Donald Trump disuelve la organización del imperialismo estadounidense...

Donald Trump acaba de realizar la reforma más importante de las estructuras administrativas de Estados Unidos en los últimos 69 años. Acaba de poner fin al proyecto imperial y está comenzando a rehacer su país, convirtiéndolo en un Estado como los demás.
Actualización (31 de enero de 2017): ante las reacciones indignadas de la clase dirigente estadounidense, el presidente Donald Trump anunció, a través de su `portavoz, una modificación de este Memorándum, que podría autorizar al director de la CIA a participar de manera permanente en el Consejo de Seguridad Nacional.
Reunión del Consejo de Seguridad Nacional bajo la presidencia de Barack Obama

Modificando el sistema de gobierno establecido en 1947, el presidente Donald Trump publicó un Memorándum sobre la organización del Consejo de Seguridad Nacional y del Consejo de Seguridad de la Patria (Homeland Security).

El principio adoptado en el pasado consistía en manejar la «Seguridad Nacional» bajo la autoridad conjunta de la Casa Blanca, del Estado Mayor Conjunto y de la CIA, que fue creada en aquella época.

Desde 1947 y hasta el 2001, el Consejo de Seguridad Nacional fue el centro del Ejecutivo estadounidense. En su seno, el presidente compartía el poder con el director de la CIA —nombrado por él— y con el jefe del Estado Mayor Conjunto, seleccionado por sus pares de este órgano estrictamente militar. Desde el 11 de septiembre de 2001, el Consejo de Seguridad Nacional se hallaba de facto bajo la supervisión del «Gobierno de Continuidad» de Raven Rock Mountain.

En lo adelante, a raíz de las decisiones de Donald Trump, el Presidente del Estado Mayor Conjunto no estará sistemáticamente representado en las reuniones del National Security Council. Sólo estará presente si el tema a discutir exige su presencia. Además, la CIA pierde el asiento que ocupaba en el National Security Council, donde será eventualmente representada por el Director de la Inteligencia Nacional.

La CIA, que fue hasta ahora el brazo armado del Presidente para la realización de las acciones secretas, finalmente se convierte en una agencia de inteligencia en el verdadero sentido de la palabra, o sea en una agencia encargada de estudiar los actores internacionales, de anticipar las acciones de dichos actores y de aconsejar al presidente.

Según un informe de su actividad anual, el National Security Council ordenó en 2015 asesinatos políticos en 135 países

Durante el periodo de transición y traspaso del poder, el presidente Trump anunció solemnemente que Estados Unidos ya no organizará cambios de régimen, como lo hizo o trató de hacerlo desde 1989 recurriendo a las técnicas de Gene Sharp, el fabricante de «revoluciones de colores».

El presidente Trump asignó además un puesto permanente en el National Security Council a su estratega en jefe, en condiciones de igualdad con su Jefe de Gabinete.


La ex-consejera de seguridad nacional de Barack Obama, Susan Rice (Susana Arroz), reaccionó duramente ante esos cambios a través de su cuenta de Twitter. La mayoría de los ex-directores de la CIA también han saltado a la palestra para protestar.


REORGANIZACIÓN DE AL-QAEDA EN SIRIA


Después de la reunión de Astaná, donde el punto de vista de Turquía se aproximó a los de Rusia e Irán, y del encuentro de Moscú, durante el cual la oposición siria pro-turca conversó con la oposición republicana, una guerra intestina se desarrolla entre los grupos armados que operan en Siria.

En ese contexto, al-Qaeda está reorganizando sus fuerzas y anunció la creación de Hay’at Tahrir al-Sham («Asamblea para la Liberación del Levante»).

Esa nueva denominación reúne a los grupos Jabhat Fateh al-Sham (el antiguo Frente al-Nusra), Harakat Nour al-Din al-Zenki (vinculado a la CIA), Liwa Al-Haqq, Ansar Al-Din y Yesh Al-Sunnah (también vinculado a la CIA).

La operación está respaldada por el MI6 británico, que creó el logotipo de la nueva organización (ver imagen).

La nueva entidad incluye a varios jefes provenientes del grupo Ahrar al-Sham («Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante») sin que se sepa por el momento si se ha producido una escisión en este último o si se trata de individuos que anuncian su próxima incorporación. Esas personas son:
1. El jeque saudita Abdullah al-Muhaysini (el ex-jefe de los «moderados» que ocupaban varios barrios del este de Alepo, donde este personaje presidía el Tribunal de la Sharia).
2. Abu Yusuf Muhajir, ex-vocero militar de Ahrar al-Sham.
3. Abu Saleh Tahan, ex-número 2 de esa organización.

Ahrar al-Sham es —o era— un grupo terrorista financiado por Arabia Saudita y cuyas relaciones pasan por el Reino Unido. El «ministro de Exteriores» de Ahrar al-Sham, Labib al-Nahhas, es un británico miembro del MI6, circula libremente por toda Europa y publicó hace año y medio una tribuna libre en el Washington Post.

Fuente: https://www.voltairenet.org/article195118.html

LONDRES RECONOCE QUE SIRIA ES UNA DEMOCRACIA


El ministro de Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, declaró que su país no debería seguir oponiéndose a que el actual presidente sirio, Bashar al-Asad, pueda presentarse como candidato a una nueva elección presidencial.

Admitiendo que esta nueva posición implica un cambio radical en la política británica hacia Siria, cambio similar al de la nueva administración de Estados Unidos, el ministro británico de Exteriores subrayó la necesidad de abordar el tema de Siria con una visión fresca.

En junio de 2014, la República Árabe Siria organizó una elección presidencial, medida que fue rechazada por las potencias occidentales. En violación de la Convención de Viena sobre las sedes diplomáticas, las potencias occidentales incluso prohibieron a los consulados de Siria en sus países la apertura de colegios electorales para los ciudadanos sirios deseosos de votar en el exterior.

En Siria, aunque la situación de guerra existente en el país impidió que varios millones de electores pudieran asistir a las urnas, todos los países que habían mantenido representaciones diplomáticas en Damasco reconocieron la validez y honestidad del proceso electoral realizado, que terminó con la reelección de Bashar al-Asad respaldado por los votos de 10.319.723 de electores, o sea el 88,7% de los votos válidos y el 65% de los sirios en edad de votar.

El actual mandato presidencial, de 7 años, de Bashar al-Asad expira en junio de 2021.

Desde 2011, las potencias occidentales han venido acusando a la República Árabe Siria de ser una dictadura que incluso aplica la tortura a gran escala. Pero los resultados de la elección realizadas en junio de 2014 demuestran que la opinión de los sirios es muy diferente.

Ya en septiembre de 2015, el predecesor de Boris Johnson como ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, sostenía que la República Árabe Siria era una dictadura y que el mandato de Asad era ilegítimo, pero aceptaba que el presidente sirio Bashar al-Asad pudiera mantenerse en el poder durante un periodo de transición de 3 meses.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article195073.html#nh1

TRUMP: ¡BASTA YA CON EL 11 DE SEPTIEMBRE!

Negándose a revestir la misma casaca que sus predecesores, Donald Trump pronunció un discurso de investidura en el que criticó duramente el Sistema y anunció un cambio de paradigma. El nuevo presidente de Estados Unidos ha conformado su equipo de seguridad alrededor de 2 temas: la erradicación de Daesh y la oposición al 11 de septiembre. Con ello ilustra su intención de poner fin al proceso de globalización.


Donald Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 2017. Aunque acababa de prestar juramento, y antes de que tuviese tiempo de hacer absolutamente nada, ni bueno ni malo, los patrocinadores de Hillary Clinton organizaron al día siguiente una gigantesca manifestación en Washington contra el nuevo presidente.

Demostrando que lo que está en juego no sólo concierne a Estados Unidos, manifestaciones idénticas tuvieron lugar en numerosos países, sobre todo en el Reino Unido. Por supuesto, los manifestantes no reaccionaban ante ningún acto en particular sino que se limitan a expresar su angustia. Muchos portaban carteles donde podía leerse simplemente: «Estoy aterrado».

Donald Trump, presentado por sus adversarios como un personaje voluble, carente de línea de conducta, ha dicho desde hace tiempo lo que quiere hacer. Comenzó mostrándolo y después lo dijo de manera simultáneamente alegórica y clara: quiere restituir al Pueblo estadounidense el Poder que le fue confiscado el 11 de septiembre de 2001.

Ya antes de lanzarse a la carrera por la presidencia, Donald Trump trató de abrir el tema del Poder usurpado patrocinando el movimiento a favor de la verdad sobre el nacimiento del presidente Barack Obama. Utilizando el testimonio de la abuela del presidente, y posteriormente el hecho que no existía ninguna huella de su nacimiento en los registros de Hawái, así como de las irregularidades de su certificado oficial, Donald Trump demostró que Barack Obama nació como súbdito de la Corona británica en Kenya.
Sin embargo, durante la campaña electoral, cuando tuvo la impresión de que realmente podía ganar la elección, prefirió cerrar ese tema y evitó a partir de entonces todo tipo de provocación vinculada al presidente saliente. También puso fin a las alusiones sobre la diarquía del Poder y centró su mensaje en la usurpación del Poder real por una camarilla cuya cabeza visible es Hillary Clinton.

