancando a las noticias sobre el veraneo en Palma o en Marbella y demás cotilleos del relajado periodo estival. Creada por un financiero catalán, Juan Vilá Reyes, aventajado hijo de la emprendedora burguesía barcelonesa y más conocido para el gran público por presidir el Real Club Deportivo Español de Barcelona, la compañía fue saludada como la primera multinacional española. Su éxito se basó en la fabricación de un revolucionario telar sin lanzadera, marca Iwer, cuyas piezas importaba desde USA y que se montaba en España. En realidad, el telar se vendía poco y mal en el mercado internacional. La empresa empezó a exportar sin freno para beneficiarse de los créditos y ayudas oficiales. Cientos de telares se almacenaban en los depósitos de la compañía, dentro y fuera de España, mientras las empresas filiales los compraban en una operación de auto-venta. Hasta agosto de 1969, Matesa había recibido créditos por valor de unos 10.000 millones de pesetas, y se había beneficiado de un 11% de desgravación fiscal. Un escándalo financiero de esa magnitud no podía pasar desapercibido a pesar de la opacidad del régimen, y mucho menos si hacían su aparición fuertes intereses políticos.

El atropello Matesa

En España, no se vive una dictadura monolítica. Dentro del franquismo hay diferentes familias con diferentes pensamientos ideológicos que proponen diferentes soluciones y diferentes futuros para España. Carrero es el sucesor de la obra de Franco, como el bien explica, y representa a uno de las dos facciones poderosas, la de los tecnócratas, encabezada por Laureano López Rodó y todos los demás representantes del Opus Dei, que el mismo Carrero promociona para ocupar Ministerios y cargos en el Gobierno. El otro sector eran los azules, un grupo más ultraderechista, conectado a sectores del ejército y a la familia del propio Caudillo, representada por su yerno, el Marqués de Villaverde, el cual perdió favor de Franco, cuando tras una investigación del Servicio Secreto de Carrero, el SECED le pasaron un informe que lo vinculaba con la masonería.

Boda del Marqués de Villaverde y María del Carmen Franco y Polo

La ocasión parecía que ni pintada para que los dirigentes del Movimiento de los azules plantaran batalla al sector emergente que les hacía sombra, los todopoderosos economistas/tecnócratas salidos del Opus Dei, que habían propiciado las operaciones fraudulentas de MATESA. El 28 de julio de 1969, Vilá Reyes fue detenido en su domicilio. Su hermano Fernando y su cuñado Manuel Salvat Dalmau, directivos de la empresa, ingresan en la cárcel de Carabanchel. Todo estaba preparado cuidadosamente para el asalto final. La estrategia de los azules, con Manuel Fraga, Ministro de Información, y José Solís, como cabezas visibles, era clara, descargar la artillería pesada de la prensa del Movimiento contra las huestes de los tecnócratas. Quizá lo que convirtió el caso en excepcional fue el tratamiento de la prensa, que al amparo de la ley de prensa impulsada por Manuel Fraga desde el Ministerio de Información, fue incitada a tratar particularmente este asunto con entera libertad durante un par de meses. En especial se destacó la revista SP. Fraga aprovechó el caso MATESA para hacer daño a los tecnócratas, varios de los cuales estaban implicados, y como Ministro portavoz favoreció la publicidad del caso. Los lectores asistieron atónitos a una libertad informativa sin precedentes, que no tardó en volverse contra sus instigadores. Así lo intuía Nuevo Diario: «El hombre de la calle, espectador mudo y asombrado (…) adivina que, en el fondo, se está ventilando una durísima y nada académica lucha por el poder». El propio Vilá Reyes denunció posteriormente la confabulación: «Así se provoca el mayor escándalo público del franquismo. Todos los medios de comunicación oficiales desencadenan una intensa campaña. (…) Tan sólo en los diarios de Madrid aparecieron, en un mes y referidos a este tema, 44 editoriales, 14 chistes, 371 informaciones ―74 en primera página―…»

Portada de SP y fotografía de Royo

El cerebro del régimen, y entonces aún más con el ya inocultable deterioro físico de Franco, no se había pronunciado claramente, aunque no tardó en hacerlo. Carrero Blanco finalmente se dirigió al pueblo, haciendo hincapié en diferenciar política de economía y en subrayar la campaña mediática que Fraga permitió en contra de los tecnócratas, diciendo: «En el Caso Matesa hay que distinguir su vertiente económica y su vertiente política, es decir, entre el hecho del fallido bancario de mayor volumen registrado en España y el de su escandalosa politización mediante una campaña de prensa que ha lesionado no sólo el crédito exterior de nuestra economía, sino incluso la fama del Régimen al presentarlo como minado por la corrupción…» Esto era la sentencia para los azules. Los ministros tecnócratas del Opus Dei, que aparecían en los primeros momentos como seguras víctimas, saldrán finalmente reforzados de la crisis, gracias a la bendición de Carrero Blanco.

Fraga y Carrero

El final de la crisis gubernamental se produjo el 29 de octubre de 1969, se materializa la mayor remodelación ministerial del franquismo con un profundo reajuste, siendo sustituidos 13 de los 18 Ministros. Franco tomó una medida salomónica destituyendo tanto a los Ministros corruptos como a los que dieron publicidad al tema: tecnócratas como García Moncó (Comercio) y Espinosa San Martín (Hacienda), por un lado; y azules como el propio Manuel Fraga (Información) y José Solís (Movimiento). La corrupción o negligencia no salpicó a nadie más, pues los tres ex-ministros (Mariano Navarro Rubio, Juan José Espinosa San Martín y Faustino García Moncó) y otros altos cargos inicialmente procesados quedaron libres por el indulto de Franco y posteriormente sólo comparecieron como testigos. Sin embargo, esta decisión no impidió que los hombres de López Rodó fueran en ascenso y once miembros de este nuevo Consejo de Ministros, llamado Gobierno Monocolor, estarían relacionados, en mayor o menor medida, con el Opus Dei. Es la victoria completa de Carrero Blanco y del tecnócrata Laureano López Rodó. Fraga y Solís salen del Gabinete por conspiradores y se prepara el procesamiento de los ex-ministros Espinosa San Martín, García Moncó y Navarro Rubio. A Fraga le salió el tiro por la culata.

Gobierno Monocolor. Formado por mayoría del Opus Dei. Ver enlace con nombres y cargos 


Los implicados en el caso se beneficiaron de una amnistía, después de que Vilá Reyes escribiera una atrevida carta a Carrero Blanco advirtiendo que si no le absolvían haría pública una voluminosa documentación en su poder sobre la evasión de divisas al extranjero. Aunque las acciones judiciales prosiguieron, la Audiencia Provincial de Madrid dictó sentencia en 1975 condenando a Vilá Reyes por estafa. Pasó cinco años en la cárcel y se benefició finalmente de la amnistía promulgada por el rey Juan Carlos. Según informaba el diario El País en 1983, la comisión liquidadora, creada para intentar recobrar los 9.800 millones de pesetas en créditos y 1.300 en intereses que debía Matesa al Banco de Crédito Industrial al estallar el escándalo, consiguió únicamente 6.900 millones de pesetas al valor de 1983, procedente fundamentalmente de las entidades de seguros. No se pudo cobrar nada de Matesa, ni prácticamente nada de Vilá Reyes. Lo más curioso del tema, es que cuando Matesa fue embargada en 1969, después del escándalo, la empresa continuó sus actividades industriales, bajo el control de un administrador judicial hasta marzo de 1983, fecha que fue subastada por 66.000 pesetas, cuando el agujero no pagado al Estado era de 4.200 millones de pesetas y más curioso aún, que fue adjudicada a una sociedad laboral formada por antiguos empleados, siendo nombrado Director General de esta nueva empresa su antiguo propietario Vilá Reyes.

