REVELACIONES: LA YIJAD DE LAFARGE-HOLCIM

En ocasión de la publicación del libro de Thierry Meyssan, «Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump», damos inicio a una serie de artículos que desarrollarán por separado algunas de las muy numerosas informaciones que contiene ese volumen.

En línea con la intervención del candidato Jean-Luc Mélenchon en el debate televisivo previo a la elección presidencial francesa, abrimos esta serie con la verdadera historia de la transnacional Lafarge-Holcim en Siria.


El 2 de marzo de 2017, la empresa Lafarge-Holcim reconoció que su filial en Siria «entregó fondos a terceras partes para llegar a arreglos con cierto número de grupos armados, entre ellos terceros bajo sanciones, con vista a mantener la actividad [de la filial] y garantizar un paso seguro a los empleados y el aprovisionamiento hacia y desde la fábrica».

Esa transnacional productora de cemento ya es objeto de 2 investigaciones. La primera la iniciaron, el 15 de noviembre de 2016, las asociaciones Sherpa y ECCHR, mientras que la segunda la emprendió el ministerio francés de Economía. Ambas encuestas son consecuencia de supuestas revelaciones del diario francés Le Monde, que afirma que Lafarge entregó dinero al Emirato Islámico (Daesh), en violación de las resoluciones de la ONU.


Es importante observar que los artículos publicados el 2 de marzo en Intelligence Online (un boletín poco difundido de Le Monde) y en el propio diario Le Monde fueron redactados por Dorothy Myriam Kellou, que no es periodista de ese cotidiano francés. Dorothy Myriam Kellou estudió en la Universidad de Georgetown, notoriamente vinculada a la CIA, y fue encargada de prensa en el consulado francés de Jerusalén. Lo que publicó esta joven fue confirmado por un libro de Jacob Waerness, titulado RISIKOSJEF I SYRIA, donde este ex-empleado describe la grave situación del personal de Lafarge en Siria. Después de publicar el libro, su autor siguió colaborando con el fabricante de cemento.

Las falsas revelaciones de Le Monde en realidad se coordinaron con Lafarge-Holcim para desviar la mirada de la opinión pública y de los jueces hacia algo que no pasa de ser un detalle: ¿Podía aceptarse o no el chantaje de Daesh?

La verdad es mucho más grave.

La preparación de la guerra contra Siria

En junio de 2008, la OTAN organizaba la reunión anual del Grupo de Bilderberg en Chantilly, (US-VA). Hillary Clinton y Barack Obama se presentaron como participantes en esa reunión.

Entre los 120 presentes se hallaban también Bassma Kodmani —la futura portavoz de la Coalición Nacional Siria— y Volker Perthes —el futuro asistente del diplomático estadounidense Jeffrey Feltman en la ONU a cargo del tema de Siria. Durante un debate sobre la permanencia de la política exterior estadounidense, estos dos personajes intervinieron para presentar la importancia de la Hermandad Musulmana y el papel que esa cofradía podía desempeñar en la «democratización» del mundo árabe.

Jean-Pierre Jouyet —el futuro jefe del equipo de trabajo del presidente de Francia—, Manuel Valls —futuro primer ministro de Francia— y Bertrand P. Collomb —el patrón de Lafarge— estaban presentes en el encuentro junto a Henry R. Kravis —el futuro coordinador financiero del Emirato Islámico (Daesh).


Lafarge en Siria

Lafarge es el líder mundial de la producción de cemento. La OTAN pone en manos de Lafarge la construcción de búnkeres para los yijadistas en Siria y la reconstrucción de la parte sunita de Iraq. A cambio, Lafarge permite que la OTAN maneje el funcionamiento de sus instalaciones en ambos países, sobre todo la fábrica de cemento de Yalabiyeh —al norte de Alepo y cerca de la frontera turca. Durante 2 años, la transnacional francesa garantiza el material de construcción para la edificación de gigantescas fortificaciones subterráneas que permiten a los yijadistas desafiar al Ejército Árabe Sirio.

Lafarge se halla ahora bajo la dirección del estadounidense Eric Olsen, quien integra a la transnacional las fábricas de los hermanos Sawiris y de Firas Tlass. Este último es hijo del general sirio Mustafá Tlass, quien fue ministro de Defensa del presidente Háfez al-Ásad. Firas Tlass es además hermano del general Manaf Tlass, al que Francia quiso convertir en el próximo presidente de Siria, y de Nahed Tlass-Ojjeh, la viuda del negociante de armas saudita Akram Ojjeh. Nahed Tlass-Ojjeh trabaja actualmente con el periodista francés Franz-Olivier Giesbert.