Sus posiciones, que parecen carecer de sentido desde la perspectiva de los bandos que tradicionalmente existen en Estados Unidos, ya sea en materia de política exterior —¿es intervencionista o aislacionista?— o de economía —¿está a favor del libre comercio o del proteccionismo?— son sin embargo límpidas para quienes sufren la usurpación del Poder.
Trump ha repetido constantemente, de manera lo suficientemente clara como para obtener el apoyo de sus conciudadanos pero de forma bastante alegórica… como para evitar el choque frontal, que todas las decisiones adoptadas desde el 11 de septiembre de 2001 fueron ilegítimas. Y eso nada tiene que ver con el antagonismo entre republicanos y demócratas ya que esas decisiones tuvieron el aval tanto del republicano George W. Bush como del demócrata Barack Obama. Pero sí tiene mucho que ver con una división civilizacional entre la casta que toleró las decisiones vinculadas al 11 de septiembre y quienes sufren las consecuencias de todo eso, entre los adeptos del Puritanismo del Mayflower y los defensores de la Libertad.

Al contrario de sus predecesores, Donald Trump escribió su discurso de investidura él mismo y lo centró en lo siguiente:
«La ceremonia de hoy tiene un sentido muy particular, porque no se trata solamente de transferir el poder de una administración a otra o de un partido a otro. (…) Lo verdaderamente importante no es quién tiene el poder en el gobierno sino el hecho que el gobierno esté en manos del pueblo estadounidense»
Los generales Michael Flynn, James Mattis y John Kelly

Desde el primer día, y en contradicción con la tradición estadounidense, Donald Trump implantó un equipo de seguridad nacional que se compone de militares de alto nivel: los generales James Mattis, John Kelly y Michael Flynn. Aunque la prensa los presenta como un montón de personalidades designadas de manera incoherente y sin relación entre sí, ese equipo fue conformado con vista a recuperar el Poder confiscado por una facción del complejo industrial-militar.

El general James Mattis, nuevo secretario de Defensa, fue confirmado por el Senado y prestó juramento de inmediato. Sus pares lo consideran un verdadero erudito y uno de los mejores estrategas de su generación. Durante la campaña electoral, fue contactado para que se nominara como candidato a la elección presidencial por el Partido Republicano. Después de un corto periodo de vacilación y luego de descubrir los entresijos de la política en Washington, Mattis se retiró sin dar explicaciones. Su regreso, como miembro del equipo de Trump, ha sido acogido con entusiasmo en el seno de las fuerzas armadas, lo cual resulta especialmente importante dado el hecho que de cada 3 militares estadounidenses 2 votaron por Trump. Durante los 2 últimos años, el general Mattis trabajó como investigador en la Hoover Institutionun think-tank republicano con base en la Universidad de Stanford. Estuvo realizando un estudio sobre las relaciones entre civiles y militares que demuestra su voluntad de poner las fuerzas armadas al servicio del Pueblo.
A su llegada al Pentágono, Mattis hizo circular un corto Memorándum donde afirma que «los militares y las agencias de inteligencia son los centinelas y guardianes de la Nación», frase cuyo objetivo es tanto aplacar el conflicto sobre Rusia surgido entre Trump y el director saliente de la CIA, John O. Brennan, como reorientar el trabajo de las fuerzas armadas hacia la defensa de la Nación, en vez de seguir persiguiendo la quimera imperial y de dedicarse a proteger los intereses de las transnacionales.

Dado que Mike Pompeo, nominado para el cargo de director de la CIA, estaba en espera de su confirmación por parte del Congreso, el ya presidente Donald Trump fue personalmente hasta la sede de la agencia. Entre todo lo que dijo, se las arregló para indicar claramente el rumbo: «erradicar el terrorismo islámico de la faz de la Tierra». Dio además la impresión de estar al tanto de los debates que durante los 4 últimos años han sacudido la CIA sobre la locura de apoyar al Emirato Islámico (Daesh); debates que por demás le costaron su puesto de director de la inteligencia militar al general Michael Flynn, quien ahora regresa como consejero de seguridad nacional. Trump no mencionó la polémica sobre una supuesta injerencia rusa en la campaña electoral, ni tampoco el papel de «agentes rusos» que la prensa atribuyó a su ex-director de campaña, Paul Manafort, y a 2 de sus consejeros, Carter Page y Roger Stone.
Al no estar presente Pompeo, el presidente no abordó el tema de la reforma estructural de la CIA. El Memorándum del general Mattis, la presencia del general Flynn junto al nuevo presidente y la manera como este último se refirió a Pompeo —quien fue un alumno brillante en la academia militar de West Point— dan la impresión de que este nuevo equipo tiene intenciones de poner a la CIA en la órbita del Pentágono más que en la del Departamento de Estado, opción tendiente a cortar las posibilidades de intervención de Hillary Clinton, quien aún goza de influencia en la secretaría que ocupó durante 4 años.

Donald Trump solicitó a unos 50 miembros de la administración Obama que se mantengan en sus puestos. Figuran entre esos responsables:
a) El enviado especial ante la coalición anti-Daesh, Brett McGurk.
b) El subsecretario del Tesoro a cargo de la lucha contra el financiamiento del terrorismo, Adam Szubin.
c) El director del National Counter Terrorism Centre (NCTC), Nicholas J. Rasmussen.
d) Y el jefe del estado mayor particular de la Casa Blanca, Dab Kern.
Ello indica que la Casa Blanca quiere disponer de inmediato de un equipo capaz de luchar contra el Emirato Islámico.

El general Joseph Dunford Jr., Presidente del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, anunció que está listo a presentar al presidente Trump diferentes opciones de ataque contra Daesh. Una de ellas consistiría en tomar la ciudad siria de Al Raqa —actualmente bajo control de Daesh— utilizando un ejército de 23.000 mercenarios árabes, ya formados por el Pentágono. Dunford se hallaba el 16 de enero en París, donde presidió una reunión de jefes de estado mayor de los miembros de la coalición.

Independientemente de lo que decida, Donald Trump tendrá que tener en cuenta el hecho que la administración Obama entregó a Daesh grandes cantidades de armamento. Además, el Emirato Islámico dispone de una experiencia combativa que no tienen los nuevos mercenarios. Y antes de atacar Al Raqa, Trump también tendrá que decidir lo que quiere hacer en Iraq y en Siria.

El presidente Donald Trump nombró a la cabeza del Departamento de Seguridad de la Patria Homeland Security al general John Kelly, ya confirmado por el Senado y actualmente en funciones. Según la prensa estadounidense —fuente muy poco confiable y que se debe manejar con extrema precaución— este ex-jefe del SouthCom fue seleccionado debido a su gran conocimiento sobre la frontera con México y todo lo relacionado con esta. Es posible…

Pero no hay que olvidar que el general John Kelly fue jefe adjunto del general Mattis en Iraq. En 2003, estos dos generales entraron en conflicto con Paul Bremer, el jefe de la «Autoridad Provisional de la Coalición» —que, a pesar de lo que parece indicar su nombre, nunca dependió de la coalición sino de los hombres que organizaron el 11 de septiembre. Los generales Mattis y Kelly también se opusieron a la guerra civil que John Negroponte organizó —creando el «Emirato Islámico en Iraq», hoy convertido en Daesh— para desviar la resistencia iraquí de la lucha contra la ocupación estadounidense. Mattis y Kelly trataron, por el contrario, de reconocer a los jefes de las tribus del centro de Iraq para evitar ser considerados como ocupantes. Para lograrlo se apoyaron en el jefe de la inteligencia militar estadounidense en Iraq… el general Michael Flynn. Pero al final, los tres tuvieron que plegarse a las órdenes de la Casa Blanca, favorable al plan de guerra civil de Negroponte.

El general Michael Flynn es ahora consejero de seguridad nacional de Donald Trump, un cargo que no requiere la aprobación del Senado, razón por la cual Flynn entró en funciones de inmediato. En trabajos anteriores ya precisamos que Flynn es un defensor de Estados Unidos como Nación y el principal opositor al uso del terrorismo islámico por parte de la CIA.


Tratando por todos los medios de cuestionar la autoridad del general Flynn, Hillary Clinton y su director de campaña John Podesta hicieron correr el rumor de que él o su hijo, Michael Flynn Jr., son incapaces de ser discretos y que nos ayudaron a redactar un artículo sobre la reforma de la inteligencia estadounidense. Y por si no bastara con esa acusación, utilizaron un tweet en el que Michael Flynn Jr. menciona uno de nuestros artículos para acusarlos a él y a su padre de «complotismo», o sea de querer aclarar los hechos del 11 de septiembre de 2001.

Aunque la prensa estadounidense diga lo contrario, los generales Flynn, Mattis y Kelly se conocen desde hace mucho y están al servicio del mismo objetivo —lo cual no quiere decir que las relaciones serán siempre fáciles entre ellos. Sólo oficiales superiores de la envergadura de estos tres generales son capaces de ayudar al presidente Donald Trump a recuperar el Poder usurpado desde el 11 de septiembre de 2001. Para lograrlo tendrán que limpiar el Pentágono e incluso instituciones internacionales como la OTAN, la Unión Europea y hasta la ONU, en las que se han infiltrado los hombres del 11 de septiembre.