Edificio de Matesa en la actualidad


PRESIDENTE

El 9 de Junio de 1973 Carrero fue nombrado primer Presidente de Gobierno del Régimen, cargo asumido por Franco hasta entonces, junto con la Jefatura del Estado. El Caudillo impuso al Almirante un solo Ministro, Arias Navarro, en Gobernación. Carlos Arias Navarro, «el Chacal de Málaga» como lo denominaba la oposición izquierdista, venía aureolado por su buena gestión al frente del Ayuntamiento de Madrid. Lo que casi nunca se dice de su vida anterior es que perteneció, con el General Gutiérrez Mellado, al Servicio de Información Militar durante la guerra, desde su condición de jurídico castrense, y que, como varios miembros del mismo, estuvo de alguna forma salpicado por el crimen del Comandante Gabaldón, un Guardia Civil, también miembro de los Servicios de Información Militar con el cargo de Inspector de la Policía Militar de la Primera Región, y el encargado del Archivo de Masonería y Comunismo, muerto en muy extrañas circunstancias nada más acabada la guerra; un suceso que por entonces se calificó como crimen masónico. Poco duró su mandato, algo más de medio año, ya que el 20 de Diciembre del mismo año sufrió un atentado perpetrado supuestamente por ETA que le costó la vida.

Carrero Blanco nombrado Presidente en «El Pardo»


ANTECEDENTES DE UN MAGNICIDIO
Todos los magnicidios se hacen buscando ciertas repercusiones políticas para favorecer unos objetivos o intereses. Carrero no ha sido el único presidente de España asesinado, anteriormente hubo otros cuatro. Juan Prim, Alberto Cánovas del Castillo, José Canaleja y Méndez y  Eduardo Dato. Ver más.

Empecemos por pasar revista a la situación española al comienzo de los años setenta del pasado siglo, lo cual nos permitirá conocer a los actores del drama. El 31 de Julio de 1959 había nacido la organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna, País Vasco y Libertad), como una escisión radical de las juventudes del PNV (Partido Nacionalista Vasco) y con fermento clerical (consiliarios de las Juventudes de Acción Católica Rural y algunas instituciones religiosas, como la Universidad de Deusto, regida por los jesuitas. En el libro «ETA nació en un Seminario; Historia de ETA 1952-1995», de Álvaro Baeza López, editorial ABL Press, Madrid, 1995, se puede leer: «En 1961 el seminario de Derio aportaba los cien primeros jóvenes abertzales para la causa (…) el mayor apoyo y aporte de ayuda lo tuvo la organización terrorista ETA, en sus orígenes y principios, a partir del mismo embrión EKIN del 52 de la Universidad de Deusto, en los conventos, iglesias, capillas, sacristías, monasterios, confesionarios, oratorios, casas de ejercicios, ermitas, residencias religiosas, seminarios y colegios vascos (…) el respaldo definitivo venía precisamente de los jesuitas por ser ellos los que, a su vez, controlaban mayoritariamente la Acción Católica vasca». Entre 1968 y 1973, ETA cometió nueve asesinatos (aunque solo uno premeditado), 137 sabotajes, cuatro secuestros y 330 acciones diversas, algo muy lejano de los bastantes más de los casi dos mil asesinatos que llegará a perpetrar. El respaldo y apoyo clerical permanentemente formó parte de la propia infraestructura y logística de ETA.


Álvaro Baeza: La ETA no actuó sola... la CIA, el PCE y la izquierda eclesial tuvieron también algo que ver. (En su libro «ETA nació en un seminario; el Gran Secreto. Historia de ETA 1952-1995»).

A finales de Octubre de 1970 visitó España el Presidente Nixon. Según el polivalente General Vernon A. Walters, por entonces consejero de la Casa Blanca para misiones especiales (una especie de embajador volante secreto, ex-agente de la CIA, con destino de agregado militar en Roma), el presidente norteamericano mantuvo con Carrero Blanco, entonces Vicepresidente del Gobierno, «una de las conversaciones más interesantes de todos sus viajes». El republicano Nixon era un convencido anticomunista y, aparentemente, un gran amigo de España. En febrero de 1971 Walters volvió a España y se entrevistó con Franco, comunicándole el interés de Nixon sobre la cuestión de su sucesión y sugiriendo la conveniencia de proclamar rey a Juan Carlos en vida del Generalísimo. Nixon le planteaba a Franco dos posibilidades: entronizar a Juan Carlos y quedarse al mando de las Fuerzas Armadas o nombrar a un presidente del gobierno que sintonice con el príncipe. Franco como ya sabemos, nombró presidente del gobierno a Carrero Blanco. Walters, en su libro «Misiones discretas», transcribió las respuestas de Franco, cuya síntesis es la siguiente: «El Príncipe de España será el futuro rey y traerá la democracia que ustedes quieren y de la que desconfío; mi legado es la nueva y extensa clase media creada por el régimen, la cual, con el amparo del Ejército, hará posible una transición pacífica a esa democracia». Curiosamente, Nixon encargó a Walters que entregara su informe en las oficinas del Presidente de USA y no en las del Secretario de Estado, Kissinger, como se puede leer en el libro: «¿Dónde está el sumario de Carrero Blanco?», de Ricardo De la Cierva. Walters, que en 1959 había acompañado a Eisenhower a Madrid, era un militar con amplios conocimientos sobre Europa y España, era católico, ayudó a la donación del Sahara español por parte del rey a Marruecos y USA y hablaba múltiples idiomas. En aquella ocasión dejó constancia de que había hablado con «varios militares españoles amigos suyos» y todos le garantizaron el apoyo a Juan Carlos.

Nixon y su mejor confidente español en 1971


OPERACIÓN OGRO
Operación Ogro es el nombre en clave con el que la organización ETA denominó el intento de secuestro y posterior asesinato del almirante Carrero Blanco, ya que en un principio ETA decidió no matar, sino secuestrar a Carrero y José Ignacio Múgica Arregui, Ezkerra, se ofreció para dirigir la operación. Se había incorporado a ETA con quinientos compañeros de las juventudes del PNV. Ezkerra propone convertir el secuestro en asesinato, pero el jefe militar de la banda, Eustakio Mendizábal Benito, Txikia, se opone. Un soplo a la policía permite preparar el cerco a Txikia en la estación de Algorta y lo acribillan cuando intenta huir. Una vez Txikia fuera, Ezkerra comienza el plan.

Portada de la película «Comando Txikia: la muerte de Carrero Blanco». No es una película fiel a la realidad histórica.


El 14 de setiembre de 1972, en un hotel de Madrid, un desconocido entregó al etarra José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, un mensaje sin remitente. Le había dado la cita un amigo del ámbito nacionalista cuyo protagonismo permanece en la sombra. Era un sobre con una nota mecanografiada: «El almirante Luis Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno, acude todos los días laborables a la misa de las nueve de la mañana que se celebra en la iglesia de los jesuitas situada en la Calle de Serrano, frente a la embajada de USA. Lleva muy poca protección de escolta y recorre siempre el mismo trayecto». Se sabe que ya en 1972 las autoridades esperaban un golpe de ETA en Madrid. La Guardia Civil hasta había elaborado un informe con nombres y datos. El propio Carrero tuvo acceso a ese informe, que le había enviado personalmente el director general de la Benemérita, Carlos Iniesta Cano, pero lo archivó sin darle mayor importancia. En 1972, ETA era aún una banda semidesconocida con apenas cuatro víctimas mortales en su haber y ningún gran atentado. En principio, no constituía un enemigo temible, y mucho menos una organización capaz de sembrar el terror en la capital. ETA desplazó a Madrid hasta 20 activistas para la preparación del magnicidio. Alquilaron un piso franco y compraron el semisótano desde el que excavaron el túnel que llegaba al centro de la Calle Claudio Coello, donde finalmente colocarían los explosivos. Los etarras encuentran el semisótano abandonado no por casualidad. El dueño lo tenía en abandono pero una misteriosa llamada, con una buena oferta que luego se desvanece, lo convence de ponerle un cartel de en el transcurso de la ruta de Carrero, que era siempre la misma. No sólo eso, adquirieron un coche, un Austin 1300, con un DNI falso para transportar materiales por la ciudad y llegarse a la sierra a hacer prácticas de tiro. Trabajaron durante meses a un metro de la superficie, en una finca cuyo portero era policía. Pero nadie notó nada, a pesar de que ese barrio era, y sigue siendo, una zona residencial donde los vecinos se conocen y chismorrean sobre las novedades, especialmente cuando tienen que ver con malos olores como los que salían de la improvisada galería excavada bajo el asfalto. Y todo a escasos metros de la Embajada de EEUU, en la que tiene su central la CIA, y pese a que en ese momento Madrid estaba blindada por la Policía.