Los vínculos entre Lafarge y las fuerzas especiales francesas se facilitan gracias a la amistad existente entre Bertrand Collomb —ahora convertido en presidente honorario de la transnacional— y el general Benoît Puga —jefe del estado mayor particular del presidente de Francia bajo los mandatos sucesivos de Nicolas Sarkozy y de Francois Hollande.


La mentira del diario francés Le Monde

En un primer momento, el diario online de los mercenarios anti-sirios Zaman Al-Wasl publica varios correos electrónicos que demuestran que Lafarge está entregando dinero al Emirato Islámico. En una segunda fase, Le Monde publica sus artículos y los documentos de Zaman Al-Wasl desaparecen de su sitio web, documentos que usted encontrará aquí, en nuestro sitio.

Según el diario francés Le Monde, Lafarge estaba pagando a los yijadistas el petróleo que necesitaba para el funcionamiento de la fábrica. Eso es falso porque esa instalación funciona principalmente con carbón, que seguía recibiendo de Turquía. Sin darse cuenta de la importancia de lo que está confesando, «Le Monde» reconoce que Lafarge producía anualmente 2,6 millones de toneladas de cemento, destinadas a las «zonas rebeldes».

Pero, en medio de esta terrible guerra, era imposible que los civiles construyesen absolutamente nada en esas zonas.


La construcción de búnkeres para los yijadistas

2,6 millones de toneladas durante más de 2 años suman un total de 6 millones de toneladas de cemento producidas para los «rebeldes». Y si escribo la palabra «rebeldes» entre comillas es porque esos combatientes no son sirios sino individuos provenientes de todo el mundo musulmán e incluso de Europa.

Tal cantidad de cemento es comparable a la que utilizó el Reich alemán para construir la Línea Sigfrido en 1916-1917. Desde julio de 2012, la OTAN —incluyendo a Francia— estaba organizando una guerra de posiciones, conforme a la estrategia que describe Abu Bakr Naji en su libro de 2004 Management of Savagery, o sea «Gestión de la Barbarie».

Es fácil imaginar la cantidad de ingenieros militares de la OTAN —incluyendo especialistas franceses— que fueron necesarios para construir este gran conjunto de fortificaciones.


Lafarge, los Clinton y la CIA

En la década de los 80, Lafarge enfrentó un proceso por contaminar en el Estado de Alabama (Estados Unidos) recurriendo a la célebre abogada, Hillary Rodham-Clinton, quien logró reducir la multa que la Environmental Protection Agency impuso a la transnacional a sólo 1,8 millones de dólares.

Bajo el mandato de George Bush padre, Lafarge prestó servicios a la CIA en Iraq transportando ilegalmente el armamento que más tarde utilizaría la rebelión cuando Iraq invadió Kuwait y la coalición internacional encabezada por Estados Unidos acudió en ayuda del emirato ocupado por Sadam Husein.


La intervención militar rusa

Atrincherados en sus búnkeres, los yijadistas podían darse el lujo de desafiar al Ejército Árabe Sirio, manteniendo sus posiciones sin dificultades. Siria se vio dividida en dos durante 2 años porque el gobierno tuvo que optar por ceder terreno para garantizar la protección de la población.

Cuando Rusia interviene en el conflicto, a pedido del gobierno sirio, su misión consistía en destruir con bombas penetrantes los búnkeres de los yijadistas. La duración prevista de esa operación debía ser de 3 meses —desde septiembre de 2015 hasta la navidad ortodoxa, el 6 de enero de 2016—. Sin embargo, las fortificaciones de Lafarge-Holcim eran de una envergadura tal que las fuerzas rusas necesitaron 6 meses para acabar con ellas.


Conclusión

Cuando la transnacional Lafarge-Holcim terminó su misión en Siria al servicio de la ingeniería militar de la OTAN, simplemente cerró la fábrica y prestó la instalación a la alianza atlántica. La fábrica de Lafarge en Yalabiyeh fue entonces convertida en cuartel general de las fuerzas especiales de Estados Unidos, Francia, Noruega y el Reino Unido que ocupaban ilegalmente el norte de la República Árabe Siria.

Al contrario de lo que sugiere la cortina de humo del diario Le Monde, el caso de Lafarge-Holcim no es la triste historia de una empresa constructora que negoció con yijadistas para salvar a sus trabajadores. La responsabilidad real de Lafarge-Holcim reside en el papel central que desempeñó en una amplia operación militar de destrucción emprendida contra Siria, una guerra secreta que ya ha costado cientos de miles de vidas.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article195758.html

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