Los millones de personas que participaron en las manifestaciones contra el nuevo presidente de Estados Unidos tienen razón en querer expresar sus temores. Pero no porque el nuevo inquilino de la Casa Blanca sea misógino, racista y homófobo, lo cual no es, sino porque estamos aproximándonos al momento del desenlace y porque quienes usurparon el Poder en Estados Unidos pueden ser capaces de cualquier cosa para conservarlo.

Y ese enfrentamiento no tendrá lugar en el Medio Oriente ampliado sino en Occidente, sobre todo en Estados Unidos.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article195040.html#nh9

LA GLOBALIZACIÓN, EE.UU., Y EL NACIONALISMO ECONÓMICO DE TRUMP...

La globalización es un fenómeno caracterizado por la transferencia del poder de los estados a una súper-élite que busca una creciente homogeneización global/mundial (Gobierno mundial) de la que tendrían la hegemonía total y absoluta.

Los propietarios de la Élite Global, tras la consecución de sus objetivos y a través de ideologías (calentamiento global, de género, desindustrialización, desarme poblacional, multiculturalismo, entre otras)  y esquemas empíricos, plasman un nuevo giro antropológico, buscando uniformizar  el pensamiento y el  modus vivendi  de la humanidad. Asimismo, preconizan una economía global, centrada en la usura, para que el hombre sea deudor permanente, un mero consumidor de la manufactura y/o servicios (de electrónica, robótica y comunicativa)  de las empresas multinacionales adheridas a las redes del formato globalizador  y, finalmente, reconstituirlo en mano de obra barata.

Proceso que  ineluctable y gradualmente pauperiza y esclaviza a las naciones, erosionando la soberanía política y la independencia económica de los estados. A éstos los reconvierte en gerencias funcionales para dinamizar mejor el proyecto globalista y eficientizar el método recaudador.

Por lo tanto, geolocalizar exclusivamente al Poder Global del Dinero en territorio e institucionalidad estadounidenses constituye un error ya que precisamente la puesta en funcionamiento de la propia globalización perjudicó en primer lugar, a la mayoría de la población useña. Y ese perjuicio fue lo que posibilitó el apoyo popular que disfruta Donald Trump. Su programa de gobierno se basa en  la defensa de un nacionalismo económico, en el respeto y la observancia del orden natural; en el abandono del perfil de «Estado policial del mundo» que los Estados Unidos desempeña desde hace un siglo y en una nueva pujanza del estado-nación.

Efectos económicos negativos de la globalización en los EE.UU.

La economía de la  nación de los Estados Unidos en relación a deudas presenta los siguientes indicadores...

Deuda de consumidores: 12 billones de dólares.
Deuda Corporativa: 16 billones de dólares.
Deuda Pública: 20 billones de dólares.

La Reserva Federal y Wall Street, actores bancarios y financieros históricos íntimamente relacionados, son señalados como los grandes beneficiarios de la globalización.

La Reserva Federal fue creada por los grandes bancos de Wall Street y en beneficio de los grandes bancos de Wall Street.

Históricamente la Reserva Federal ha jugado un papel importante en la creación del auge y de la recesión económica y dicha institución desde su creación en el año 1913 colaboró en la existencia de 18 recesiones o depresiones, disminuyendo el valor del dólar estadounidense (aproximadamente en un 98%),  siendo la tasa media anual de la  inflación un 3,5%.

De acuerdo con un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de los Estados Unidos (GAO) la Reserva Federal salió al rescate de los grandes bancos, entre 2007 y 2010, inyectándole 16.1 billones de dólares. (En ese momento, la deuda nacional pública de los EE.UU. era un poco más de 15 billones de dólares).

Con la globalización también las grandes empresas pudieron desplazar fábricas a terceros países como México, China e India, incluso a Bangladesh; producir allí con menor salario e impuestos para luego enviar los productos fabricados de vuelta a los EE.UU., sin pensar en los puestos de trabajo que se pierden en el país de origen, en este caso Estados Unidos. Esa libertad de trasladar la producción fuera de los EE.UU. empeoró la economía nacional.

En los últimos 25 años, el registro de desempleo en el sector manufacturero creció exponencialmente en millones de personas, habiendo cerrado miles de fábricas por la imposibilidad de competir sana y vigorosamente contra lo producido en el extranjero a bajo coste laboral.

El salario real no crece significativamente desde hace 25 años. La calidad de los empleos en Estados Unidos estuvo mermando constantemente desde que las diferentes administraciones federales aceptaron el formato de la globalización. Uno de cada cuatro empleados en el sector privado estadounidense tiene una remuneración  de diez dólares la hora e incluso menos.

a) La brecha entre el 1%  que más tiene y el resto del país es ahora la más grande desde 1920.
b) 50 millones de personas viven en la pobreza.
c) Oficialmente, se considera que existen 7.4 millones de desocupados en los Estados Unidos. A ese registro hay que agregarle 95.06 millones enmarcados en «not in the labor forcé», sumando más de 102 millones de personas.
d) Aproximadamente 17 millones de niños en los Estados Unidos se enfrentan a la inseguridad alimentaria.
e) Alrededor del 20% de todos los adultos jóvenes están actualmente viviendo con sus padres.
f) 7 de cada 10 estadounidenses tienen  menos de 1.000 dólares en ahorros.
g) La balanza comercial de los EE.UU con China, México, Canadá y Japón, entre otros países, le da como resultante saldo negativo.

Medidas a implementar

Ante esta situación tan complicada, Trump desde la Casa Blanca maniobrará con realismo político coordinando las distintas tendencias que coexistirán en su gobierno.

Él y ciertos asesores suyos coinciden en que es más positivo tener como patrón al oro que al dólar.

Planea evitar que la Reserva Federal manipule las tasas de interés y la masa monetaria y poner freno a las ganancias exorbitantes del capital especulativo de Wall Street. Donald Trump sabe que el inversor de clase media global busca confianza y seguridad de rentabilidad y le brindará ello. Bajo su gestión intentará impedir que salga la menor cantidad de dinero de su país. Redirigirá ciertos capitales de los fondos de inversión a la economía real para desarrollar la infraestructura pública e implementar la reindustrialización.

Promocionará el ahorro y la inversión.

Revisará los términos de comercio internacional que deterioren la economía estadounidense y cumplirá gradualmente con la repatriación de las fábricas geolocalizadas en países con mano de obra barata y gran exención fiscal. Aumentará el nivel salarial de los trabajadores y habrá crédito empresarial y crédito social necesario. El mercado interno se revitalizará.

Expulsará a los inmigrantes delictivos e ilegales... Y a los que quieran sumarse a la economía formal, observando las diferentes leyes no les pondrá obstáculos.

En suma, rechazará el transnacionalismo y la globalización.

A Trump no le resultará fácil continuar desde la Casa Blanca su batalla contra la globalización pero con tan sólo materializar el 40% de sus promesas económicas electorales podrá darle una buena estocada al fenómeno satánico.

Los Estados Unidos bajo el formato Trump también  precisará de países cuyas poblaciones tengan un considerable nivel salarial para que puedan comprarle lo manufacturado. Naciones hispanoamericanas con elevado índice inflacionario, relevante decrecimiento salarial y anarquía social no pueden resultarle necesarias por su posible beneficio al proceso reindustrializador de Trump.

Pero esas naciones deberán sumarse con racionalidad y realismo al emergente antiglobalizador que se está produciendo en otras partes de Occidente.

Porque, como asertivamente lo señala el insigne comentarista político Pat Buchanan: «Un cambio radical en el pensamiento está llevándose a cabo en Occidente».

Diego Pappalardo

TURQUÍA: EL AKP INICIA UNA CAMPAÑA CONTRA LOS CRISTIANOS ASIRIOS...


El alcalde de la ciudad turca de Diyarbakır, recientemente nombrado por el gobierno del primer ministro Yıldırım, que destituyó al alcalde electo, ordenó quitar la estatua asiria emplazada frente a la alcaldía.

La estatua del toro asirio con alas, Lamasu, había sido instalada allí por el ex-alcalde, miembro del HDP, en reconocimiento a la comunidad asiria. Históricamente, Diyarbakır es una ciudad asiria actualmente poblada principalmente por kurdos. Aunque es generalmente presentado como un partido de kurdos, el HDP, Partido de las Minorías, representa a todas las etnias minoritarias de Turquía, entre las que se hallan los asirios.

El 16 de noviembre de 2016, el gobierno del primer ministro Yıldırım depuso al único alcalde asirio en toda Turquía, la señora Februniye Akyol (ver foto), que era alcaldesa de Mardin.


El diputado asirio del HDP, Erol Dora, pidió explicaciones al gobierno en medio de una sesión del Parlamento. Sin obtener respuesta.

Los asirios actuales son los herederos del imperio asirio, una de las civilizaciones más antiguas de la Humanidad, que existió desde el siglo 14 hasta el siglo 6 antes de nuestra era. Hoy en día, los asirios son en su mayoría cristianos. La ley turca prohíbe la construcción de templos cristianos. Los asirios ya son uno de los blancos predilectos del Emirato Islámico (Daesh) en Iraq y en Siria.

EL DISCURSO DE INVESTIDURA DE DONALD TRUMP

Presidente de la Corte Suprema Roberts,
Presidente Carter,
Presidente Clinton,
Presidente Bush,
Presidente Obama,
conciudadanos y pueblos del mundo:
gracias.