Captura de Google Earth en la que se muestra la cercanía de la embajada de USA y el lugar del atentado

Carrero, hombre de costumbres y con escasas medidas de seguridad, ese 20 de diciembre el almirante se dirigía a primera hora de la mañana a misa, como todos los días, en el coche oficial para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la Calle Hermanos Bécquer, hasta la iglesia jesuita San Francisco de Borja, en la Calle Serrano. Al salir de la iglesia, retomó el camino de vuelta a casa y al pasar por un punto determinado de la Calle Claudio Coello, se escucha una tremenda explosión, empujando el vehículo en vertical sin dispersiones en ataque directo contra el objetivo, como consecuencia del efecto chimenea. La explosión, fue tan violenta que el coche, un Dodge 3700 GT, voló por los aires sobrepasando la azotea y cayó en el patio interior de la Casa Provincial de la Compañía de Jesús, edificio anexo a la iglesia de San Francisco de Borja, la iglesia perteneciente a la Compañía donde había asistido a misa momentos antes. Desde la calle sólo se percibía un gran cráter que rápidamente se llenó de agua y un intenso olor a gas que en un primer momento hizo pensar a los periodistas que allí acudieron que había sido un accidente. También fallecieron otras dos personas, el inspector de Policía, José Antonio Bueno Fernández, y el conductor del vehículo, José Luis Pérez Mogena. Pero esta es sólo la secuencia de los hechos. La pregunta ha sido, es y, previsiblemente, seguirá siendo esta: ¿Quién estaba detrás del atentado que desestabilizó el régimen y desbarató la sucesión del Generalísimo y, por ende, el continuismo de su política?

Esquela de Carrero Blanco


PROLEGÓMENOS
El periodista Ismael Medina dice textualmente que: los impulsores del atentado contra el Presidente del Gobierno fueron doce políticos, algunos miembros de la Junta Democrática, reunidos en un chalé de Aravaca; uno de éstos (¿el comunista Alfonso Sastre?) trasladó la iniciativa al grupo comunista que preparaba el atentado de la Calle del Correo, y a través de un joven militante de la Liga Revolucionaria Comunista, se pasó el recado a ETA. El atentado de la cafetería Rolando, también conocido como atentado de la Calle del Correo, se cometió después del magnicidio, el 13 de septiembre de 1974, y produjo 12 muertos y 80 heridos. El atentado tuvo diversas implicaciones políticas: contribuyó a frenar el tímido aperturismo del gobierno franquista de Arias Navarro, salpicó al opositor Partido Comunista de España, que fue acusado de colaboración con el terrorismo, marcó definitivamente a ETA como una organización terrorista y agravó su preexistente división interna que conduciría poco después a la escisión de la llamada ETA militar. ETA-V,  no llegó a reivindicar la autoría del atentado e, incluso, afirmó que había sido cometido por grupos de extrema derecha próximos al régimen de Franco. (Recordemos que ETA-V, es la V Asamblea ETA Berri-ETA Zaharra, que da lugar a la primera escisión etarra. Se realizó en dos fases, la primera en diciembre de 1966 en la casa parroquial de Gaztelu, Guipúzcoa. La segunda se celebró en marzo de 1967 en la casa de ejercicios espirituales de la Compañía de Jesús de Guetaria, Guipúzcoa). Los autores nunca llegaron a ser juzgados y se beneficiaron totalmente de la amnistía concedida en 1977. Basándose en sus pesquisas, en las de la Policía tras la detención de Eva Forest a raíz del atentado de la Calle Correo, y en los posteriores testimonios de ésta, los investigadores de el diario El País, Ismael Fuente, Javier García y Joaquín Prieto mantienen que ETA y el Partido Comunista (PCE) montaron una red de apoyo a los separatistas vascos en Madrid, la cual estuvo operativa en 1972. El elemento clave fue el matrimonio comunista Sastre-Forest, aunque luego el aparato del PCE dijera que ya no pertenecían al partido.

Atentado de ETA en la Calle del Correo de Madrid. Año 1974

Eva Forest a la salida de la cárcel (por la bomba de la Calle Correo) en 1977 aprovechándose de la amnistía, declaró que conoció en Cuba a varias personas que le manifestaron mucho interés porque se impulsara un movimiento de liberación vasco, especialmente un argelino; en la isla estableció la conexión internacional que enlazaría con el Comité de solidaridad con Euskadi, creado por ella a raíz del Proceso de Burgos. El contacto con la KGB dijo que era «el argelino», y también, según su testimonio, en aquel comité de solidaridad participaron gran número de intelectuales, miembros del PCE y personas próximas a «CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO», muchos de los cuales formaron la red de apoyo a ETA. En abril de 1972, Alfonso Sastre y su mujer Eva, recibieron en su casa, a dos etarras, uno de ellos José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala y por entonces Fernando o Chavi. Cabe destacar que Argala, bilbaíno y de familia franquista, se incorporó, con 17 años, a la Legión de María, donde un sacerdote le convirtió en separatista, marxista y etarra.

Recorte de «LA VOZ DE ESPAÑA», relacionando a ETA con los comunistas

La conexión Sastre-Argala, se hizo a través de un jesuita vasco hermano del etarra encargado del contacto, el sacerdote utilizó a otro jesuita comunista, el Padre Llanos (José María de Llanos). Aparentemente, los etarras habían viajado a Madrid para conocer, sobre todo y con vistas a un atentado o secuestro, las costumbres del periodista del diario ABC, Alfredo Semprún, al que consideraban portavoz policía. La información del entorno privado de Carrero pudo salir de los círculos religiosos íntimos de inspiración Opus: «La Capilla», «El templete» y «B5», formados también por jesuitas; estos círculos eran para el almirante, a la vez que núcleos de formación y oración, fuente de información del ambiente en relación con el ambiente religioso. Pero uno o varios de los miembros del clero vasco de los mismos, que guardaban especiales y secretas relaciones con el Partido Comunista y Comisiones Obreras, pudo actuar como «agente doble». La conexión clave pudo ser un religioso francés infiltrado en El templete.

La Habana, cena en casa del Ministro de Cultura, con Fidel Castro, Mario Benedetti, Eva Forest y otros


El 14 de enero de 1973 Ezkerra, Wilson y Argala viajaron a Madrid; a la entrada de la ciudad un coche conducido por la rubia, por entonces Eva Forest llevaba melena de ese color, quien les guió hasta el barrio de Aluche, donde se alojaron en un piso que la misma les facilitó. Durante las dos semanas siguientes vigilaron a Carrero, incluso comulgando estaba Ezkerra detrás de él. Luego el jefe del comando viajó a San Sebastián y a Francia. El objetivo estaba fijado: secuestrar al Vicepresidente del Gobierno. Con la colaboración de la Forest alquilaron un piso en la Calle del Mirlo nº 1, piso 12-C, en el barrio de Campamento, cerca de la Casa de Campo y de las carreteras de Extremadura y Boadilla. Al ser bastante amplio (130 metros), allí vivieron Argala, Wilson, Achulo, Zigor, Josu Ternera, Quiscur y otros; los etarras permanecieron en él hasta el final. El 19 de abril de 1973, Txikia, jefe «militar» de ETA, murió en un enfrentamiento en Algorta tras un soplo a la Policía. Para atraer la atención de la policía, ETA secuestró el 16 de enero al industrial Huarte, el constructor del Valle de los Caídos, con mano de obra de rojos encarcelados, ya que la constructora Huarte y Cía que se uniría a las obras en 1952 y dispuso de mano de obra semiesclava para sus negocios privados por concesión del régimen de Franco. Así, en 1943 Agromán, la empresa de Huarte, disponía de 250 presos republicanos trabajando en el Monumento, 100 en las obras de el Escorial Aguas y Escorial Arca de Juan y otros 140 en diversas obras repartidas en cuarteles y monasterios. Más tarde estas empresas formarían parte del Ibex35, no obstante, en la larga lista de empresas que se beneficiaron de la barata mano de obra de presos republicanos figuran otras muchas sociedades que no participaron en la construcción del Valle de los Caídos o que su gran negocio con el régimen fue otro. Es el caso de Dragados y Construcciones, hoy también inversa en ACS, la constructora de Florentino Pérez. Ver más. ETA obtuvo 50 millones de pesetas por el rescate de Huarte, además de conseguir ciertos objetivos de CCOO y posteriormente robar 3.000 kg de dinamita.