Ahora nosotros, los ciudadanos de Estados Unidos, estamos unidos en una gran iniciativa nacional para reconstruir nuestro país y restaurar su promesa para todo nuestro pueblo. Juntos definiremos el rumbo de Estados Unidos y el mundo durante muchos, muchos años por venir. Enfrentaremos desafíos. Confrontaremos dificultades, pero cumpliremos con el trabajo

Cada cuatro años nos reunimos en estas escaleras para realizar una transferencia ordenada y pacífica del poder, y estamos agradecidos al presidente Obama y la primera dama Michelle Obama por su gentil apoyo a lo largo de esta transición. Han sido magníficos. Gracias.

Sin embargo, la ceremonia de hoy tiene un significado muy especial. Porque no sólo estamos transfiriendo el poder de una administración a otra o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington y se lo estamos devolviendo a ustedes, el Pueblo.

Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo de la capital de nuestra nación ha cosechado las recompensas del gobierno mientras que el Pueblo pagaba los costos. Washington ha florecido, pero el Pueblo no ha compartido su riqueza.

Los políticos prosperaron pero los empleos se acabaron y las fábricas cerraron. La élite se protegió pero no cuidó a los ciudadanos de nuestro país. Sus victorias no han sido tus victorias. Sus triunfos no han sido tus triunfos y, mientras ellos celebraban en la capital de nuestro país, las familias en dificultades no tenían nada que celebrar.

Pero todo eso va a cambiar justo aquí y justo ahora, porque este momento es su momento. Les pertenece a ustedes. Les pertenece a todos los que están aquí reunidos y a quienes observan a lo largo de Estados Unidos. Este es su día, esta es su celebración y este, los Estados Unidos de América, es su país.

Lo que de verdad importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino que la gente controle nuestro gobierno. El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el Pueblo volvió a gobernar este país.


Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país ya no lo serán. Ahora todos lo están escuchando. Llegaron decenas de millones de ustedes para convertirse en parte de un movimiento histórico, como no se ha visto antes en el mundo. En el centro de este movimiento está la convicción crucial de que el país existe para servir a sus ciudadanos.

Los estadounidenses quieren excelentes escuelas para sus hijos, vecindarios seguros para sus familias y buenos empleos. Esas son demandas justas y razonables de gente honesta y un pueblo honesto, pero hay demasiados ciudadanos que viven una realidad distinta:

Madres y sus hijos atrapados en la pobreza en el centro de nuestras ciudades, fábricas deterioradas que se extienden como tumbas a través del paisaje de nuestra nación. Un sistema educativo rebosante de efectivo pero que priva de todo conocimiento a nuestros jóvenes y brillantes estudiantes. Y el crimen, las pandillas y las drogas han arrebatado demasiadas vidas y le han robado al país mucho potencial.

Esta masacre estadounidense termina aquí mismo y ahora mismo

Somos una sola nación, y su dolor es nuestro dolor, sus sueños son nuestros sueños, y sus éxitos serán nuestros éxitos. Compartimos un corazón, un hogar y un destino glorioso. El juramento que hoy hago es un juramento de lealtad a todos los estadounidenses.

Durante muchas décadas hemos enriquecido la industria extranjera a costa de nuestra propia industria, hemos subsidiado a los ejércitos de otros países mientras permitimos que el nuestro quedara tristemente mermado.

Hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos rehusamos a defender las nuestras, y gastamos billones y billones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura de Estados Unidos ha quedado en muy mal estado y se ha deteriorado. Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fuerza y la seguridad de nuestro país se ha esfumado en el horizonte.

Una por una, las fábricas han cerrado y abandonado nuestras costas sin considerar a los millones y millones de trabajadores estadounidenses que quedaron atrás. La riqueza de nuestra clase media ha sido sacada de sus hogares y después redistribuida en todo el mundo. Pero ese es el pasado y ahora estamos mirando hacia el futuro.

Quienes estamos reunidos hoy emitimos un nuevo decreto que se escuchará en cada ciudad, en cada capital extranjera y en cada gobierno. A partir de este día, una nueva visión gobernará nuestra tierra. A partir de este día, sólo Estados Unidos será la prioridad. Estados Unidos primero.

Cada decisión en torno al comercio, los impuestos, la inmigración y los asuntos exteriores se tomará para beneficiar a los trabajadores y las familias estadounidenses. Debemos proteger nuestras fronteras de la devastación de otros países que fabrican nuestros productos, roban nuestras industrias y acaban con nuestros empleos. La protección nos brindará una gran fuerza y prosperidad.

Lucharé por ustedes con cada aliento de mi cuerpo, y jamás les fallaré. Estados Unidos empezará a ganar de nuevo. A ganar como nunca antes. Volveremos a traer nuestros empleos. Volveremos a controlar nuestras fronteras. Volveremos a tener nuestra salud. Y volveremos a tener nuestros sueños.

Construiremos nuevas carreteras, autopistas, puentes, aeropuertos, túneles y vías férreas en toda nuestra maravillosa nación. Haremos que la gente no tenga que recibir bonos sociales y volverán a trabajar para reconstruir nuestro país con las manos y el trabajo de los estadounidenses.

Seguiremos dos simples reglas: comprar en Estados Unidos y contratar en Estados Unidos. Buscaremos lazos de amistad y buena voluntad con las naciones del mundo, pero lo haremos bajo la comprensión de que todos los países tienen derecho a priorizar sus intereses.

No queremos imponerle nuestro estilo de vida a nadie, sino dejar que resplandezca como ejemplo. Seremos la luz que guía a todos. Reforzaremos viejas alianzas, formaremos otras nuevas y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que será erradicado por completo de la faz de la Tierra.

El fundamento de nuestras políticas será una lealtad total a los Estados Unidos de América y, mediante la lealtad a nuestro país, redescubriremos la lealtad entre nosotros. Cuando abres tu corazón al patriotismo, no hay espacio para el prejuicio. La Biblia nos habla de lo positivo y agradable que es cuando las personas de Dios viven juntas y en unidad.

Debemos expresar lo que pensamos de manera abierta, debatir nuestros desacuerdos con honestidad, pero siempre buscar la solidaridad. Cuando Estados Unidos está unido, es totalmente imparable. No debe haber temor. Estamos protegidos, siempre estaremos protegidos. Nos protegerán grandes hombres y mujeres en nuestro ejército y las fuerzas del orden, pero lo más importante es que Dios nos protegerá.

Finalmente, debemos pensar en grande y soñar más en grande aún. En Estados Unidos entendemos que un país sólo vive mientras lucha.

Ya no aceptaremos a políticos que sólo prometen y no cumplen, de los que se quejan constantemente pero nunca hacen nada. El momento para los discursos vacíos ha terminado. Ha llegado la hora de actuar. No permitas que nadie te diga que eso no se puede hacer. Ningún desafío puede equiparar el corazón, la lucha y el espíritu que tiene Estados Unidos. No fracasaremos. Nuestro país florecerá y prosperará de nuevo.

Atestiguamos el nacimiento de un nuevo milenio listo para revelar los misterios del espacio, para liberar a la Tierra de las miserias de la enfermedad y aprovechar las energías, industrias y tecnologías del mañana. Un nuevo orgullo nacional nos sacudirá, elevará nuestros prospectos y curará nuestras divisiones. Es tiempo de recordar esa vieja sabiduría que nuestros soldados jamás olvidarán: sin importar si somos negros, morenos o blancos, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas.

Todos disfrutamos las mismas libertades gloriosas, y todos saludamos la misma y grandiosa bandera estadounidense. Sin importar si un niño nace en la periferia de Detroit y otro en los llanos ventosos de Nebraska, miran hacia el mismo cielo nocturno. Llenan sus corazones con los mismos sueños y están permeados por el mismo aliento de vida que les dio el mismo creador todopoderoso.

Así que todos los estadounidenses en cada ciudad cercana o lejana, pequeña o grande, de montaña a montaña, de océano a océano, escuchen estas palabras. Jamás volverán a ser ignorados. Su voz, sus esperanzas y sus sueños definirán nuestro destino estadounidense. Y su valor, bondad y amor nos guiarán a lo largo del camino.

Juntos haremos que Estados Unidos vuelva a ser fuerte. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser rico. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser orgulloso. Haremos que Estados Unidos vuelva a ser seguro. Y, sí, juntos haremos que Estados Unidos vuelva a ser grandioso. Gracias.

¡Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos! Gracias. 

LAS CONFESIONES DEL CRIMINAL JOHN KERRY

La guerra contra Siria es la primera que se prolonga por más de 6 años en plena era numérica. Numerosos documentos que deberían haberse mantenido en secreto ya han sido publicados. Aunque han aparecido en diferentes países, de manera tal que la opinión publica no tiene conciencia de ello, esos documentos ya permiten en este momento reconstruir la secuencia de los acontecimientos. La publicación de una grabación de declaraciones que John Kerry hizo en privado, en septiembre de 2016, revela la política del Departamento de Estado y obliga a todos los observadores —incluyéndonos a nosotros— a revisar sus análisis anteriores.