El constructor navarro Felipe Huarte estuvo diez días en poder de ETA, en enero de 1973. La agencia francesa obtuvo estas imágenes del secuestro, que se resolvió tras el pago del rescate.

Pilar Urbano señala al General Walters junto a Kissinger en la Operación Ogro. Su apodo dio nombre al «comando» que asesinará a Carrero. En 1973, con los sucesivos cambios en la CIA, Walters ocupó durante dos meses el puesto de mando en la agencia. En ese periodo de dirección interina, Ezkerra ascendió a la jefatura en todas las instancias de decisión militar en ETA y la operación se reorientó de secuestro a asesinato. A Ezkerra, que nunca fue acusado por el asesinato de Carrero, lo detuvieron en 1975. Dos años después lo sacaron de la cárcel para enviarlo temporalmente a Oslo por presiones del PNV y finalmente lo acogió la Ley de Amnistía en España de 1977. Más o menos como la actual resolución de Estrasburgo, anulando la Doctrina Parot.

Pilar Urbano revela en su libro «EL PRECIO DEL TRONO», que la CIA ordenó el asesinato de Carrero y la masonería apostó por Juan Carlos desde 1968. Ver más.

En febrero del 73, un miembro de los Servicios de Información de la Policía reconoció a varios etarras en una cafetería de Madrid, comunicándoselo a sus superiores, quienes le dijeron que ya estaban controlados. Algo similar ocurrió el mes siguiente, cuando un inspector de policía reparó en alguien que compraba unas esposas en una armería próxima a la Dirección General de Seguridad y luego se reunía con otras personas que le hicieron sospechar; después de seguirlos a su casa y hacer preguntas a vecinos y porteros, llegó a la conclusión de que eran malhechores o terroristas, pidió refuerzos para detenerlos y quien vino fue otro inspector que le dijo que el tema era cosa de los servicios secretos y que no había que mezclarse. En abril se produjo un oscuro incidente en las proximidades de la central nuclear de Zorita de los Canes (Guadalajara), ya que el servicio de seguridad de la misma detectó prácticas de tiro en sus proximidades y, a través de la matrícula de uno de los coches implicados, la pista fue seguida hasta que los Servicios Secretos tranquilizaron a la policía al asumir el control de la investigación.

Imprescindible libro de José María Manrique (Coronel de Artillería) y Matías Ros (Cuerpo General de Policía)


Un espía y ensayista español, González Mata, sitúa también en mayo un incidente en el que la policía, tras un poco claro intento de robo a un piso de los supuestamente alquilados por los etarras y después de largas pesquisas para localizar al inquilino, registró el inmueble y encontró armas y documentos subversivos. De nuevo los Servicios Secretos españoles tranquilizaron a la policía. Por esta época, según Mata, los espías norteamericanos, y los españoles, ya controlaban alguno de los pisos etarras mediante micrófonos ocultos. Más adelante se probó que estas escuchas si que fueron efectuadas.

Libros de González Mata: «CISNE», Barcelona, Argos-Vergara, 1977 y «TERRORISMO INTERNACIONAL», Barcelona, Argos-Vergara, 1978.

Los etarras contaron con el vital apoyo de viejos militantes del PCE, quienes proporcionaran a los vascos distintos alojamientos y el zulo-prisión al que llamaron «la granja», situado en la Calle Hogar, nº 68, 4º D, en Alcorcón, localidad madrileña próxima al piso de la Calle Mirlo y a la carretera de Extremadura. La casa la compró Eva Forest con 400.000 pesetas que le dio Ezkerra, y el zulo lo preparó el comunista Antonio Durán Velasco, un comunista de la central sindicalista CC.OO. que había organizado todas las huelgas de la fábrica de motores Perkins y estaba procesado. La vivienda se escrituró entre junio y septiembre de 1973. La colaboración de la Forest fue constante y fundamental, cuando fue detenida en 1974 aún guardaba en su piso de Virgen del Vall nº 19, junto con varias armas, los uniformes de Alférez de Infantería que se habían hecho Achulo y Quiscur para facilitar su huida. No se descartan otros apoyos, pues las declaraciones de los congresos del PSOE en aquellos años apoyaban explícitamente el terrorismo vasco.

La granja, el zulo que se construyó para secuestrar a Carrero y que posteriormente se convirtió en el refugio de los terroristas.

El 11 de septiembre la organización se reunió en casa de la Forest, en la que ella, Argala y Wilson hablaron abiertamente de la nueva misión: asesinar a Carrero. El desacuerdo de Wilson con la Forest determinó su marcha de Madrid para San Juan de Luz (Francia). El día 23 los etarras robaron con éxito la armería Alonso, en la Calle San Francisco de Sales; no hubo detenciones. Su acento vasco fue captado por el dependiente, el cual se lo comunicó a la policía, la cual curiosamente, no le mostró ninguna foto de separatistas vascos para tratar de identificar a los asaltantes. González Mata («TERRORISMO INTERNACIONAL», pág. 325 y «LES VRAIS MAÎTRES DU MONDE», pág. 115) añade que el dueño de la armería estaba hablando con un Coronel de la Guardia Civil momentos después de iniciarse el atraco, ya que la tienda está muy próxima a la Dirección General de la Guardia Civil. El de la benemérita avisó a la policía, con el resultado de que el coche de patrulla enviado fue interceptado por otro de los servicios secretos españoles, cuyos tripulantes tranquilizaron a los policías del 091.

En varias ocasiones tanto la Policía como la Guardia Civil estuvieron a punto de detener al comando, pero órdenes superiores lo impidieron siempre. En el vecindario, a los ocupantes del piso de la Calle Mirlo, que se hacían pasar por estudiantes y trabajadores, algunos incluso los llamaban «los de ETA» por lo raro y poco discreto de su comportamiento; un miembro del Servicio de Información de la Guardia Civil que lo detectó y comprobó, lo puso en conocimiento del Servicio, llegando el Jefe de la 111 Comandancia de la Guardia Civil «Madrid Exterior», el entonces Teniente Coronel Francisco Agudo, a montar la correspondiente operación para irrumpir en el piso, pero una llamada de teléfono le ordenó que se suspendiese la acción. Abundando en lo anterior, un Agente del Servicio de Información de la Guardia Civil, que trabajaba en Francia con el nombre clave de Tormes, les dijo a los escritores Estévez y Mármol que él, contando con el apoyo de Serge Demagnian Sena, un coronel francés de la OAS (Organisation de l’Armée Secrète, contraria a la independencia de Argelia) y antiguo Jefe del Servicio Secreto Militar en Argel, dio noticias de la intención de asesinar a Carrero cinco meses antes del atentado. Los Servicios Secretos como hemos visto, estaban al día, además José Ignacio San Martín, Jefe del SECED, más tarde condenado a 10 años de prisión por su participación en el Golpe de Estado del 23-F, escribió en su libro «SERVICIO ESPECIAL. A LAS ÓRDENES DE CARRERO BLANCO», que: «es rigurosamente cierto que el entonces Director General de la Guardia Civil, días antes del atentado, me informó sobre la intención de ETA de secuestrar al Almirante y a su esposa».