Izquierda: El senador estadounidense John Kerry candidato demócrata a la presidencia de los EEUU en 2004 frente a George W. Bush (derecha) del partido Republicano, ambos pertenecen a la secta Skull&Bones. En el centro el símbolo de esta cofradía secreta: la Calavera con su clave 322. 

La difusión en The Last Refuge de la grabación completa del encuentro que el secretario de Estado John Kerry sostuvo con miembros de la Coalición Nacional (oposición siria en el exterior) el 22 de septiembre de 2016, en los locales de la delegación de los Países Bajos ante la ONU, pone en tela de juicio todo lo que todos creían haber entendido sobre la posición de Estados Unidos hacia Siria.

Primeramente, creímos que si bien Washington había iniciado la operación conocida como «Primavera Árabe» para derrocar los regímenes laicos en beneficio de la Hermandad Musulmana, luego había dejado a sus aliados emprender solos la Segunda Guerra contra Siria, a partir de julio de 2012. Y que estos aliados perseguían sus propios objetivos la recolonización, en el caso de Francia y Reino Unido; la conquista del gas, para Qatar; expansión del wahabismo y venganza posterior a la guerra civil libanesa, para Arabia Saudita; anexión del norte de Siria, para Turquía, según el modelo chipriota; etc.— porque se había renunciado al objetivo inicial. Pero John Kerry dice en esa grabación que Washington nunca dejó de tratar de derrocar el gobierno legítimo de la República Árabe Siria, lo cual implica que controló en cada etapa lo que hacían sus aliados. De hecho, durante los 4 últimos años, los yijadistas han sido dirigidos, armados y coordinados por el Allied LandCom, el mando de las fuerzas terrestres de la OTAN, con sede en la ciudad turca de Esmirna (İzmir).

En segundo lugar, John Kerry reconoce que Washington no podía ir más lejos por causa de 2 factores: el Derecho Internacional y la posición de Rusia. Entendámonos bien: Estados Unidos no dejó nunca de ir demasiado lejos. Destruyó la mayor parte la infraestructura siria vinculada a la industria del petróleo y el gas, usando como pretexto la lucha contra los yijadistas (lo cual corresponde al Derecho Internacional), pero lo hizo y sin invitación ni autorización del presidente Asad (lo cual viola el Derecho Internacional). Sin embargo, Estados Unidos no se atrevió a desplegar sus tropas en suelo sirio ni a combatir abiertamente, como lo hizo en Corea, en Vietnam y en Iraq. Para eso, optó por poner a sus aliados en primera línea —aplicando el leadership from behind, o sea el «liderazgo desde atrás»— y apoyar, sin mucha discreción, grupos de mercenarios, como hizo en Nicaragua en los años 1980, aún exponiéndose a ser condenado por la Corte Internacional de Justicia —el tribunal interno de la ONU. Washington no quiere embarcarse en una guerra contra Rusia. Y esta última, que no se opuso a la destrucción de Yugoslavia y Libia, esta vez se levantó y rechazó la línea que supuestamente debía limitar su acción. Moscú está en condiciones de defender el Derecho con la fuerza si Washington se lanza abiertamente en una nueva guerra de conquista.


Tercero, John Kerry atestigua en esa grabación que Washington esperaba una victoria de Daesh (el Emirato Islámico) sobre la República Árabe Siria. Hasta ahora —basándonos en el informe del general Michael Flynn (fechado el 12 de agosto de 2012) y en el artículo de Robin Wright publicado en el New York Times el 28 de septiembre de 2013— habíamos entendido que el Pentágono aspiraba a crear un «Sunistán» en territorios de Siria e Iraq para cortar la ruta comercial terrestre de China hacia Occidente («Ruta de la Seda»). Pero Kerry confiesa que el plan iba mucho más lejos. Probablemente, Washington contaba con que Daesh tomara Damasco, de donde después debía expulsarlo Tel Aviv, con lo cual los yijadistas se replegarían hacia el «Sunistán», cuyo control se les atribuiría. Siria habría quedado entonces dividida, con el sur bajo la ocupación de Israel, el este bajo control de Daesh y el norte para Turquía.

Esto permite entender por qué Washington proyectaba la imagen de que ya no controlaba nada, como si estuviese limitándose a permitir que sus aliados actuaran a su antojo: lo que hizo fue enrolar a Francia y Reino Unido en la guerra haciéndoles creer que podrían recolonizar el Levante, cuando en realidad tenía previsto dividir Siria sin ellos



Cuarto, al reconocer que «apoyó» a Daesh, John Kerry admite que lo armó, con lo cual hace polvo la retórica de la «guerra contra el terrorismo».
1. Sabíamos, desde el atentado del 22 de febrero de 2006 contra la Mezquita Al Askari, en Samarra, Iraq, que Daesh —inicialmente denominado «Emirato Islámico en Iraq»— había sido creado por el director nacional de la inteligencia estadounidense, John Negroponte, y por el coronel James Steele —siguiendo el esquema de lo que ya habían hecho a principios de los años 1980 en Honduras— para acabar con la resistencia iraquí y desatar una guerra civil.
2. Sabíamos, desde que el diario del PKK Özgür Gündem publicó el acta de la reunión de planificación realizada en Amán el 1º de junio de 2014, que Estados Unidos organizó la ofensiva conjunta de Daesh contra la ciudad iraquí de Mosul y del gobierno regional del Kurdistán iraquí contra Kirkuk.
3. Ahora sabemos con certeza que Washington nunca cesó su apoyo a Daesh.

Quinto, el conflicto entre el clan Allen/Clinton/Feltman/Petraeus y la administración Obama/Kerry lo habíamos interpretado como un desacuerdo sobre si había o no que apoyar a Daesh. Nada de eso. Ninguno de esos dos grupos tiene el menor escrúpulo en organizar y apoyar a los yijadistas más fanáticos. El desacuerdo reside única y exclusivamente en cuanto a recurrir a la guerra abierta —y el conflicto con Rusia que ello podría provocar— u optar por la acción secreta. El general Michael Flynn —actual consejero de seguridad nacional de Donald Trump— es el único que se opuso al yijadismo.

Si, dentro de algunos años, Estados Unidos se derrumbara, como sucedió con la URSS, esta grabación de John Kerry, podría servir de prueba acusatoria contra él y contra Barack Obama ante una jurisdicción internacional —pero no ante la Corte Penal Internacional, ya demasiado desacreditada.

Como ya reconoció la autenticidad de los fragmentos anteriormente publicados por el New York Times, Kerry no podría impugnar la autenticidad de la grabación íntegra. El apoyo a Daesh que Kerry expresa en esa grabación viola varias resoluciones de la ONU y prueba su responsabilidad personal, y la del aún presidente de Estados Unidos Barack Obama, en los crímenes contra la humanidad perpetrados por esa organización terrorista.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article194945.html

¿PUEDE TURQUÍA PONERSE DEL LADO DE RUSIA?

Aunque Rusia tiene históricamente un pasado difícil en su relación con Turquía, y a pesar de que no olvida el papel que el actual presidente Erdoğan desempeñó contra ella en la primera guerra de Chechenia, una posible salida de Ankara de la OTAN resulta muy interesante para Moscú. En el bando contrario, el Estado profundo estadounidense, que mantiene su ambición imperial a pesar de la elección de Donald Trump, está dispuesto a todo para mantener a Turquía en la alianza atlántica.


Lo que John Kerry hace de día, Victoria Nuland lo deshace de noche... (Por cierto, si Kerry es un Skulls&Bones, la cara de poseída de Nuland es espantosa).

Para garantizar su supervivencia personal, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan ha desatado una gran purga contra todos los elementos pro-estadounidenses de Turquía, purga que se suma a la lucha que ya había emprendido contra Siria, contra el PKK y, ahora, contra los mercenarios de Daesh, anteriormente bajo sus órdenes.

La destrucción de la influencia de Estados Unidos en Turquía se inició primeramente con la erradicación del movimiento Hizmet de Fethullah Gulen, el predicador islamista que trabaja para la CIA desde su exilio estadounidense en Pensilvania. Y ahora prosigue con la destitución —y frecuente arresto— no sólo de todos los militares turcos vinculados a Estados Unidos, sino de los militares laicos en general. ¡La prudencia nunca está de más!

El resultado es que 450 de los 600 oficiales superiores turcos destacados en la OTAN recibieron desde Ankara órdenes de regresar a Turquía. Más de 100 de esos militares han preferido solicitar asilo político en Bélgica, país sede de la OTAN.

La primera consecuencia de esa purga anti-laica es que el ejército turco queda decapitado por un largo periodo. En 5 meses, un 44% de los generales turcos han sido separados de sus cargos. Pero anteriormente, el 70% de los oficiales superiores ya fueron destituidos, arrestados y encarcelados en el marco del escándalo Ergenekon. Sin oficiales superiores capaces de garantizar su dirección, la operación turca «Escudo del Éufrates» se ha estancado.

Eso implica que Erdoğan se ve obligado a revisar sus ambiciones militares para los próximos años, renunciando incluso a buena parte de ellas, ya sea en Siria, en Iraq o en Chipre —3 países donde actualmente ocupa territorios. Eso lo llevó a abandonar el este de Alepo, en Siria, aunque no Idlib, y ahora se dispone a retirar sus tropas de Bachiqa, en Iraq.