«SERVICIO ESPECIAL. A las órdenes de Carrero Blanco», de San Martín

El 14 de diciembre de 1973 se celebró el último Consejo de Ministros del Gobierno de Carrero, en el que Arias, que era el responsable de la seguridad del Presidente, anunció inminentes e inconcretas acciones terroristas de ETA. Carlos Arias Navarro posteriormente fue premiado con su ascenso a la Presidencia del Gobierno tras su fracaso policial.


EL ASESINATO
El 3 de diciembre, Achulo, Argala y Quiscur se desplazan al semisótano alquilado por los etarras, haciéndose pasar uno por escultor para justificar los golpes y ruidos. Comenzaron a construir la galería, de 7 metros de longitud, 50 centímetros de ancho y 60 centímetros de alto, y terminada en forma de T, con el tramo transversal de la misma paralelo al eje de la calle y aproximadamente a un metro por debajo de ella. Cada día avanzaban una media de 2 metros y el material que sacaban lo introducían en sacos militares y bolsas de basura, hasta un total de unos 500. Muy discreto. El ruido producido, sobre todo al perforar el muro (tardaron todo un día en ello), fue ensordecedor y difícilmente achacable al producido por el supuesto escultor que habitaba el local (el domingo anterior al atentado, los golpes, seguidos y muy intensos, repercutían en las paredes de la finca). La galería se hizo profundizando en el suelo, para evitar las conducciones de electricidad, teléfono, alcantarillado, gas y agua. Esto hace suponer que tuvieron información precisa sobre el trazado de las mismas. Después, a medida que avanzaron por debajo de la calle, se impregnó el portal, la escalera de la finca, e incluso la calle, de un fuerte olor a gas o tierra putrefacta, de forma que varios vecinos se quejaron al portero, el cual creía que el hedor procedía de las numerosas criptas y tumbas existentes en el contiguo monasterio.


Foto del sumario de como quedó el sótano de Claudio Coello 104, tras la explosión de la bomba

Se dio la más que extraordinaria circunstancia de que el portero, llamado José María Clemente de 28 años, era miembro de la Policía Armada en activo, siendo su principal actividad, dar protección, de uniforme, en la no muy lejana casa de Tomás Allende, Ministro de Agricultura, saliendo todos los días así vestido de casa; no es de recibo que, en una zona tan sensible y con tal profesión, este portero, en base a sus observaciones, las de su familia y las de los vecinos, no hubiera investigado e informado, máxime cuando, las vísperas del atentado, los etarras, apenas disfrazados de electricistas, tendieron más de 50 metros de cable, por las fachadas de los edificios y a 3 metros de altura con relación a la acera. Hay que tener en cuenta, que además de la Embajada Norteamericana, donde radicaba la estación central de la CIA, el mismo Presidente vivía a unos 150 metros de la mina, y que también había otros edificios oficiales, el de la Diputación Provincial y el de Radio Nacional, además de viviendas importantes; con toda la seguridad que ello conlleva, siendo práctica obligada la vigilancia de las proximidades. La dirección de ETA, fijó con antelación como fecha del atentado el 18 de diciembre, dado que poco después estaba previsto el comienzo del juicio contra diversos comunistas de CC.OO. llamado Proceso 1001. luego se retrasaría al 20 para no coincidir con la visita a Madrid de Henry Kissinger los días 18 y 19, primera oficial a España del judío alemán.

El secretario de Estado Henry Kissinger durante su visita a España el 19 de Diciembre de 1973

Ezkerra, Chomín, Trepa, Quiscur, Achulo y Argala probaron a las afueras de Madrid el funcionamiento del interruptor que debería iniciar la explosión a distancia. Aparentemente, un etarra con conocimientos de electrónica, compró un interruptor de precisión en Bilbao, pero, al comprobar que no era efectivo por las interferencias del tráfico intenso de la zona se vio obligado a comprar otro. Ezkerra y Chomín se desplazaron a Burgos el 13 de diciembre y allí Antonio Elorza Willy les entregó la dinamita, la cual transportaron hasta la calle Claudio Coello en el maletero de un Morris blanco que Quiscur había alquilado con documentación falsa. Una semana antes del atentado, Goiburu envió desde Francia a otro comando para recoger y dar protección a Trepa, Chomín y Ezkerra en su vuelta al santuario francés. A partir de ese momento, teóricamente sólo quedan en Madrid, Quiscur, Argala y Achulo.

Durante la tarde noche del día 18 se dieron los últimos retoques al túnel y a la carga, tendiendo a continuación Argala y Quiscur, sin ningún problema, los cables por las fachadas. Tres cargas de dinamita, de 25 kg cada una y a un metro de distancia entre sí, estaban, según los etarras, situadas en los extremos y el centro del trazo superior de la «T» de un túnel perfectamente apuntalado para resistir el tráfico rodado; sin duda un diseño de artificiero profesional y una ejecución de aparejador experto. La carga explosiva tuvo también un perfecto atraque, mediante sacos de la misma tierra que se había extraído en la perforación, de forma que los efectos de la explosión se dirigieron eficazmente hacia arriba, no hacia los lados o el túnel de acceso, lo cual demuestra una vez más un muy buen conocimiento de técnicas de explosivos, ya que la onda expansiva podría haber encontrado un camino más fácil por las próximas alcantarillas y colectores.


Ese mismo día, aterrizaba Kissinger en España, y apenas llegar tuvo una audiencia del Generalísimo y, a continuación, una visita a Don Juan Carlos. Al día siguiente, víspera del crimen, Carrero y Kissinger se entrevistaron durante más seis horas, al parecer, por lo que el Almirante no tuvo tiempo para despachar con nadie más. Oficialmente el diálogo solo duró una hora y únicamente giró en torno al comunismo y a la guerra fría. La conversación, en teoría transcrita en su integridad y calificada de secreto sensible muestra a un Secretario de Estado muy interesado en hablar del problema de Oriente Medio y a un Carrero muy preocupado con el comunismo, según figura entre los documentos desclasificados por la Administración norteamericana, lo mismo que el borrador y la nota secreta que el Secretario de Estado envió a la Casa Blanca. Carrero y Kissinger habían pactado explícitamente que el contenido de su conversación lo mantendrían secreto, incluso entre los altos cargos de sus respectivas administraciones. Tras la entrevista Carrero Blanco transmitió la sensación de que había sido amenazado. Los useños le ofrecieron todo tipo de ayuda si España olvidaba su pretensión de convertirse en potencia nuclear y suscribía el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear). Carrero se mantuvo en su posición de no renegociar el acuerdo sobre la utilización de las bases militares en España si no se establecía un tratado bilateral de defensa mutua con USA. Y le advirtió a Kissinger que, si la OTAN no quería a España por la dictadura de Franco, no le quedaría otra posibilidad que aceptar la propuesta de Francia para compartir la fabricación de armamento nuclear. La conversación entre ambos subió de tono, Kissinger afirmó que España se estaba convirtiendo en una nación peligrosa, a lo que Carrero replicó, rebajando el tono que lo que sucedía era que España se estaba convirtiendo en una nación importante. Kissinger sentenció: «Sí, pero es que cuando España es importante, es peligrosa», 24 horas después de esta tensa entrevista y de la negativa española de ceder en su pretensiones Carrero era asesinado. Su muerte guarda mucha relación con la del presidente italiano Aldo Moro secuestrado, torturado y asesinado por las Brigadas Rojas tras una entrevista con Kissinger. Aldo Moro, entre sollozos contó a su mujer que fue amenazado por el Secretario de Estado norteamericano.

Carrero y Kissinger, un día antes del atentado

El día anterior al atentado, la mujer del Almirante, Carmen Pichot, le preguntó si se habían tomado todas las medidas de seguridad cara al Proceso 1.001, a lo que Carrero respondió: «no te preocupes, he hablado con Arias y me ha dicho que todo está bajo control». Poco después tuvo lugar la última conversación telefónica que recibió el almirante la noche anterior. Fue del coronel Quintero, hombre de los servicios secretos, quien le dijo: «Señor Presidente, el comando está bajo control». Arias era Ministro de Gobernación y Federico Quintero Morente, era Jefe Superior de Policía de Madrid y había estado en la escolta del Príncipe. Aguado Álvarez (General de Brigada de la Guardia Civil): dijo en la Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil. nº 87: «Resulta inverosímil que los medios policiales fracasaran tan rotundamente en esta ocasión».

Los jesuitas siguen albergando las reuniones de poder como antaño

Carrero, hombre de costumbres y con escasas medidas de seguridad, ese 20 de diciembre, el almirante se dirigía a primera hora de la mañana a Misa, como todos los días, en el coche oficial para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la Calle Hermanos Bécquer, hasta la iglesia jesuita San Francisco de Borja, en la calle Serrano. Un jesuita vasco-francés, mencionado anteriormente al hablar de los círculos religiosos del Almirante, puso un pañuelo azul en una ventana del tercer piso de la casa de los jesuitas anexa a la iglesia donde Carrero estaba oyendo misa, que daba a la calle Claudio Coello, seguramente a modo de señal para avisar a los etarras, aunque también parece que sirvió para dar la orden de encendido de la carga explosiva, dado que la visión vertical que se disponía desde la ventana permitía apreciar con precisión la situación del coche con relación al explosivo. El mismo había trasmitido a los terroristas, la noche del 19 y en una cafetería de la calle Diego de León, la confirmación de actuar al día siguiente. A este religioso jesuita, el clero vasco le consideró un honesto colaborador de Euskadi. ETA y la CIA lo consideraron como un religioso infiltrado por ETA del que nunca más se supo. Álvaro Baeza incluso dio su nombre: Marcel Garmont Zarratalegui, camuflado con el nombre de Marcelo Garmendia Zarratalegui, era efectivamente jesuita e hijo de madre española. En noviembre de 1977 moriría en El Salvador, junto con otros guerrilleros sandinistas y bajo el nombre de Iñaqui Garrate Zarralde, en una acción que el entorno etarra adjudica a la CIA.

A las 09:23 horas, Carrero, tras oír misa y comulgar como todos los días, subió a su coche, un Dodge 3700 negro, matrícula PMM-16416, sin ningún tipo de blindaje, solo Franco tubo coches oficiales blindados hasta 1976. El mismo, seguido de otro de escolta, bajó por la calle Serrano, giró a la izquierda por la de Juan Bravo y volvió a torcer a la izquierda para tomar Claudio Coello. Un Austin Morris 1.300 estaba aparcado en doble fila, a la altura de una señal que marcaba el lugar con un trazo rojo vertical de 1 metro, frente al 104 de la citada calle, a menos de 100 m de la puerta de la misma embajada, obligando al tráfico a pasar por encima del trazo superior de la «T» del túnel, donde estaban las tres cargas explosivas. El Morris también estaba cargado de explosivos, aunque estos no llegaron a explotar.

Operación Ogro

En la esquina de Diego de León y Claudio Coello, opuesta a la iglesia de los jesuitas, Argala, vestido con un mono azul y subido a una escalera, activó la bomba a las 0928, hora en que se paró el reloj del coche de Carrero. En el libro que escribió Eva Forest, con el seudónimo de Julen Agirre, el propio Argala describió así la explosión: «no vi el coche, pero vi que subía el suelo; hizo un ruido sordo; hubo un instante en que parecía que no pasaba nada y, de repente ―sin ruido casi― vi que todo el suelo se abría, subía y una nube negra que llegaba hasta los tejados; y empezamos a gritar: ¡Gas!, ¡gas!»... El vehículo del Almirante, de más de 1.750 kg, saltó en vertical por encima del edificio de los jesuitas (unos 30 m) y fue a parar a una azotea interior del patio del claustro. El enorme embudo producido por la explosión, de unos siete por diez metros de superficie y casi tres de profundidad, comenzó a llenarse de agua de las conducciones rotas. Argala y Quiscur, quien colaboraba en la vigilancia del vehículo y mandaba la operación, salieron corriendo hacia la calle Diego de León y montaron en el vehículo que en ella les esperaba con Achulo al volante, tras abandonarlo frente a la Escuela de la Policía, se dirigieron a «la granja» donde permanecieron casi un mes ocultos, apoyados por los comunistas que les ayudaron a comprar y construir el ya conocido refugio.

Eva Forest, años después, confirmó la autoría del libro

Aunque el coche de los escoltas también se vio afectado por la explosión, inmediatamente uno de ellos llamó por radio a la central en la DGS, dando cuenta de la misma, de no ver el coche del Presidente y de que «huele a gas», en curiosa coincidencia con lo que habían dicho los etarras como excusa para enmascarar su huida. Carrero Blanco ingresó cadáver en la Ciudad Sanitaria «Francisco Franco», el inspector José Antonio Bueno Fernández también y el conductor José Luis Pérez Mogena falleció a los pocos instantes de llegar. Alguno de los otros escoltas fue herido ligeramente. Una treintena de vehículos se vieron afectados por la onda expansiva; concretamente, un Seat 850 fue engullido por el socavón. Los edificios vecinos fueron gravemente dañados.


CONCLUSIÓN
El General Fernández Monzón, por entonces destinado en el SECED, dijo: «Los propios etarras dicen que estuvieron seis meses vigilando la puerta principal de la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle Serrano, desde la parada de autobús de la acera de enfrente, que está prácticamente en la puerta de la embajada americana; eso, con la vigilancia enorme que hay allí, resulta pintoresco; tanto como que los norteamericanos no se enteraran, con detectores de todas clases, de que se estaba perforando un túnel a 80 metros de allí, es llamativo que el día de la llegada de Kissinger a Madrid y a menos de 100 metros de la puerta de la embajada norteamericana, dos etarras colocaron descaradamente 50 metros de cable en una fachada y nadie sospechara».

Lobo, el infiltrado en ETA, declaró con relación al magnicidio: «Pienso que ha habido una manipulación muy fuerte, a niveles políticos muy altos y con conexiones internacionales. Los destinos de España en aquella época estaban muy relacionados con los intereses de USA. El control sobre todo lo que ocurría en España en la década de los setenta era total y la CIA tenía colaboradores e infiltrados en todos los estamentos políticos, legales y clandestinos, así como en los movimientos subversivos y, por supuesto, en el sur de Francia y en ETA. (…) El propio Ezkerra, jefe del comando que mató a Carrero, me confesó que estuvo bajo sospecha de trabajar para la CIA. (…) Un comando bragado no te viene y se está aquí un año preparando una cosa, eso es imposible; ¡vamos!, y menos que vengan los dirigentes, los principales y se pongan aquí a hacer una cosa de esas, eso no se lo puede creer nadie, es imposible, yo conozco perfectamente a esta gente, conozco su forma de pensar y, desde luego, es totalmente imposible, por eso, a mí no me cabe ninguna duda de que hay una mano muy fuerte detrás de todo esto, una mano fortísima y estos son simples peones, los manejan».

Manuel Cerdán, autor de «MATAR A CARRERO: LA CONSPIRACIÓN» que se ha leído los 3.000 folios del sumario, plagado de errores bestiales, según dijo a EFE con motivo de la publicación de su libro, asegura que la muerte del Almirante beneficiaba a muchos: a la propia ETA, a la extrema izquierda, parte del entorno de Franco o más bien de su mujer, a la URSS y a EEUU. A cada uno le movía su motivo, que Cerdán explica detenidamente en su libro, pero a la pregunta de si ETA atravesó el Atlántico o el Telón de Acero, respondió: «Me quedo con el Atlántico antes que con los Urales». Y es que, según su investigación, a USA no le gustó nada que Franco nombrara presidente a Carrero, ya que éste se oponía a la renovación del acuerdo de las bases estadounidenses y les impidió usar las bases del territorio español durante la Guerra de Yom Kipur, en octubre de 1973. Con Carrero ya en la tumba, y con Carlos Arias Navarro al frente de la presidencia, se refrendó la continuidad del convenio establecido con los useños. No sólo Cerdán ha apostado por la teoría de la conspiración. El periodista Ernesto Villar, autor del libro «MATAR A CARRERO», dice que aunque la idea del atentado no surgió del propio régimen, desde éste se respaldó por acción u omisión. Va más allá y asevera que el régimen quiso pasar de puntillas y lo antes posible por este atentado. Y para perpetrarlo, sus autores pudieron moverse por Madrid con toda impunidad, además de haberse ignorado todos los informes que llegaron sobre los terroristas. También tenemos a Pilar Urbano, Alfredo Grimaldos y otros periodistas y escritores, mencionados en el post, que coinciden con estos. Ver entrevista sobre el libro «MATAR A CARRERO: LA CONSPIRACIÓN» a Manuel Cerdán.