Desde la perspectiva de Washington, la posibilidad de que Turquía salga de la OTAN, o al menos del Mando Integrado de la alianza atlántica, ya provoca sudores fríos a la facción imperialista del poder estadounidense. En cantidad de efectivos, el ejército turco es el segundo más grande de la OTAN, después del ejército de Estados Unidos.

Sin embargo, también en Washington, la eventual salida turca de la alianza atlántica suscita más bien alivio entre los miembros de la facción del presidente electo Donald Trump, quien estima que Turquía es un país a la deriva.

De ahí el forcejeo de los neoconservadores por traer a Turquía de regreso en el «sentido de la Historia», léase el del «Nuevo Siglo Americano». Para lograrlo, Victoria Nuland, secretaria de Estado adjunta, está tratando de ofrecer Chipre al presidente Erdoğan, un proyecto que la propia señora Nuland concibió después de las elecciones de 2015, cuando el presidente Barack Obama ordenó la eliminación del presidente turco.

Chantajeando al presidente chipriota Nikos Anastasiadis, la señora Nuland lo «incitó» a aceptar su «plan de paz» para Chipre: según ese plan la isla sería reunificada y desmilitarizada —en otras palabras, Chipre se quedaría sin ejército— y la OTAN desplegaría allí sus propias tropas, concretamente… tropas turcas. O sea, el ejército turco completaría su conquista de Chipre sin disparar un tiro. Si se negara a aceptar ese absurdo arreglo, el presidente Anastasiadis se vería enjuiciado ante un tribunal de Nueva York por su implicación como abogado en los negocios de la firma Imperium de su amigo ruso Leonid Lebedev que pusieron en juego 2.000 millones de dólares.

Resumiendo, una ruptura con la OTAN le costaría a Turquía el noreste de Chipre, que actualmente ocupa, mientras que quedarse en la alianza atlántica le aportaría el control de toda la isla.

Por supuesto, dentro de unas semanas el futuro secretario de Estado Rex Tillerson, ya nominado por Trump, podría sacar a Victoria Nuland del Departamento de Estado. Pero eso no quiere decir que el grupo que ella representa perdería todo acceso al poder. La señora Nuland es miembro de la familia de los fundadores del «Proyecto para un Nuevo Siglo Americano», que participó en la planificación de los hechos del 11 de septiembre de 2001. Su suegro, Donald Kagan, del Hudson Institute, instruyó a los neoconservadores y a los discípulos de Leo Strauss en la historia militar de Esparta. Su cuñado, Frederick Kagan del American Entreprise Institute, se ocupó de las relaciones públicas de los generales David Petraeus y John R. Allen. Su cuñada, Kimberly Kagan, creó el Institute for the Study of War. Su marido, Robert Kagan, percibe actualmente un salario pagado por el ex emir de Qatar en la Brookings Institution. Cuatro individuos, 5 tanques pensantes… una sola ideología.

Victoria Nuland, por su parte, fue sucesivamente embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, portavoz de Hillary Clinton y organizadora del golpe de Estado de Kiev, en febrero de 2014. Ayudó al hoy presidente de Ucrania Petro Porochenko y a Erdoğan a crear oficialmente la «Brigada Islámica Internacional» que ha perpetrado importantes sabotajes en Rusia y todo indica que el Estado profundo estadounidense dará continuación a su acción contra la futura administración Trump.

Quien prosigue la guerra en Siria es el grupo que está detrás de los Kagan, y su único objetivo es ahora mantenerse en el poder. El presidente Barack Obama no sólo no logró sacarlos de su administración sino que además una personalidad como Victoria Nuland, considerada figura de proa de la administración Bush, no encontró obstáculo para escalar posiciones en la administración demócrata y organizar una ola de rusofobia. Después de haber trabajado en perfecta armonía con Hillary Clinton, la señora Nuland nunca dejó —junto a su amigo Jeffrey Feltman, el verdadero mandamás de la ONU— de sabotear la diplomacia del secretario de Estado John Kerry.

Conocedor del carácter voluble de Erdoğan, personaje siempre capaz de cambiar bruscamente de estrategia, Moscú tendrá que arreglárselas para tranquilizar al angustiado presidente chipriota Anastasiadis, o para proponerle a Ankara algo más interesante y lograr que se mantenga a medio camino entre Estados Unidos y Rusia.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article194880.html

EL CAMBIO DE BANDO DE TURQUÍA

El presidente ruso Vladimir Putin anunció la proclamación de un alto al fuego en Siria, acordado con Turquía, país que hasta ahora había sido el principal respaldo operativo de los yijadistas. ¿Cómo se explica este giro inesperado? ¿Logrará el Presidente turco Erdoğan mover su país de la esfera influencia de Estados Unidos a la de Rusia? ¿Cuáles son las causas y consecuencias de este importante cambio de bando?


Turquía es un país miembro de la OTAN, aliado de Arabia Saudita, amo del yijadismo internacional desde que el príncipe saudita Bandar bin Sultán tuvo que ser hospitalizado —en 2012— y padrino de la Hermandad Musulmana desde el derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto y la discrepancia entre Doha y Riad, en 2013 y 2014. En noviembre de 2015, Turquía llegó incluso a atacar a Rusia, derribando un Sukhoi Su-24 y provocando con ello una ruptura de relaciones diplomáticas con Moscú.

Pero esa misma Turquía acaba de apadrinar el alto al fuego en Siria, diseñado por Rusia. ¿Por qué?

Desde 2013, Washington ha dejado de ver a Recep Tayyip Erdoğan como un aliado confiable. Debido a ello, la CIA realizó diversas operaciones no contra Turquía sino directamente contra Erdoğan. En mayo-junio de 2013, la CIA organiza y respalda el movimiento de protesta del parque Taksim Gezi. Durante las elecciones legislativas turcas de junio de 2015, la agencia estadounidense financia y maneja el partido de las minorías HDP para limitar los poderes del presidente Erdoğan. Recurre a esa misma táctica en las elección de noviembre de 2015, pero el poder turco logra «arreglarlas». La CIA pasa entonces de la política a la acción secreta. Organiza 4 intentos de asesinato, de los que el más reciente —en julio de 2016— termina muy mal, cuando la agencia estadounidense empuja un grupo de oficiales kemalistas a tratar de dar un golpe de Estado sin ninguna preparación.

Recep Tayyip Erdoğan se halla, por lo tanto, en la misma posición que el primer ministro italiano de los años 1970, Aldo Moro: está a la cabeza de un país miembro de la OTAN y enfrenta la hostilidad de Estados Unidos. A Aldo Moro, la OTAN logró eliminarlo manipulando un grupo de extrema izquierda. Pero no ha logrado liquidar a Erdoğan.

Por otro lado, para ganar las elecciones en noviembre de 2015, Erdoğan tuvo que captar a los supremacistas turco-mongoles reactivando unilateralmente el conflicto con la minoría kurda. De hecho, a su base electoral islamista del AKP le agregó los supuestos «nacionalistas» del MHP. En cuestión de meses mató más de 3.000 ciudadanos turcos, miembros de la etnia kurda y arrasó varias aldeas, incluso barrios de grandes ciudades.

Para terminar, al servir de intermediario para la entrega a al-Qaeda y al Emirato Islámico (Daesh) del armamento que enviaban Arabia Saudita, Qatar y la OTAN, Erdoğan estableció una estrecha relación con las organizaciones yijadistas. No dudó en utilizar la guerra contra Siria para echarse dinero en el bolsillo, a título personal. Primero lo hizo apoderándose de las maquinarias de las fábricas de Alepo —desmontadas y trasladadas a Turquía— y luego traficando con el petróleo y las antigüedades robados por los yijadistas. Todo el clan Erdoğan fue vinculándose paulatinamente a los yijadistas. Por ejemplo, su actual primer ministro, el mafioso Binali Yıldırım, organizó talleres para la fabricación de artículos falsificados en los territorios que administra Daesh.

Pero la intervención del Hezbolá en la segunda guerra contra Siria —a partir de julio de 2012— y después la intervención de la Federación Rusa —en septiembre de 2015— imprimieron un giro al conflicto. La gigantesca coalición de los «Amigos de Siria» ha perdido gran parte del terreno que ocupaba y está encontrando cada vez más dificultades para reclutar nuevos mercenarios. Miles de yijadistas han abandonado el campo de batalla y ya se han replegado hacia Turquía.

Pero la mayoría de esos individuos son incompatibles con la civilización turca. El problema es que los yijadistas no fueron reclutados como un ejército coherente sino para reunir el mayor número posible de elementos armados. Llegaron a ser al menos 250.000, quizás incluso muchos más. Al principio eran delincuentes árabes bajo las órdenes de miembros de la Hermandad Musulmana. Progresivamente, fueron agregándose los sufistas naqchbandis del Cáucaso e Iraq, e incluso jóvenes occidentales sedientos de revolución.

Esta increíble mezcolanza no puede mantenerse si se desplaza a Turquía. En primer lugar, porque los yijadistas ahora quieren tener su propio Estado, y parece imposible que puedan proclamar otra vez el Califato en Turquía. Y también por todo tipo de razones de orden cultural. Por ejemplo: los yijadistas árabes han adoptado el wahabismo de los donantes sauditas. Según esa ideología del desierto, la Historia no existe. Por eso han destruido numerosas ruinas antiguas, supuestamente porque el Corán prohíbe los ídolos. Si bien esa óptica no ha encontrado problemas en Ankara, nadie concibe que los dejen tocar el patrimonio turco-mongol.

De hecho, en este momento Erdoğan tiene —además de Siria— otros 3 enemigos:
1. Estados Unidos y sus aliados turcos —el FETO, organización del islamista burgués Fethullah Gulen;
2. Los kurdos independentistas, sobre todo el PKK; 
3. Las pretensiones de los yijadistas, principalmente los de Daesh, de crear un Estado sunita.

El interés de Turquía sería aplacar prioritariamente sus conflictos internos con el PKK y con el FETO. Pero el interés personal de Erdoğan es encontrar un nuevo aliado. Después de haber sido aliado de Estados Unidos, durante el ascenso estadounidense, ahora quiere convertirse en aliado de Rusia, que ya es la primera potencia militar del mundo en materia de guerra convencional.

Operar este cambio de bando parece particularmente difícil en la medida en que Turquía es miembro de la OTAN, organización de la que nadie ha logrado salir. Quizás pudiera, en un primer momento, salir del mando militar integrado, como hizo Francia en 1966. Y hay que recordar que en aquella época Charles De Gaulle tuvo enfrentar un intento de golpe de Estado y fue objeto de numerosos intentos de asesinato por parte de la OAS, organización financiada… por la CIA.

Suponiendo que Turquía lograse manejar ese cambio, todavía tendría que hacer frente a otros dos grandes problemas.

En primer lugar, aunque no se conoce con precisión la cantidad de yijadistas desplegados en Siria e Iraq, es posible estimar que ya queden sólo entre 50.000 y 200.000. Sabiendo que esos mercenarios son masivamente irrecuperables, ¿qué se puede hacer con ellos? El acuerdo de alto al fuego, redactado de manera voluntariamente imprecisa, deja abierta la posibilidad de atacarlos en Idlib. Esa gobernación siria se halla bajo la ocupación de una serie de grupos armados, sin vínculos entre sí pero bajo la coordinación de la OTAN, desde el LandCom, instalado en Esmirna —precisamente en Turquía—, a través de ONGs «humanitarias». Contrariamente a Daesh, esos yijadistas no han sabido organizarse correctamente y siguen dependiendo de la ayuda de la OTAN. Esa ayuda les llega a través de la frontera turca, que podría cerrarse de un momento a otro. Sin embargo, si bien resulta fácil controlar los camiones que siguen rutas bien definidas, no es posible cortar el paso a los hombres que se mueven a campo traviesa. Miles, quizás decenas de miles de yijadistas, podrían huir próximamente hacia Turquía y desestabilizar ese país.

Turquía ya inició su cambio de retórica. El presidente Erdoğan acusó a Estados Unidos de seguir apoyando a los yijadistas en general y a Daesh en particular, dando a entender que si él mismo lo hizo en el pasado fue bajo la mala influencia de Washington. Ankara espera ganar dinero poniendo la reconstrucción de Homs y Alepo en manos de sus empresas constructoras. Pero es difícil imaginar que, después de haber pagado a cientos de miles de sirios para que abandonaran su país, después de haber saqueado el norte de Siria y de haber respaldado a los yijadistas que han destruido el país y asesinado a cientos de miles de sirios, Turquía logre evadir todas sus responsabilidades.

El cambio de bando de Turquía —si se confirma en los próximos meses— traerá toda una cadena de consecuencias. Comenzando por el hecho que el presidente Erdoğan se presenta ahora no sólo como aliado de Rusia sino también como socio del Hezbolá y de la República Islámica de Irán, o sea de los héroes del mundo chiita. Termina con ello el sueño de una Turquía líder del mundo sunita, que lucha contra los «herejes» con el dinero de Arabia Saudita. Pero el conflicto artificial entre musulmanes, desatado por Washington, no terminará hasta que Arabia Saudita también renuncie a la ilusión.

El extraordinario giro de Turquía resulta probablemente difícil de entender para los occidentales, que creen que la política es siempre pública. Sin entrar a mencionar el arresto de varios oficiales turcos en un búnker de la OTAN en el este de Alepo, hace 2 semanas, es más fácil de interpretar para quienes recuerdan, por ejemplo, el papel personal de Recep Tayyip Erdoğan durante la primera guerra de Chechenia, cuando él mismo dirigía la Millî Görüş, papel del que Moscú nunca habló pero que está ampliamente documentado en los archivos de los servicios de inteligencia de la Federación.

Vladimir Putin ha preferido convertir un enemigo en aliado, en vez de hacerlo caer y tener que seguir batallando contra el Estado que hoy dirige. El presidente Bashar al-Asad, Hasan Nasrallah y el ayatolá Alí Jamenei han comprendido que es mejor hacer lo mismo.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article194810.html

BÉLGICA: ESTADO DE EXCEPCIÓN SIN ESTADO DE EMERGENCIA...

Poco a poco, todos los Estados miembros de la Unión Europea van adoptando alguna forma de estado de excepción, lo que justifican con la lucha contra el terrorismo. Después de demostrar en anteriores artículos la total ineficacia de esa medida, Jean-Claude Paye analiza aquí la subjetivación del derecho, que ya no reprimirá solamente los hechos cometidos sino supuestas intenciones.

El primer ministro de Bélgica, Charles Michel, ante la Cámara de Representantes

La «lucha contra el terrorismo» está modificando constantemente el entorno jurídico. En Bélgica, la Cámara acaba de adoptar, el 1º de diciembre y ante la indiferencia general, la ley que «modifica el Código Penal en materia de represión del terrorismo», una legislación que acentúa fuertemente la subjetivación del derecho. Al separar la incriminación de la materialización del acto, las legislaciones antiterroristas constituyen una ruptura en la escritura del derecho penal. Ya se trata no tanto de reaccionar contra los hechos como de castigar intenciones. Toda la evolución legislativa consistirá en hacer cada vez más abstracto lo que realmente se castiga bajo la acusación de terrorismo, su carácter intencional, en convertirlo en algo de por sí separado de la realidad de los hechos. Es desde esa perspectiva de creación de incriminaciones políticas que debemos leer las sucesivas nociones de participación, preparación o incitación «indirecta» al terrorismo, tanto en Bélgica como en cualquier otro país de la Unión Europea.

Los días 13 y 15 de diciembre de 2016, la Asamblea Nacional y el Senado de Francia adoptaron la ley que prolonga el estado de emergencia hasta el 15 de julio de 2017. Este régimen de excepción se ha mantenido en vigor desde los atentados del 13 de noviembre de 2015 y ya ha sido prorrogado 4 veces.

Si bien pudiera decirse que Francia se halla bajo un estado de emergencia que se ha hecho permanente, lo cierto es que la Constitución de Bélgica no contempla nada que se parezca al estado de emergencia, como sí existe en la ley francesa de 1955. El artículo 187 de la Ley Fundamental de Bélgica estipula, por el contrario que «la Constitución no puede suspenderse, ni total ni parcialmente». La Ley Fundamental de Bélgica sólo prevé el «estado de guerra», en su artículo 167.


Disposiciones de estado de excepción

Sin embargo, después de los atentados en Francia y en Bélgica, el gobierno belga adoptó disposiciones propias de un estado de excepción. En enero de 2015 se dieron a conocer 12 medidas y en noviembre del mismo año se anunciaron otras 18, como la retirada de documentos de identidad a las personas que representan «un riesgo para el orden público o la seguridad», la posibilidad de efectuar registros, de día o de noche, ante infracciones terroristas o la imposición del porte de un brazalete electrónico a las personas fichadas por los servicios de análisis de amenazas. Los registros nocturnos fueron posteriormente legalizados con la ley del 27 de abril de 2016. Dichos registros están ahora autorizados en caso de asociación para delinquir o en caso de organización criminal, si existen «indicios serios de posesión de armas prohibidas».

Esa ley crea también la base jurídica para una centralización de los bancos de datos de los servicios de policía y de inteligencia sobre los combatientes terroristas extranjeros que son o han sido residentes en Bélgica. Pero esta lista puede seguir extendiéndose ya que depende de la subjetividad de los operadores y de las intenciones que se atribuyan a las personas afectadas. Así que también incluirá datos sobre las personas que, «voluntariamente o no», se hayan visto impedidas de viajar a la zona de conflicto o que tienen «intención» de hacerlo y de otras personas que no reúnen esas condiciones pero sobre las cuales «existen indicios de que pudieran ser consideradas» combatientes terroristas extranjeros.

La diferencia entre Francia y Bélgica se mide en número de registros y arrestos domiciliarios, proporcionalmente mucho más importante en Francia, y en el carácter administrativo de las medidas. Es también en términos de reducción de las libertades públicas que puede notarse la implantación de un estado de emergencia, al permitir este la frecuente prohibición de manifestaciones y concentraciones en la vía pública.


Salida al extranjero «con fines terroristas»

En materia de acción contra las libertades privadas, se ha visto en Bélgica un frenesí legislativo que puede, en ciertos casos, sobrepasar incluso el modelo francés. Presentada como una disposición tendiente a enfrentar atentados como los de Charlie-Hebdo [el semanario humorístico atacado] en París y relacionada con las medidas antiterroristas de enero de 2015, la ley del 20 de julio de 2015 incrimina los desplazamientos al extranjero y el regreso a Bélgica «con fines terroristas». Esa ley modifica además las reglas de pérdida de la nacionalidad, en caso de condena por infracción terrorista.