Imprescindible libro de Manuel Cerdán

Por otro lado, los partidarios de la ruptura con el Régimen y su solución de una Monarquía encarnada en Juan Carlos, consideraban a Carrero Blanco un obstáculo a remover, de entre ellos la principal fuerza era la autodenominada Junta Democrática, la cual contaba con el apoyo encubierto de don Juan de Borbón y Battenberg, en pugna con su hijo.

El plan de sucesión de Franco no era otro que Carrero continuara como jefe del gobierno y el príncipe Juan Carlos, que ya había sido designado heredero en 1969, se convirtiera en Jefe del Estado después de su muerte o en su caso, grave incapacidad. Kissinger lo sabía e inmediatamente después de que ocurriera el atentado, comunicó lo sucedido al presidente Nixon y lo hizo en el memorándum secreto 6720 que escribió con el apoyo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. «El presidente español (Primer Ministro), Luis Carrero Blanco, ha sido asesinado» comenzaba el texto y del que hoy conocemos tanto el borrador como el texto definitivo transmitido a Washington. «La muerte del presidente Carrero Blanco esta mañana elimina la mitad de la doble sucesión que Franco había organizado para sustituirle. Si el incidente de hoy diera como resultado una actividad terrorista generalizada, Franco podría inclinarse por mirar hacia los militares en busca del siguiente Primer Ministro. Franco tendrá dificultades para encontrar a otra persona en la que pueda depositar tanta confianza». Sólo le faltaba decir: «y recuerde que el 'Juancar' ya trabaja para nosotros». Tres días más tarde la CIA emitía un boletín de máximo secreto en el que tranquilizaba a la Casa Blanca al informar que «la atmósfera general (española) se ha vuelto más normal después del funeral del Primer Ministro Carrero. La policía ha identificado a seis terroristas vascos como los asesinos y están dando los pasos para detenerlos».

Para USA, Carrero era un obstáculo en la dominación militar y un cerrojo para la democratización. Sin Carrero, ¡Bases sí y OTAN también! Sin Carrero, una democracia contenida y diseñada por Washington y un Juan Carlos entregado a USA como precio del trono. Cuando Ford visitó Madrid, el príncipe Juan Carlos le anticipó al embajador Wells Stabler lo que le iba a decir al presidente, «que él estaba al margen de la interminable negociación de las bases y que, cuando reinara, estrecharía mucho más los vínculos con USA porque consideraba crucial esa relación para la política exterior española». El telegrama desclasificado con calidad de confidencial #700, de enero de 1971, enviado por la embajada de USA en Madrid a su Secretaría de Estado decía: «El mejor resultado que puede surgir, sería que Carrero Blanco desaparezca de escena, siendo sustituido por el General Díez Alegría o Castañón».

Izquierda: Página 3 del sumario, explicando la reacción del vehículo tras la explosión. Derecha: Estado en el que quedó el coche de Carrero.

Con el asesinato de Carrero, la Administración Nixon eliminaba la oposición del almirante a la renegociación sobre las bases militares y a la entrada de España en la OTAN y la ONU. También cancelaba la amenaza de una colaboración del gobierno español con el francés para compartir la fabricación de armamento nuclear. Podrían volver a usar las bases españolas, y además aumentaba la necesidad que el príncipe Juan Carlos tuviera apoyo de Washington. USA establecía las condiciones de lo que iba a ser su intervención para conducir la transición después de la muerte de Franco, Kissinger tenía que saber porque, como presidente ejecutivo del National Security Council, no debía desconocer determinadas operaciones de alto calibre político si en ellas estaba incursa la CIA. El atentado era la utilización o dirección a distancia de unos elementos subversivos terroristas para ejecutar un magnicidio que fulminaría no sólo a un jefe de gobierno, también al sistema autoritario que él encarnaba, la CIA había intervenido en distintas fases del proyecto: propuso el objetivo Carrero, reorientó a ETA para que su plan de secuestro fuese plan de eliminación, facilitó el hallazgo casual de un lugar desde donde cometer el atentado y puso el explosivo necesario. Poco antes de la voladura de Carrero, Kissinger había recibido el Premio Nobel de la Paz por sus falsas negociaciones sobre la guerra de Vietnam (Risas).

El juez Luis de la Torre Arredondo, al que posteriormente le arrebataron el sumario para pasarserlo a la jurisdicción militar, comprobó con los expertos que la explosión no pudo ser provocada con la dinamita que ETA dijo que había utilizado. En una entrevista para Interviú, en 1984, el magistrado llegó a decir que iba teniendo la convicción cada vez más sólida de que la CIA supo que iban a matar a Carrero, que la CIA estaba detrás. Le ocultaron el informe con el resultado de la investigación que el Grupo Operativo de los Servicios Secretos de Información había realizado tomando muestras en el cráter provocado por la explosión. Pilar Urbano explica que, aunque ese informe sigue siendo materia reservada, veteranos agentes de los servicios secretos le han confirmado su existencia y contenido. Lo que se había utilizado era C-4, un potentísimo explosivo plástico que sólo se fabricaba en USA para el uso exclusivo de sus Fuerzas Armadas.

Análisis de los explosivos en el sumario del caso

Cabe destacar que en los Servicios de Inteligencia españoles, circuló la tesis avalada por un informe entregado al Fiscal del Tribunal Supremo Fernando Herrero Tejedor, acerca de la supuesta implicación de la CIA y la DIA (servicios civiles y militares norteamericanos, respectivamente). Curiosamente Herrero Tejedor, que era también Ministro Secretario general del Movimiento, murió año y medio después en un extraño accidente de tráfico cuando un camión se echó encima de su vehículo en el kilómetro 108 de la carretera de Madrid a La Coruña, en el término de Adanero.

Carmen Pichot, viuda del Almirante: Es indudable que estorbaba a alguien. ETA no fue más que el brazo ejecutor (…) las órdenes las daría alguien muy superior. (Julio Merino en «LOS PECADOS DE LA MONARQUÍA»).

En el citado informe que fue entregado al Fiscal General se daba cuenta de «la llegada a la Base Aérea de Torrejón de Ardoz de diez minas terrestres anti-tanque procedentes de Fort Bliss» en USA. La particularidad de estas minas era que iban provistas de sensores acústicos y electro-térmicos extremadamente sensibles, capaces de ser manejadas por control remoto tras detectar determinado calor o sonido. Estas minas, extremadamente sofisticadas para la época no precisaban cables, y ya habían sido empleadas, aunque en una versión menos avanzada, en la defensa de Quảng Trị (Vietnam). Tras su llegada a Torrejón de Ardoz el paradero de los artefactos fue confuso, y a ciencia cierta nadie sabía donde se encontraban. El informe especulaba sobre la posibilidad de que fuesen destinadas para atentar contra algunas «altas personalidades», incluido el Jefe del Estado, General Francisco Franco. Sin embargo, en ninguno de los documentos que circularon antes del magnicidio se insinuaba la posibilidad de que el destinatario fuese el Presidente del Gobierno, Carrero Blanco. Después del asesinato del Almirante en los servicios secretos se especuló con que una o dos de las minas anti-tanques pudieron haber sido colocadas la noche anterior en el túnel que los etarras habían excavado en la calle madrileña de Claudio Coello 104.