Se inserta así en el Código Penal un nuevo comportamiento terrorista: el desplazamiento al extranjero y regreso a Bélgica para cometer una infracción terrorista. Por otro lado, ahora se autorizan las escuchas telefónicas, durante el proceso de instrucción, para ese tipo de delito. Y, finalmente, todas las infracciones «terroristas» pueden ahora llevar a la pérdida de la nacionalidad. Esos comportamientos se castigarán independientemente de la realización o no del acto mismo ya que el objetivo supuestamente sería «prevenir un resultado dañino». La legislación no se limita a actuar contra las organizaciones terroristas sino que también persigue a los «lobos solitarios», o sea personas que supuestamente actuarían de forma aislada, manteniéndose vinculadas al «terrorismo internacional» de manera virtual.

La posibilidad otorgada al juez de despojar a alguien de la nacionalidad belga se extiende ahora a todas las infracciones terroristas previstas en el Código Penal, en caso de que la persona sea condenada, como autor, coautor o cómplice, al menos a 5 años sin derecho a suspensión de pena. Se exceptúan solamente los casos en los que la pérdida de la nacionalidad convertiría al reo en apátrida.


Incitación «indirecta» al terrorismo

Viene después la ley del 3 de agosto de 2016 «sobre las diversas disposiciones en materia de lucha contra el terrorismo» que convierte en delito punible la incitación al desplazamiento al extranjero «con fines terroristas», así como el reclutamiento para viajar al extranjero o para volver a Bélgica «con fines de terrorismo». Anteriormente, sólo se perseguían la incitación o el reclutamiento para realizar un «atentado terrorista»

Lo más importante es que esta ley suprime uno de los elementos constitutivos de la infracción existente, o sea la condición de que «el comportamiento que promueve, directamente o no, la comisión de infracciones terroristas cree el peligro de que se lleguen a cometer una o varias de esas infracciones». Esta formulación, que forma parte de la ley de 2013, proviene de la Convención del Consejo de Europa sobre la Prevención del Terrorismo. El lector notará que este elemento constitutivo de la infracción tampoco aparece mencionado en la infracción de «incitación pública al terrorismo», que forma parte del Código Penal francés.

La ley del 3 de agosto de 2016 modifica profundamente la incriminación por incitación al terrorismo, que aparece en la ley del 18 de febrero de 2013. Esta ley apuntaba contra el hecho de difundir o de poner a la disposición del público un mensaje con intención de incitar, «directa o indirectamente», a la comisión de una infracción terrorista. La incriminación por incitación indirecta permite castigar el escrito o la palabra pronunciada aparte de la realización misma del acto.

Esta posibilidad, que aparece con la ley de 2013, había sido rechazada anteriormente —a inicios de 2008— por los parlamentarios belgas, tanto por los de la mayoría como por los de la oposición, durante un control de la subsidiaridad de la proposición de Decisión Marco 2008/919/JAI del Consejo de la Unión Europea que impone que se persiga la incitación al terrorismo. Sin embargo, el texto adoptado en 2013 no se diferencia en nada del que fue rechazado en 2008. El cambio de actitud del poder legislativo es sintomático del camino que ha recorrido, en pocos años, el proceso de abandono de las libertades fundamentales.

En el marco de la ley de 2013, la incitación directa al terrorismo ya era una incriminación especialmente imprecisa, violatoria del principio de legalidad. El magistrado tiene que especular sobre las intenciones disimuladas del autor, así como sobre la sensibilidad subjetiva de quienes reciben o pueden recibir el mensaje. El juez tiene también que decidir si la difusión del mensaje «crea el riesgo» de que llegue a cometerse una infracción terrorista, aunque no llegue a cometerse en la práctica. Se trata, por ende, de un factor puramente subjetivo que no tiene que enfrentarse a ninguna forma de objetivación.


De la incitación al terrorismo al delito de opinión

Paradójicamente, la ley de 2016, elimina esta calificación. La noción de riesgo deja ahora de ser necesaria para calificar un discurso o un escrito como incitación indirecta al terrorismo, reforzando así la posibilidad de crear un puro delito de opinión.

Al igual que su modelo —la ley francesa sobre la incitación pública al terrorismo— el nuevo proyecto de ley [belga] viola la Convención del Consejo de Europa sobre la Prevención del Terrorismo. Esta última es especialmente explícita:
«Para evaluar si tal riesgo es engendrado, hay que tomar en consideración la naturaleza del autor y del destinatario del mensaje, el contexto del autor y del destinatario del mensaje, así como el contexto en que se comete la infracción…» 
El discurso o el escrito en cuestión se ven así criminalizados, aunque no conduzcan ni constituyan ningún peligro de realización de algún acto terrorista. Esa incriminación podría, por ejemplo, abrir la puerta a represalias contra un desacuerdo radical con la política exterior de Bélgica, o contra un discurso o escritos de estímulo a la población siria para que se defienda ante los bombardeos de la OTAN sobre su territorio

La comisión de esta infracción siempre requiere un dolo específico, como precisa el uso de los términos «con intención de incitar directa o indirectamente a la comisión de una infracción terrorista». Nuevamente se valoriza el factor subjetivo, en detrimento de todo elemento objetivo.


La «participación» en un delito terrorista

Prosigue el proceso de subjetivación del derecho penal. La Cámara acaba de adoptar, el 1º de diciembre de 2016, el proyecto de ley «que modifica el Código Penal en materia de represión del terrorismo». Este texto modifica la noción de participación en una organización terrorista. Esta última incriminación, introducida por la ley del 19 de diciembre de 2003, castiga a «toda persona que participe en una actividad de un grupo terrorista […] a sabiendas de que esa participación contribuye a la comisión de un crimen o de un delito del grupo terrorista». La ley de 2016 sustituye las palabras «a sabiendas» y el verbo «contribuye» por «pudiera contribuir». Eso amplía considerablemente la incriminación. Se crea una noción de conocimiento potencial que reemplaza al hecho real de saber. Todo dependerá de un poder muy amplio de apreciación otorgado al juez.

Ese tipo de incriminación se opone a la seguridad jurídica que exige que, para que un acto sea punible, el autor tiene que ser capaz de saber, en el momento en que actúa, que ese acto constituye una infracción. La ley sugiere así que más vale abstenerse de cualquier acto de solidaridad hacia los pueblos que contradicen, en el terreno, la política internacional de Bélgica.

Los parlamentarios acaban de aceptar lo que antes habían rechazado. No está de más recordar que, durante los trabajos parlamentarios alrededor de la ley del 10 de enero de 1999 «sobre las organizaciones criminales» —una legislación que anticipa las leyes antiterroristas—, las palabras «o debe saber» fueron eliminadas del artículo que criminaliza la participación en ciertas actividades de la organización criminal. Durante la discusión se indicó entonces que «se invertía así la carga de la prueba», que se corría el peligro de poner en manos del juez un margen de apreciación demasiado amplio, conduciéndolo a deducir la culpabilidad de un sospechoso in abstracto, sin referencia con lo que ha vivido.

La «preparación» de un delito terrorista

La ley de diciembre de 2016 prevé también que se persigan los actos preparatorios de una infracción terrorista, actos que consisten en «facilitar y hacer posible» la ejecución de la acción pero que «no constituyen actos materiales de dicha infracción». La exposición de los motivos precisa que los actos preparatorios deben distinguirse de la tentativa. Incriminar los primeros permitiría intervenir antes de que la infracción llegue a cometerse, durante la fase preparatoria del acto. El intento, en cambio, se caracteriza por la manifestación de acciones exteriores que conforman un inicio de ejecución del delito.

Contrariamente al intento, que abarca actos materiales, lo esencial de la noción de preparación de una infracción terrorista se basa en un elemento subjetivo, que es la intención que se atribuye al acusado. Esta incriminación puede abarcar así actos que no son ilegales pero que se convierten en constitutivos de una infracción al ser vinculados a una «intención» de cometer un acto terrorista.

El gobierno belga se ha inspirado en las legislaciones de Francia y Alemania. Pero estas prevén una lista de comportamientos que deben ser considerados como actos preparatorios. Hay que observar que la ley francesa exige la combinación de un acto preparatorio (el hecho de estar en posesión, de buscar, de procurarse o de fabricar objetos o sustancias que crean un peligro para los demás) con otro factor (por ejemplo: recoger información sobre lugares para la realización de una acción). Pero esa solución no se aceptó porque fue considerada «demasiado restrictiva». En Bélgica, es el factor subjetivo, la intención criminal que se atribuye al autor, lo que permitirá decidir si el acto en cuestión es ilegal, sin tratar, contrariamente a lo que se hace en Francia, de dar un carácter un poco más objetivo a la incriminación de los actos preparatorios.

La subjetivación del derecho penal belga puede, en ciertos casos, ir más lejos que su modelo francés. Su ataque contra las libertades privadas es por ello al menos tan constante como el del modelo francés. En materia de desmantelamiento de las libertades públicas, Francia sólo se mantiene por delante de Bélgica por haber instaurado un estado de emergencia que se ha hecho permanente.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article194806.html