Alfredo Grimaldos: Los hombres de la CIA (Central Intelligence Agency) están detrás de casi todos los principales acontecimientos políticos y militares de nuestra historia reciente. (…) La CIA interviene en la instalación de las bases militares useñas en nuestro suelo, la transición del franquismo a la Monarquía, la toma del control del PSOE en Suresnes en 1974, el Golpe de Estado en España de 1981, la definitiva integración del Estado español en la estructura de la OTAN. La permanencia de la dictadura franquista, durante cuatro décadas, y la evolución controlada hacia un sistema parlamentario están condicionadas por la actividad de los espías norteamericanos. (…) Los norteamericanos mantienen hilo directo con Laureano López Rodó y apoyan también la «Operación Lolita», que prepara a Juan Carlos de Borbón para suceder al Generalísimo. Inmediatamente después de subir al trono, el primer viaje oficial del monarca le lleva a USA, donde recibe el espaldarazo del Imperio. El rey mantiene siempre excelentes relaciones con sus mentores del otro lado del Atlántico. Colabora con ellos en la entrega del Sahara a Marruecos, cuando todavía es el «heredero» designado por Franco, y después presiona desde La Zarzuela a los sucesivos gobiernos de la Transición para que España se acomode definitivamente en el seno de la OTAN. A cambio, obtiene respaldo político y prebendas personales. (Introducción a su libro «LA CIA EN ESPAÑA. ESPIONAJE, INTRIGAS Y POLÍTICA AL SERVICIO DE WASHINGTON»). El General Manuel Fernández Monzón: No es verdad todo lo que se ha dicho de la «Transición»; como eso de que el rey fue el motor, ni Suárez ni él fueron motores de nada (…) sólo piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del Atlántico, que se tradujo en una serie de líneas de acción, en unas operaciones que desembocaron en la «Transición»; todo estuvo diseñado por la Secretaría de Estado y la CIA. (Entrevistado por Alfredo Grimaldos en su libro).

En esa época responsables de los servicios de información militares y de la Policía sostuvieron que la luz verde para hacer volar a Carrero la dio el propio Kissinger, cuando constató la divergencia de fondo entre el diseño de transición política impuesta por Washington y la pensada por el Almirante. La propia organización terrorista ETA no ha contribuido precisamente a dilucidar el misterio del atentado. Siempre ha aludido a que estaba en posesión de una «garganta profunda», un «tercer hombre», del que nunca se supo la identidad, y que pudo haber trabajado para uno o varios servicios a la vez. Fue éste quien informó a ETA de los hábitos e itinerarios del Almirante, que facilitaron la organización del atentado. Un año más tarde los autores del atentado, que en su mayoría se refugiaban en el País Vasco-francés, publicaron el mencionado libro, OPERACIÓN OGRO, firmado por Eva Forest, en el que exponían su versión de la historia, en él detallan cómo la posibilidad de acabar con Carrero, les fue sugerida por personas fuera de la organización, alguna de ellas extranjera.

Documento en el que se describe los planes de ETA de secuestrar a los hijos del Rey, a la mujer de Carrero... y su conexión con el Partido Comunista de Toulouse.

La muerte de Carrero sigue sin haberse investigado más allá de lo superficial, y quedan aún hoy muchas preguntas sin contestar. Si aquella era una dictadura tan autoritaria y rígida, ¿cómo pudo el presidente de su gobierno ser asesinado por la banda más investigada, en el centro del barrio más seguro de la capital, poco después de entrevistarse con Henry Kissinger, con todas las medidas de seguridad que eso conlleva, a poca distancia de la embajada de USA, sin que se hiciese caso a las advertencias de los expertos policiales y cambiando todos los equilibrios de poder de un Régimen que se encaminaba claramente hacia su final? 

ETA, es verdad, se llevó la fama, y fue la mano ejecutora, pero no tenía los medios humanos, económicos ni intelectuales para hacer algo así sin otras complicidades, otras informaciones, múltiples y sorprendentes apoyos y muchos silencios. Según Pilar Urbano, la CIA orienta a ETA hacia Carrero a través del PNV que mantenía una comprobada relación con las agencias de seguridad useñas desde las vísperas de la 2GM. La conexión se establecía mediante «personas de arraigada confianza para la CIA que eran también de arraigada confianza para ETA». La ejecución en sí tenía un alcance y unos objetivos clarísimos. A partir de 1951 Carrero ocupó prácticamente la jefatura del Gobierno en el Régimen. Carrero simbolizaba mejor que nadie la figura del franquismo puro. Por otra parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo.

Jesús Palacios: «El interés useño por el futuro político de España (…) lo confirman los siete viajes oficiales que Kissinger realizó a Madrid entre 1970 y 1976 y las dos visitas de los presidentes Nixon y Ford en 1970 y 1975. (…) El propio Kissinger lo constata en sus memorias al afirmar que la contribución useña a la evolución española durante los setenta constituyó uno de los principales logros de nuestra política exterior». («23-F, EL REY Y SU SECRETO», Libros Libres, Madrid 2010).

«En un estado en el que el poder está mal organizado, en el que las leyes y el gobierno se han convertido en algo impersonal, como efectivamente sucede con los innumerables derechos que el Liberalismo ha creado, yo veo un nuevo derecho: el de echarme en virtud de la ley del más fuerte, sobre el orden, sobre todos los reglamentos y leyes establecidos, y trastornarlos; el de poner mano sobre la ley, el de reconstruir a mi antojo todas las instituciones y constituirme amo y señor de los que nos abandonan los derechos que su propia fuerza les había dado, y a los que han renunciado voluntariamente, liberalmente. Gracias a la debilidad actual de todos los gobiernos, el nuestro será más duradero que cualquier otro, porque será invencible hasta el último momento, y quedará tan profundamente arraigado que no habrá astucia que pueda causar su ruina. De todos los males más o menos transitorios que hasta hoy nos hemos visto obligados a causar, nacerá el bien de un gobierno inconmovible que restablecerá la marcha normal del mecanismo de la existencia nacional, perturbada por el Liberalismo. El éxito justifica los medios. Pongamos la atención en nuestros proyectos, pero fijándonos menos en lo bueno y lo moral que en lo necesario y en lo útil». Extracto del protocolo I del libro «LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN». Leer libro.

De todo aquello, quedan muy pocos testigos vivos, y si nosotros nos olvidamos, pronto se hablará de Carrero como se habla de Prim, de que su muerte fue el resultado de una conspiración, que tuvo grandísimas consecuencias políticas, pero sin el interés cercano de saber que el crimen aún afecta a nuestras vidas, viviendo en la más completa inopia. Es paradójico, que los Servicios Secretos que el Almirante creó, el SECED, no investigasen las corredurías de ETA por Madrid, sino que realizaron informes secretos de los propios políticos del Régimen investigando sus trapos sucios, aunque el responsable de la seguridad de Carrero no era el SECED, sino el Ministro de la Gobernación, el antiguo Alcalde de Madrid, Arias Navarro. La verdad es que aún extraña, que el fracaso policial del Ministro de Gobernación, Carlos Arias Navarro fuera premiado con su ascenso a la Presidencia del Gobierno. Igualmente resulta curioso, o quizás para algunos, ya familiar, ver mezclados en todo este batiburrillo a la CIA, nuestros Servicios Secretos, al Rey, al clero jesuítico, a grandes empresarios y a las mismas familias de siempre. Al final, todos los planes sucesorios de Francisco Franco fracasaron, ya que a la muerte del Jefe del Estado no estuvo el Almirante al lado del rey, sino una serie de desordenadas tramas democratizadoras que tenían poco que ver con la versión modernizada del franquismo en la que Carrero abiertamente creía. Unas tramas democratizadoras llenas de oligarcas y burgueses capitalistas, de iguales apellidos a los que nos han gobernado desde hace siglos, siempre al servicio de las élites que les permiten la total impunidad en sus acciones y la explotación del pueblo. Lo más paradójico es que esta casta, siga en los puestos de poder manejando a su antojo el timón de nuestras vidas.

Fuente: https://manuescrig.wordpress.com/2014/01/25/la-gran-estafa-de-la-democracia-historias-de-carrero-blanco/